- ... ¿Me estás escuchando, Katsuo?
- Eh, ¿qué?
El pequeño chico de piel morena se encontraba absorto en sus pensamientos, miraba hacia la blanca pared que tenía algunos diplomas enmarcados decorándola, estaba vestido completamente de rosa, una camiseta holgada color rosa con algunos toques de blanco por ahí y por allá. Unos jeans color rosa que a primera vista parecen que fueron pintados en casa, con rasgaduras en la zona de sus muslos, haciendo que se notasen más.
Todo el que lo veía, lo consideraba un chico adorable, un chico que se preocupaba por sus notas, que tenía todo lo necesario para ser un buen líder, destacar en su clase, ser un padre responsable y vivir una vida de cuento de hadas... uno que no necesitaría tener una cita con un psicólogo.
Él era todo lo contrario.
Aunque Katsuo era un chico adorable por fuera,-eso no lo negaba-por dentro era todo un depravado, un pervertido que nadie podía controlar cuando éste alcanzaba el éxtasis, una de esas personas que tenían tantos fetiches, que ni siquiera podrían contarlos. Una mente totalmente corrompida. Pero no por eso se encontraba en una sesión con su psicólogo, lo que le llevaba ahí eran sus incontrolables ganas de comer algodón de azúcar a cada maldito segundo del día.
-... Y bueno, Katsuo -preguntó aquel hombre con una bata blanca frente a él- ¿Cuándo empezó todo esto de tu adicción?
- Pues creo que cuando era un niño, ah, siempre me ha gustado, es un alimento que lo encuentro delicioso.- dijo mientras jugaba con sus manitas.
El hombre de bata blanca quedó en silencio.
- ¿Acaso el algodón de azúcar te trae algún buen recuerdo de tu infancia?
- ¡Oh, claro que sí!- dijo exaltado- me recuerda a mi mejor amigo, mi mascota, Koram. El algodón de azúcar es casi tan suave como su pelaje y además huele bien. Verá, cuando Koram murió, caí en depresión. Era la única perso-... amigo, que me escuchaba en las buenas y las malas.
- Lamento tu pérdida, pero, ¿Y tu madre no escuchaba tus problemas?
- Ella sí los escuchaba, cualquier buena madre haría lo que sea para entender a su hijos, ¿no? Ella los escuchaba aténtamente, o almenos eso creía. Cuando terminaba de contarle a mamá mis problemas, siempre respondía con un "Haz lo que diga tu corazón, Kats" así que hubo un tiempo en el que dejé de informarle a mi madre sobre mí y me refugié en Koram, es decir, demonios, ¡¿Sabe usted lo difícil que es que tu madre te tome en cuenta o que te diga algo 'coherente' de acuerdo al tema?!
Hubo un silencio incómodo.
- Claro que no es difícil -continuó el chico- pero, al parecer, a mi madre se le dificultaba.
- Ya veo -dijo para luego tomar una pequeña libreta roja de su escritorio y escribir algo en ella -Creo que el tiempo se nos ha acabado, Katsuo. Te veo la próxima semana.
El nombrado se levantó rápidamente para recojer un pequeño morral donde guardaba todo. Ansioso, se fue encaminando hacia la puerta para ya salir de ese consultorio.
- Oye, Katsuo -llamó su psicólogo- necesito que me hagas un favor antes de que te vayas.
Katsuo se detuvo ante su llamado. Esperando que no pidiera lo que creía que pediría.
- ¿Qué necesita? -preguntó nervioso.
- Muéstrame tu morral.
Mierda.
- No creo que sea del todo necesario, señor. Dejémoslo para la próxima cita, ¡Adiós! - fue de nuevo hacia la salida.
- Katsuo... -el mayor cruzó sus brazos.
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Cotton Candy [+18 OneShot.]
Fanfiction-... ¿Por qué sólo comes algodón de azúcar, no te hará daño? - No puedo evitarlo... es delicioso. ♤ 🍦 Hisotria 100% mía. 🍦 Relaciones sexuales con menores de edad, se pide discreci...