Capítulo 4

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Gaia se despertó a las 5, había tenido de nuevo ese sueño, como de costumbre, se estaba volviendo tedioso tener el mismo sueño una y otra vez y no poder recordar a ese chico ni nada de lo que pasaba, solo pequeños fragmentos, sin mencionar que la pelinegra no entendía por qué tenía puesto un vestido, ¿quién iría al bosque con un vestido y descalza? Sabía que no era la persona más lista del mundo pero ni ella iría así a un lugar como ese, de hecho, no iría a ese lugar y punto.

-Creo que empezare a tomar pastillas para dormir... Si, tal vez eso me ayude a descansar mejor... Mejor me callo, siempre digo lo mismo y nunca hago nada...

Se levantó de su cama lentamente y subió a su mini biblioteca, vio por el ventanal que estaba empezando a salir el sol así que subió por las otras escaleras hacia el tejado, cerro la trampilla y se recargo en el barandal negro que rodeaba el tejado.

Vio el cielo mientras este se pintaba en tonos rojizos y anaranjados con forme el sol salía, era una vista hermosa, casi siempre se despertaba justo cuando el sol estaba saliendo o antes muy raras veces después.

Suspiro ante una vista tan preciosa y después regreso a su cuarto, el viernes, 14 de enero, cumpliría 16 años, sabía que tenía mucho que hacer para ese día pero aún le quedaba tiempo para preparar el pastel y conseguir los adornos para la fiesta que celebraría en su casa.

Y dos semanas después de su cumpleaños, el 28 de enero, sus padres cumplirían otro año de fallecidos, cada año, cuando ese día llegaba, Gaia cortaba las flores más hermosas del jardín que tenía en la terraza y las volvía un hermoso ramo de colores con listones, iba completamente sola al acantilado en donde sus padres murieron y les dejaba las flores en medio de las lapidas, luego se arrodillaba y les contaba todo lo que le había pasado en el último año, se había vuelto su tradición más preciada.

Se arregló para la escuela y bajo a desayunar, sus padres ya estaban ahí a las 6 en punto, Gaia les había preparado el desayuno a todos, unos panqueques con fruta y jugo de naranja recién exprimido.

Todos terminaron de desayunar entre risas y planes que tenían para ese día y después se fueron a hacer lo suyo.

Gaia llego a la escuela y se dirigió a la tabla de información que estaba en la entrada para ver el horario del taller de cocina.

Al llegar vio un anuncio que decía:

Cocina:
Los alumnos de nuevo ingreso en el taller, deberán presentarse en el aula 26 este miércoles 12 de enero, después de eso deberán presentarse los miércoles y los viernes a las 3 en punto, el primer día les informaremos sobre los materiales, el curso concluirá a mediados de Marzo.
Por su atención, gracias.
Atentamente: Gabriel Adrien Ruiz McCallen.
Profesor de cocina.

Gaia sonrió al terminar de leer el anuncio y se dirigió a su salón corriendo de la alegría, antes de entrar en el salón vio a Alexandra Wills saliendo del baño de niñas, la pelinegra se asustó al ver a la chica tan cerca pues sabía que no alcanzaría a frenar a tiempo, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro y aumento la velocidad.

Alexandra al verla venir hacia a ella se asustó mucho, cubrió su rostro con sus brazos y soltó un grito mientras cerraba sus ojos.

En el último momento antes de chocar con Alexandra, Gaia se impulsó fuertemente con sus pies saltando sobre la rubia y antes de caer dio un giro logrando caer de pie igual que un gato.

-Lo siento Alexandra, pero no iba alcanzar a frenar a tiempo -se disculpó la pelinegra amablemente -, ¿estás bien? ¿Te asuste?

Alexandra se acercó a la pelinegra después de comprobar que todo estaba en su lugar, sin ninguna expresión en su rostro se inclinó un poco hacia ella, Gaia pensó que haría uno de sus berrinches así que empezó a prepararse mentalmente para cuando la bomba atómica rubia con ojos celestes explotara frente a ella, pero jamás se esperó lo que paso.

Crónicas De La Guerra EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora