Sinfonía

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-¡Déjame ver!-


-Por favor, guarda slencio- sentía la saliva de Eric en su mano al estar cubriendo su boca. Por muchos kilos más que le llevara, Kenny era mucho más fuerte y apenas podía moverse- si nos ven vamos a estar en problemas-


-¿Por qué llamaste a la policía?  ¿Por qué nos estamos escondiendo?- 


-Porque, Eric- le dio la vuelta para que quedaran cara a cara. Mucho más cerca en el reducido espacio entre el garage y la casa vecina podía sentir su aliento disparejo, el calor de sus mejillas al estar reteniendo el llanto por la desesperación de no comprender por qué no podía entrar a su casa, por qué no podía ver a su madre- no puedo decírtelo. Pero te juro que es mejor así, por favor, escúchame. La policía no tarda en llegar y será mejor que nos vayamos de aquí-


-Al menos necesito saber que mi mamá está bien-


-Amigo- se mordió los labios, quitó la mano de su boca para pasarla por su cuello y rodearlo en un abrazo apretado, asfixiante. Desesperado por ne ser él quien debiera decírselo. De todas las personas ¿ Por qué justo él?- ahora va a estar bien ¿ Entiendes?  Por favor, vámonos de aquí antes que lleguen la policía- bajó la voz, recordando la ocasión anterior en que presenció un desfile parecido pero desde un ángulo totalmente diferente. Él odiaba a su familia, pero Eric...- y los forenses- lo sintió tensarse, lo escuchó jadear. Fue más fácil tomar su mano y subir el cuello de su camisa para caminar con la cara agachada hasta el lago. 



Una lágrima, su boca abierta. Volteó a mirarlo, sin poder formar ninguna frase. Otra lágrima, el sano durazno estaba mutando en un violento bermellón por todo el aire que estaba conteniendo, sin poder gritar. Kenny no podía verlo a los ojos mientras sujetaba sus rodillas, sentado en esa banquita de madera, delineando un " ella ya no alcanzó a despedirse" como el botón que necesitaba ser oprimido. Las dos lágrimas se volvieron un centenar, sus manos se cerraron en su pecho mientras gritaba. Kenny debió arrugar más el pantalón en sus manos para regresar las lágrimas que le estaba contagiando, por el horror de haber visto el cuerpo en ese estado. Eric era su única familia, su única compañía ¿Cuánto tiempo había pasado ahí? Sola. Abandonada. El muchacho comenzó a gemir por la falta de aire, estrujando y Kenny sólo pudo acomodar su cabeza en su pecho , sintiendo sus puños cerrarse en su chamarra. Ambos podían compartir su orfandad, sólo que Kenny la portaba como su glorioso trofeo, como un pase a la libertad, mientras que Eric no podría sanar esa herida ni poniendo su propio corazón para cerrarla. Puso sus labios en sus cabellos, sin estar muy seguro de qué manera consolarlo. Ni siquiera Karen había llorado cuando le dijo que no volvería a ver a mamá o papá ni a Kevin. Ella detuvo un momento su mirada en él, abrazando su cuello , contestando que entonces ya podría sentarse en sus piernas sin que nadie le llamara casquivana. 


Quería entender a Eric. Quería tener una palabra para que el aire volviera a sus pulmones un segundo, para que la pesada  verdad que había atravesado su cuerpo dejara de doler un poco. Pero sólo tenía sus manos en sus cabellos, un suave " shhh" para calmarlo. 


No.


Tenía un poco más.


-En cuanto te calmes un poco, iremos a buscar a algún vagabundo, le daré veinte dólares para que se haga pasar por un familiar y le den el reporte de la autopsia y pueda reclamar el cuerpo. Tú y yo lo vamos a enterrar-


-Ella una vez me dijo que quería esparcir sus cenizas en Denver, en la casa de su infancia tenían un árbol de duraznos. No tengo dinero, Kenny, pero si fuera posible me gustaría ...-


-Es lo menos que se merecen, Eric- acarició su espalda , mordiéndose los labios con rabia al escuchar las sirenas a lo lejos- no fue su culpa toparse con la gente equivocada-







Soda atómicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora