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26 de octubre. Había llegado por fin el otoño y el suelo de las calles de Madrid estaba cubierto de hojas que teñían las aceras de colores ocre. Un chico que corría apurado intentaba esquivar a la gente que se cruzaba por su camino. Se dirigía al parque donde había quedado con sus amigos para debatir sobre la fiesta de Halloween que celebrarían días más tarde.

En un banco más bien apartado se encontraban reunidos 3 chicas y 4 chicos, de edades parecidas que oscilaban entre los 16 y 17 años.

-¡Mira quién viene por ahí!- Gritó una chica morena, de estatura media, apegada fuertemente al chico que se encontraba a su lado- ¡Habíamos quedado a las 5, eh, Violonchelo!

-Lo siento... Otra vez se me ha hecho tarde sin darme cuenta- dijo con un tono tímido. Era un joven alto y moreno con ojos verdes.

Los 8 se pusieron a hablar sobre la gran fiesta que iban a celebrar con todo su instituto. Se trataba de la típica fiesta de disfraces en época de Halloween. Aún no habían decidido ni siquiera el lugar donde la iban a preparar.

-¡Esto es un desastre! Mira que os dije que fuerais pensando donde hacerla... ¡Que al final nos vamos a quedar sin fiesta!- dijo la misma chica de antes.

-Ey ey ey, tranquila Viola, que a una mala la hacemos en mi casa.

-Sí, y luego tus padres nos matan.

-Que no se van a enfadar, mujer, la hacemos un día que no estén y punto.

-Bruno, Viola tiene razón. ¿Te acuerdas de la última vez que intentamos hacer una fiesta en tu casa? Te castigaron 3 meses sin móvil- Dijo Harry, el chico al que estaba abrazada Viola. Era más bien bajito, con un tono caramelo en el pelo y en los ojos.

-Pff, tonterías...

Además de estos cuatro jóvenes (Bruno, Viola, Harry y Violonchelo) también se encontraban reunidos María, una chica rubia y bajita bastante amable, Abril, otra chica más bien alta con un carácter imponente, Vito, un chico reservado, y por último, Martín, el más fiestero de todos los presentes, que estaba muy emocionado por la fiesta.

Tras hablarlo y hablarlo por fin decidieron hacer la fiesta en un pequeño local alquilado en el que Vito tenía contactos. Todos tenían que aportar al menos 80€ para alcanzar un bote aproximado de 640€ con el que alquilar el local y comprar las bebidas, la comida y demás decoraciones. Y aquí es cuando llegaron los problemas a la vida de nuestro verdadero protagonista, Harry.

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El verdadero problema de Harry no era la falta de dinero sino la mala gestión de éste. Él vivía solo ya que se había mudado recientemente para continuar con sus estudios en la capital. Consiguió salir adelante gracias a sus ahorros y un trabajo que tenía los fines de semana en una cafetería. Harry podría haber vivido de estos ingresos durante mucho tiempo perfectamente, pero el problema era que gastaba su dinero en caprichos y no sabía como manejarlo.

Como consecuencia, no había podido pagar el alquiler del pequeño piso en el que residía y se lo debía al dueño del lugar. Además dejó los estudios un tiempo para trabajar, pero nunca logró encontrar un lugar donde le pagaran sin tener experiencia o algún título universitario.

Lo único que animaba a seguir adelante a Harry era la música. Le encantaba cantar y no lo hacía del todo mal. Había dado previamente clases de solfeo y entonación. Pero estas prácticas solo servían para que Harry descansara por un tiempo limitado de su presente.

-"Biiiip Biiiip"-el teléfono de Harry sonó. Él se encontraba en el sillón tumbado y el sonido le despertó repentinamente.

-¿Si?- preguntó con tono dudoso.

-¡Cariño!- gritó enfadada una voz femenina desde el otro lado de la línea.

-Ah, Viola, verás yo...

-¿¡Cómo, que todavía no has dado el dinero para la fiesta?!

-Sí, Viola, esque...

-Pfff... ¡Eres un completo desastre! Pero no te preocupes, que ya lo he puesto yo.

-Bueno gracias Viol...

-¡Pero que no se te olvide la próxima vez!- y colgó dejando a Harry con las palabras en la boca.

Viola tenía un carácter bastante impulsivo. Ya llevaban saliendo un año y Harry se las apañaba bastante bien con ella. La entendía y no perdía los nervios, pero a veces era una tarea bastante complicada ya que era un poco... ¿bipolar? A veces estaba enfadadísima y de un momento a otro reía sin parar. Además Harry no quería aceptarlo, pero nunca había sentido una atracción real hacia ella. Sin embargo, era la chica más popular y, al enamorarse de él, no pudo decir que no. Él sabía que en algún momento se lo tendría que decir, pero no quería hacerlo. Si lo hacía ella se enfadaría o se deprimiría, y además a sus padres les caía muy bien y tenía miedo de decepcionarlos a ellos también.

Lo único que él quería era no hacer daño a nadie, pero cuanto más lo intentaba, más daño se hacía a sí mismo.

El secreto de Stuart (El Trío Secreto De Harry 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora