Al salir el sol, los finos rayos de aquel astro comenzaron a acariciar las montañas de aquel pequeño pueblo, mientras poco a poco los animales salian de su sueño y los gallos comenzaban a cantar, todo parecia reanudarse tras una pausa, cualquiera diria que era un dia como cualquier otro en el reino, pero este, es el inicio de una historia, o quizá, el comienzo del fin.
Despertó al sentir una rafaga de luz en sus ojos cafés y el canto de los gallos a la lejania, se levantó y miró al calendario confirmando aquello que habia revisado la noche pasada, este era el dia.
Su nombre era Fraw Valkor, un joven perteneciente al reino Natku que hace apenas unos dias habia cumplido sus 18 años de edad, cosa que hubiera sido motivo para celebrar de no ser porque significaba que al igual que todos los hombres de su reino, debia asistir al entrenamiento obligatorio con el fin de defender su patria de aquellas naciones enemigas en la gran guerra de llegar a ser necesario.
Año tras año la gran mayoria de los jovenes que asistian solo ansiaban terminar con el año obligatorio, volver a sus ciudades para formar una familia y vivir alejados del fragor de la guerra, mientras otros tantos decididian quedarse y formar parte del ejército quizá por patriotismo, el salario... o estupidez, más algo estaba claro, y era que los que se unian no eran muchos a juzgar por las recientes derrotas y perdidas territoriales que habian sufrido en los ultimos años...
Tras empacar sus pocas pertenencias y registrarse en la capital se dirigia a pie al alejado campo de entrenamiento en el Monte Tohra, un punto casi fronterizo a la nación Drachken apenas separado por un par de pueblos y la primera linea de defensa.
Marchaba a paso firme junto a varios chicos provenientes de todos los rincones de la nación, cuando un sentimiento de nostalgia lo hizo detenerse frente a la granja en la que trabajó por 12 años, se habia acostumbrado tanto al tranquilo trabajo de campo sembrando y cosechando trigo para las tropas que se sentia nervioso al pensar que se convertiria en uno más de ellos, aunque fuese por solo un año.
Sintió entonces un fuerte galope que lo hizo salir de sus pensamientos y aquella gruesa voz familiar que hace tanto no escuchaba, se dió la vuelta y ahi estaba él.
-¡Venga chico no pierdas el tiempo o tendre que reportarte!- Gritó aquel robusto hombre que habia sido su figura paterna desde los 6 años.
Era el Capitán Kuon, un gran soldado del ejercito de Natku, mismo que apesar de que en ocasiones era duro con sus pupilos, apreciaba a cada uno por sus talentos y virtudes, al punto que su pelotón era de los más respetados en el ejército.
Fue él quien lo habia recogio de pequeño cuando los jinetes dragón del reino Drachkor atacaron su aldea y mataron a sus padres aquel oscuro dia, en ese entonces él solo era un cadete pero consiguió rescatarlo mientras la gente evacuaba, desde entonces y al ver la voluntad del niño le agarró cariño y lo puso a salvo en aquella pequeña granja a las afueras de la capital del reino junto a varios otros huerfanos, y aunque rara vez lo visitaba siempre tenia algo nuevo que enseñarle, historias para contarle, y un cariño que si bien no era notorio, podia versele en los ojos.
Tras marchar por un par de dias y acampando a la interperie lograron llegar al campo de entrenamiento, no era muy grande pero estaba fuertemente fortificado con grandes puertas de madera, torres bien fortalecidas, algunos grupos que corrian de un lado al otro entrenando y unas extrañas armas montadas en las torres que se decia eran capaces de derribar un dragón.
Al formar filas con los demás muchachos pudo percatarse de que eran alrededor de 500 nuevos reclutas, la mayoria de constitución ligera a excepción de unos pocos que destacaban, si bien no eran muchos, con la sabia instruccion del Capitan Kuon cada uno valdria por diez.
Una vez en formación, el Capitán Kuon se paró frente a todos, nos observó y rompiendo el silencio nos dio la bienvenida.
-Muchachos, hoy inicia una nueva etapa de su vida, una etapa marcada por el sacrificio y la superación, podriais ser vosotros quienes en unos meses o años iran al frente de batalla a defendernos de los Drachkor y los Elfied por lo que no tengo mucho tiempo de convertirlos en hombres, asi que nada de insubordinación ni quejas, ¿habeis entendido?
-¡Señor, si señor!- Gritaron todos al unisono.
Tras terminar su discurso y retirarse un cadete les indicó que debian desempacar sus cosas y organizarse en grupos de diez para vivir en las cabañas que se les habian asignado, estas eran algo rusticas y se veia que habian pasado dias mejores, las camas eran pequeñas, iguales a la que tenia en la granja.
Se percibia algo de miedo entre sus compañeros de cabaña, no a todos les hacia gracia estar tan cerca de la linea de defensa y más aún sin ningun entrenamiento, la situación parecia ser igual en todos menos uno, era muy distinto al resto, vivaz y con una mirada que reflejaba sus ansias de salir a luchar por su nación, además lucia esbelto a diferencia del resto que estaban todos delgados.
Al parecer notó aquellos ojos que lo observaban y sin dudarlo se acercó a saludar.
-Hola, es un gusto conocerte, me llamo Heim, vengo de Roth-
Dijo mientras extendia su mano para saludar.
-Ho... hola, mi nombre es Fraw, vengo de las afueras de la capital-
-Oh, ¿de Orhar quizá? ¿O de Ulmir?-
-No jajaja, vengo de Darco, de las granjas imperiales-
Entonces su expresión cambió a tristeza, algo inesperado viniendo de alguien tan robusto.
-Lo lamento, ¿eso significa que perdiste a toda tu familia?
-Si... pero sucedió cuando era pequeño, no tengo muchos recuerdos de que pasó aquel dia-
-Tranquilo, no tienes que no hablar si no quieres-
Y asi, fue cuestion de horas para que aquellos dos se hicieramos amigos, en el pueblo de Heim casi todos eran leñadores, al parecer solia ser un pueblo pequeño hasta hace algunos años cuando la madera escaseó por la guerra y muchos se mudaron ahi para explotar en mayor medida los recursos.
Asi uno por uno se fue conociendo al resto del equipo, casi todos eran provenientes de provincias alejadas o refugiados al igual que Fraw, no era sorpresa la ausencia de alguien proveniente de la capitál, era de conocimiento público que los hijos de nobles no asistian a este tipo de cosas.
Al caer la noche Fraw se recostó a dormir sobre el duro colchón pensando en lo que depararia a futuro, "de seguro serian los 12 meses más interesantes de su vida" pensó mientras cerraba los ojos, antes de quedar profundamente dormido.
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Fraw: La Gran Guerra
ПриключенияTodo comenzó hace apenas 15 años, el mundo se vino abajo en cuestión de meses tras la gran guerra provocada por el apenas coronado rey de dragones Brocto, gracias al cual hoy dia solo quedan vestigios de lo que alguna vez fue la paz entre los reinos.