Dormido

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Al despertar, Tom sintió que todo estaba bien en el mundo. Su cabeza  reposaba en un pecho que subía y bajaba, en una respiración arritmica. Jake seguía dormido, pero no abandonó la mano en la cintura de Tom. En ningún momento tiró de  la sábana ni le hizo a un lado. Al contrario, aún entre sueños, seguía aferrándolo a su cuerpo, como protegiéndolo de las pesadillas.

¿En qué estaría soñando?, se preguntó Tom, apenas desperezándose. Aún no quería levantarse de la cama, aunque su vejiga estuviera insistiéndole en que debía hacerlo.
La razón era simple: No se acostumbraba a esa imagen.

La cabeza de Jake sobresalía del borde de la almohada. La boca entre abierta, y ese sonido que a otro le habría molestado, a Tom le derretía: sus ronquidos. Sí, a veces interrumpía su descanso, a veces no estaban cerca de ser acompasados, pero había un gusto casi egoísta por estos. Él era el único que los escuchaba. Eran ruidos involuntarios, únicamente emitidos para él.

Esos detalles, esas «imperfecciones», eran las cosas que Tom más apreciaba. Él dormía en los brazos del Jake verdadero: el que ronca en un sueño profundo y el que deja vacía la jarra en la nevera. Al que le gusta ser mimado mientras come y el que tiene ataques de ira contra el celular. Ese que ama poner su pierna encima de Tom, para exigir caricias y masajes ante el dolor de rodilla.

Ese que al que ha descubierto fumando a escondidas hasta cuatro cigarrillos por estrés. Luego, Tom recibe besos sabor a nicotina y menta para disimular, mientras unos ojos cansados le miran.

«Cuando te abrazo, recargo baterías». Dijo en una ocasión y Tom le apretó más contra sí, esperando no tener que separarse jamás.

Tom miró su rostro. De cerca su nariz era incluso más atractiva. El como sus fosas se abrían y cerraban. La forma de sus labios, adornada por esa barba incipiente. Sí, Jake dormía, pero Tom era el que se sentía en un sueño.

Al despertar sobre ese corazon, Tom pensaba que, hace tan solo unos meses, apenas hablaba con su representante sobre trabajar con el mayor. La idea le hacía sudar las manos: ¿Le caeré bien? ¿Será tan agradable como creo? ¿Será raro si le pido un autógrafo?

Pero Jake resultó ser más que agradable. Conectaron instantáneamente. Ese momento en el restaurante, en que ambos untaron las papas fritas con helado, y rieron cómplices, sintió que una buena amistad comenzaría.

Ahora eran mucho más. Cada sábado veían juntos «La ley y el orden: UVE» sentados en el sofá. Ese que escogieron juntos, para el apartamento que rentaron desde que necesitaban despertar cada día al lado del otro. Las piernas de Jake servían de cojín. Todo él era cómodo y cálido. Incluso cuando se comía la mayor parte de las papas fritas y le embarraba la cara con mantecado en broma, para después terminar lamiéndose cada centímetro de piel.

¿Cómo fue posible que hayan llegado a ese punto? En ese en el que solo abrazarse todo se siente en su lugar. En el que hundir su rostro en su nuca, inhalar su aroma y quedarse dentro de Jake le hace creer que está viviendo en sus fantasías. Pero sabe que cada cosa que ha vivido estos meses es más que real. Que estar dentro de Jake casi todas las noches, que hacerle suyo, poseerle, entregarle algo que desconocía de sí mismo, eran hechos tan ciertos como que la tierra gira.

Poseerle.

Tom sentía miedo de sus propios pensamientos. Esa posesividad bestial por cada aspecto de Jake, de sus gustos, de sus defectos que le parecían incluso más dulces que sus virtudes. Todo. Estas cosas en las que Tom jamás se creyó capaz de pensar el cómo le afectarían. Por Dios, Tom juraba que si tuviera la oportunidad, jamás despegaría la vista de Jake, de su cara, de su cuello, incluso de sus pies.

—¿Hace cuánto estás despierto?— preguntó Jake en medio de un bostezo. Fijó la vista en el chico y luego posó sus dedos en su cabello, dibujando círculos.

Tom tosió un poco. Esos ojos adormecidos y lagañosos le escudriñaban. Sentía que le dejaban más desnudo aún, como si la sábana que lo cubría no existiera bajo esa mirada.

—Hace nada...
Jake rió y apretó su mejilla.
—Mientes muy mal para ser tan buen actor...
Tom cubrió su rostro en el velludo pecho, ¿Era posible sentir más vergüenza?
—Está bien —Jake volvió a bostezar antes de hacer ademán de levantarse.
—¿Quieres tortillas de desayuno? —preguntó buscando sus bóxers en el suelo. Tom se quedó en la cama, abrazando la ausencia del gran cuerpo que se había levantado y ahora exhibía su espalda amplia y los glúteos apetecibles. Tom lamió sus labios.
—Sí, ¿te ayudo? —dijo y notó que Jake, por la mirada que le daba, suponía todo lo que estaba pensando. A veces, Tom era demasiado obvio.
—No, quédate descansando, ayer te esforzarste mucho, honey —respondió guiñando un ojo cuando encontró finalmente su boxer. Se acercó de nuevo a la cama. Rió por la reacción del castaño que aún no se acostumbraba a los comentarios picantes. Luego, besó su frente y apretó su nariz —. Pequeño semental.
—¡Jake!
—¿Qué? —preguntó burlón y le despeinó más— Espérame, te lo traeré a la cama.

Tom suspiró y al verse solo en la habitación se envolvió más en las sábanas, como si así cubriera su vergüenza. Reparó en la almohada y atrapó en sus dedos algunos cabellos de Jake. Los acercó a su nariz y se quedó todo ese rato, fascinado con lo que este amor le llevaba a hacer.

—En verdad, eres tiernamente raro, Honey.

Tom miró asustado hacia la puerta. Jake estaba recargado en el umbral, brazos cruzados y sonrisa pícara —¿Por qué no vienes a la ducha y me hueles de cerca?

Corrección.
Sí se podía estar más avergonzado.

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Gracias por leer este pequeño fragmento de mi imaginación ❤️

Quiero agradecer también a  Amatolibertades por tomarse el tiempo de diseñar una verdadera portada para este OneShot. En serio, este detalle me derritió el corazón.

Hasta pronto.

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2019 ⏰

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