Capitulo 97

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Desperté con la vista un poco borrosa y la luz entrando por la ventana hacía que mi cabeza palpitara, un dolor de cabeza terrible. Me sentía un poco débil provocando que mi cabeza apenas si pudiera mantenerse arriba. Esperé un poco e intenté moverme. Pero mi muñeca estaba esposada a la cama, en ese momento me sentí como un perro amarrado a un poste. Por más que intentaba no podía liberarme.

Estaba empezando a desesperarme por recordar lo que había hecho la noche anterior, por un momento pensé que me había pasado de copas y terminado acá, o había abusado de las sustancias y había perdido la cabeza… pero nada venía a mi cabeza.

Ví hacia el suelo, y casi lloro cuando lo ví. Ví mi vestido rojo en el piso. Fue cuando empecé a temblar.

Pronto bajé la mirada con un poco de miedo, con mi otra mano que estaba libre levanté la sábana blanca poco a poco, para encontrarme con lo que imaginé. No tenía ropa. Estaba sin vestimenta en la habitación de alguien que ni recordaba. Llevé mi mano a mi boca y sentía las gotas tibias caer sobre mi mejilla, me preocupé demasiado, quizá estaría en otra parte de la ciudad o en medio de un bosque, quizá me habían secuestrado y me matarían pronto… pero no, al ver a la pared pude identificar rápidamente las paredes de la universidad. 

Pero aún no sabía por que había terminado aquí, esta no es mi habitación.

Me senté y coloqué mi espalda en la madera de fría de la cabecera de la cama, y un escalofrío corrió por todo mi cuerpo, se bajó un poco la sábana pero la subí tapándome denuevo.

Trataba de hallar una respuesta, pero no podía, así que empecé a inspeccionar la habitación, libros, libros, cuadernos, más libros, una mochila… un cuadro, una foto, un marco en la pared. 

Niall.

Fue cuando recordé lo de la última noche, un gesto exagerado de sorpresa se apareció en mi rostro, acompañado de mi mano tapando mi boca, no podía comprenderlo. Casi estaba en un ataque nervioso, empecé a temblar como si hubiera mucho frío, seguidos por las lágrimas y los gritos ahogados, trataba de safarme de las esposas pero era imposible, hasta llegué a lastimarme. Después de varias horas, sólo me recosté en la almohada mientras las gotas tibias saladas la mojaban, me sentía usada, asqueada y enfadada sobre todo, el me había quitado lo único que me quedaba, lo único por lo que aún me sentía orgullosa de mantenerlo, ahora… ya no tengo nada. No es por exagerar, ¡por Dios! He perdido a mi familia, mis amigos, a él, mis ganas de seguir viviendo y ahora… ya nisiquiera soy virgen.

¿Desde cuando el hecho de respirar se ha convertido en algo tan doloroso? Cada día que pasa se siente como un peso que te cargas encima? Se supone que tienes que vivir como si fuera el último día de tu vida, ¿porqué el “si fuera”? ¿Qué tal si hoy es tu último día y no te das cuenta? La gente sólo usa el ‘si fuera’ para que no suene tán tétrico y ayudar a las personas con sus problemas de emociones. 

El chico entró por la puerta con toda normalidad posible, traía una mochila y el estúpido esqueleto en brazos, cerró la puerta con seguro, dejó sus cosas tiradas en el suelo y se abalanzó a la cama conmigo, yo seguía volteada al otro lado con la cabeza hundida en la almohada mojada. Me besó la mejilla cuidadosamente y luego me acarició el brazo. Nunca había sentido su tacto tan áspero y asqueroso.

–Déjame ir. –Le dije con la voz quebrada y sin mirarlo, el se acercó más, y yo intenté alejarme.

–No te irás, no aún –Susurró en mi oído provocando un horrible escalofrío.

–Por favor, Niall, por favor –le rogué, sólo quería irme, no verle más su cara

–No te vas, aún no he terminado contigo… -fue cuando empecé a llorar más, ¿aún tenía un poco de dignidad al menos?

–Niall… -intenté hacer que me dejara ir, una vez más

Me tomó del pelo muy fuerte, creí que iba a arrancármelo. “Te vas cuando yo quiera” me gritó y me empujó denuevo a la cama. Minutos después intenté ponerme mi ropa pero no podía por la mano esposada.

–¡Niall, al menos dejame vestirme! -le grité desde lejos, el se acercó… con un peine.

