CAPÍTULO 57

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Después de la "cena", que en realidad terminó con nosotros varados en el mismo carrito de comida de Bembe, conversamos de todo como si fuéramos buenos amigos. Hablamos sobre los pros y los contras de la situación y los cambios que traerá nuestra boda falsa.

La semana pasó, y les pedí a las chicas que fueran mis damas de honor para la ceremonia. El "¡Sí!" que recibí de ellas me hizo sentir un poco arrepentida en ese momento, pero me arrastraron a buscar los vestidos. Yo, que "adoro las compras", pasé todo el día buscando algo que me gustara, o, mejor dicho, que les gustara a ellas.

Finalmente, eligieron un vestido beige con un corte en V que dejaba ver un poco de busto y una abertura en la pierna izquierda, con la espalda descubierta. Compramos unos zapatos color palo rosa, altos, y luego fuimos a otro lugar para buscar vestidos de fiesta para la cena de ensayo. Ellas, más emocionadas que la propia novia, empezaron a buscar por todos lados, y eso que éramos solo cuatro.

Erika, Natalia y Gabriela se probaron cada vestido que les llamó la atención. Después de media hora de deliberaciones y comentarios como "me gusta" o "no me veo bien", y observaciones como "mira, se ven unos senos enromes" o "mis piernas se ven muy delgadas", finalmente eligieron unos elegantes vestidos largos de pedrería, casi idénticos.

Flashback de unas horas antes

Desde la mañana del sábado, una semana antes de la boda, me encontraba en la casa de Azael.

—la cual, para mi sorpresa, acababa de conocer esa mañana—

se estaba transformando en un escenario de ensueño para la cena de esta noche.

Una gama de tonos delicados, adornaban cada rincón con una elegancia sublime. Las orquídeas blancas, de pétalos sedosos y exquisitos, se entrelazaban con lirios rosados y peonías, creando una paleta de colores suaves que evocaba un aire de sofisticación y romance. Los arreglos florales, dispuestos en jarrones de cristal tallado, no solo llenaban el espacio con una fragancia sutil, sino que también aportaban un toque de refinada belleza a la decoración.

Las flores estaban cuidadosamente organizadas en centros de mesa y guirnaldas que serpenteaban por las paredes, realzando la atmósfera con un encanto etéreo y elegante.

- ¿Señorita busca algo? —pregunta Kathy, como la llama Mariana.

- Un vaso, Pero todo está tan ordenado que no sé dónde están las cosas – murmuro mirando los cajones de la cocina.

- Por eso me tiene a mí, señora —responde, acercándose a los cajones del extremo de la cocina. Saca un vaso de vidrio y me lo entrega.

- Pero no sería justo que cada vez que quiera agua o algo, tenga que molestarte en tu hora de descanso.

- Disponible 24/7, señorita —se cruza de brazos y va hacia la nevera, saca una jarra de agua y la vierte en el vaso.

- Gracias —susurro, caminando hacia el enorme jardín de la casa de Azael. Me apoyo contra una pared y observo cómo los trabajadores hacen su trabajo.

- ¿Te gusta la decoración? —dice Aurora, haciéndome brincar del susto.

- ¡Carajo! —susurro sorprendido colocando mi mano en mi corazón— Aurora, me has asustado. Sí, es muy lindo, pero no es muy... —trueno los dedos, buscando la palabra correcta.

- ¿Glamuroso? —me ayuda.

- Exacto, para una cena con gente que la mayoría no conozco —respondo, suspirando.

- Ya es hora de que comiences a llamarme abuela —me mira seria— Por otro lado, la familia Britt siempre se caracteriza por sus fiestas glamurosas, cariño. Acostúmbrate.

- Tendré que hacerlo —le sonrío—. Auro... abuela... tú... no has dicho que... yo... me... —hago señas tratando de explicarme.

- De que eres una divorciada por maltrato psicológico y físico. No cariño mío, eso no me corresponde a mí hablar. Eso te toca a ti.

- Gracias —le sonrío agradeciendo.

- No esperes mucho. No siempre que alguien le cuenta una tercera persona algo, es la verdad absoluta. Como suceden las cosas —me guiña un ojo.

Fin del Flashback

Volviendo al presente, me quedo embobada en el espejo una vez más, admirando el hermoso y elegante vestido de ensayo que llevo puesto había acertado definitivamente con el vestido.

Tocan la puerta de la habitación de invitados.

Lisbeth y las chicas están abajo según el mensaje de mi amiga, mientras que Azael está en medio de la puerta, observándome. Lo miro por el espejo y le sonrío mientras me giro para enfrentarlo.

- Me veo bien —digo, haciendo una mueca insegura.

- Te ves hermosa —me responde con una sonrisa.

- Gracias, estaba en duda, sabes —le digo mientras camino hacia él, dejándome envolver por su aroma. Se ve demasiado guapo con el traje azul a medida, la corbata fina del mismo color, la camisa blanca y los zapatos casuales.

- No deberías tener dudas. Ni yo lo hubiera escogido mejor —me dice, sin dejar de mirarme— Te ves perfecta.

- Eso quiere decir que aceptas que tengo buen gusto —lo molesto.

- No siempre, pero esta vez has acertado —me responde, lo miro sorprendida

—. ¿Me visto mal entonces?

- Por tiempo —responde riendo— Es broma, nos esperan abajo. —Entrelazo mi mano con su antebrazo — También quería comunicarte que Ramírez será el padrino de la boda, si es que no te molesta, claro.

- ¿Él sabe sobre esto? —le pregunto, asombrada.

- Para nada, aunque no se lo cree del todo.

- Azael Britt ha sido atrapado por su asesora de contratos —rio.

- Más o menos —dice, mientras terminamos de bajar las escaleras— ¿Lista? —pregunta, mientras miramos desde el fondo del pasillo hacia el jardín.

- ¿Qué más da? —respondo, y caminamos hacia el jardín.

- Buenas noches, damas y caballeros. Con ustedes, los futuros esposos, el señor Azael Britt y la señorita Janine Dávila —anuncia la señorita con el micrófono. Aplausos estallan mientras cenamos.

Azael no suelta mi mano durante todo el proceso hasta llegar al escenario recién construido. La señorita le entrega el micrófono a Andriel, quien nos saluda junto a su familia con una sonrisa.

- Qué gusto que todos ustedes estén aquí celebrando esta pequeña reunión de ensayo para mi hijo y mi querida nuera —dice Andriel. Le devuelvo una sonrisa forzada— Disfruten de la velada amigos míos —aplaude.

La familia nos felicita y, cuando pensaba que la incomodidad había terminado, mi querida amiga, Carolina, que se note el sarcasmo aparece vestida de manera provocativa.

Verla solo me revuelve el estómago.

- Si aplaudan por los novios, no se ve bellísima. Les deseo lo mejor de todo corazón. Sé que algunos piensan que, como fui ex de Azael, no iba a estar invitada, pero estaban equivocados. Somos grandes amigos y hasta seré la dama de honor —concluye, dejándonos a todos con la boca abierta.


Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora