00:40 a.m. |¦| ChanJinIn

° Tres °

28 de Mayo

19:57 p.m

Diario de JeongIn:

Hoy fue un día muy lindo.

Porque salimos Mami, Papi y yo a comer helado.

Escogí una gran copa llena de chispas de colores y galletas.

A Mami Chan no le gusta que coma muchos dulces, pero por esta vez hizo una excepción.

Luego de ello los tres caminamos hacia el parque.
Donde jugamos hasta cansarnos.
Y reímos hasta que nos dolió la pancita.

Son muy dulces conmigo.

A veces siento que no merezco tanto amor.

En un mundo tan malo encontré dos bellos ángeles que me cuidan.
Jamás podré expresar lo agradecido que estoy de ellos.

Mami, Papi los amo, con todo mi corazón.

***

Rodé por el corto césped que se encontraba debajo de mí, sintiendo la suavidad de éste y el cosquilleo que provocaba en mis extremidades desnudas. Observé el cielo que poseía un débil color celeste y unas cuantas nubes que lo acompañan, el suave cantar de algunas aves y la brisa fresca sacudiendo las hojas de los árboles provocaban un musical espléndido. Mi cuerpo se relajó, desparramandose perezosamente sobre el cómodo césped mientras que mi boca dejaba escapar algunos suspiros de paz.

Por unos segundos cerré mis ojos y susurré suave una melodía pegajosa que había escuchado unas cuantas veces en la escuela.

La risa de mami logró sacarme de mi trance, suave y encantadora, adoro verlo sonreír. Sus ojos se cierran formando bellas medias lunas, y en sus claras mejillas se asoman unos adorables hoyuelos. Suspiré embobado, es tan lindo.

Enfoqué mi vista en él tratando de descubrir el causante de su inminente alegría, graciosa fue mi reacción al darme cuenta de que papi Jinnie se encontraba sobre él, inmovilizandolo, mientras sus manos se movían con avidez sobre su delgado torso.

-¡Ya! ¡HyunJin-ah! ¡Basta ya!-decía entre ruidosas carcajadas.

Me paré sobre el césped, sacudiendo mis pantalones cortos color celeste, y me crucé de brazos frente a ellos.

La risa de mami fue bajando de intensidad, hasta convertirse en suaves murmullos. Papi HyunJin se detuvo y fijó su vista sobre mi.

-¿Qué tienes, lindo?-preguntó con extrañeza.

Los miré fijamente por unos segundos antes de soltar una escandalosa carcajada y saltar sobre ellos.

-¡Yo también quiero jugar!-grité con júbilo.

Sentí cómo sus fuertes brazos me resibían con amor y alegría, no hay mejor lugar que estar enredado en ellos, sintiendo todo el calor y amor que pueden entregarme sólo por medio de sus dulces abrazos.