–No querida, no puedo ni quiero –empezó a desenredar mi cabello, muy delicadamente, aunque yo seguía asqueada por su roce.

Terminó y su teléfono sonó repentinamente.

–Vaya, tienes suerte mi amor, mis amigos vendrán. –me quitó las esposas y besó suavemente mi muñeca en las heridas que me había hecho por ellas.

Él se fue al baño, y yo me vestí lo más rápido posible. Salió de donde estaba y se sorprendió demasiado cuando mi mano fría casi atraviesa su mejilla, abofeteándolo con una fuerza inhumana que casi lo dejó en el suelo. ¡Maldito! ¿Qué te he hecho? ¡Me has violado y parece que estás feliz por eso!” le gritaba en un momento de ira, cada palabra con un pequeño empujón, el aún estaba algo aturdido por el golpe. 

Lo odio, ahora mismo no hay persona que odie más que a el. Podría hasta asesinarlo con la botella de vino de la mesita de noche, pero no sería capaz de quitarle la vida a alguien. Por mucho que deseara verlo muerto. Ahora mismo, con sus ojos claramente enfurecidos, y sus puños completamente cerrados, su ira estaba creciendo al mismo tiempo que la mía.

Aunque luchara con todas mis fuerzas, el me ganaría. No sentí cuando dejé la habitación corriendo por todo el pasillo, sin zapatos y con el maquillaje más que corrido, el cabello largo cubría un poco mi horrible rostro. Era la mirada de todos, algo que empezaba a odiar un poco. Antes me encantaba llamar la atención… de una buena manera, pero ahora lo único que quiero es largarme de este lugar y desaparecer, que nadie vuelva a saber sobre mí, de todos modos no creo que a alguien le importe todavía. Aunque estoy segura que cuando muera todos llorarán por mi como puros hipócritas, “era tan buena persona”, sí una buena persona a la que dejaste sola y a la deriva, cuando más los necesité, me dejaron sola. Fue mi culpa igual, los quise demasiado, a todas las personas a mi alrededor los amé de más. ¡Incluso mi familia! ¡Por Dios! A una chica que ni su familia quiere, no la va a querer nadie.

Las gotas que caían de la regadera se mezclaban con las cataratas que caían de mis ojos, estaba en una esquina de la ducha, nisiquiera me había quitado la ropa para entrar, solo quería quitarme el roce del rubio, no quería que quedara marca de lo que hizo, aunque no pudiera recordar nada aún lo sentía. Pensé un momento en llenar la tina y quedarme dormida “por accidente”, también pensé en tropezar y caer de la ventana del tercer piso “accidentalmente”. Pero soy demasiado cobarde para eso. Algunos compañeros de la clase llegaron a tocar mi puerta, deseguro siendo enviados por algún maestro a averiguar que había pasado conmigo, ¿Por qué había faltado hoy? La verdad es que no quería salir, para nada. 

Aunque de algo estoy segura es que quizá solo necesite desahogarme, contarle a alguien todo lo que me pasa y quizá me ayude en algo. Pero no quiero un psicólogo, sobre todo el psicólogo de la universidad, su oficina huele a patatas fritas, no fuera un problema si el las comiera como si fueran las últimas del planeta, enfrente de mi, escupiéndome en la cara cada vez que mencionaba una palabra, pero ¿Qué se podía hacer? Estaba casi obligada a ir.

Los siguientes días fue una cosa de lo más horrible. Se supo, se supo todo, todos lo sabían. Quizá fue el chismoso que está enfrente de la habitación de Niall que me vió entrar o salir de su habitación, o las porristas rubias engreídas, entre ellas Paris George quienes se encargaron de correr el rumor. Caminar por los pasillos o las mesas de la cafetería se ha vuelto tan incómodo. Todas las miradas sobre ti. No lo entiendo, ¿Qué hice mal? 

“Eres una zorra” “Nadie te quiere” “Te acuestas con Niall, te acuestas con todos” “Regalada” “Fácil” “Drogadicta” “Loca” “Estúpida” “Engreída” 

Todos los mensajes en mi correo electrónico, y sólo es la primera página. Y eso, que aún faltan los papeles que aparecen en mi casillero, los insultos hacia mí escritos en el baño, las llamadas, los mensajes, los murmuros, las miradas, las palabras… los golpes.

No sé cuanto más pueda soportarlo.

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No es una tipica historia de amor (Niall, Harry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora