Capítulo único

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Recuerdos que llegan a su mente disipados, nublados y casi perdidos por el tiempo que había pasado desde aquel entonces. El momento en el que no quieres volver atrás, pero al mismo tiempo quieres rememorar el pasado, aunque fuese algo ridículo, aunque ya no existiese, aunque el pasado fuese imposible de recuperar. La tela era rugosa, estaba vieja y resquebrajada por las heridas que en aquel pasado sucedieron. Irónicamente, al acariciarla sentía una gran sensación de nostalgia, aquel recuerdo siempre perduraría en su mente.

Inspiró profundamente, con algo de cansancio, miró por la ventana, era de noche, una noche limpia y preciosa sin nubes, con las estrellas y la luna iluminando el arcén y los edificios. Volvió a mirar aquella rasgada y rugosa tela, ¿Que podía salir mal? Ya había muerto muchas veces con ese traje, más manchado de sangre no podía acabar, ¿no? Además, al día siguiente amanecería como todos los días en caso de sucederle algo.

Recordaría el pasado por esa noche, recordaría de nuevo el pasado por última vez en el presente, después lo guardaría por siempre y lo tendría como una reliquia antigua y perdida, como la reliquia que fue para la ciudad entera en aquellos tiempos. Y que ahora regresaba por última vez a satisfacer la curiosidad de los que todavía aguardaban esperanzados su regreso desde la ventana de su habitación. Rezando porque el ángel guardián del pueblo no se haya ido para siempre.

Tomó el antifaz y se puso la tela morada, que a pesar del tiempo y la rugosidad externa, seguía siendo suave y térmico por dentro, acordándose de ponerse los calzones por fuera, detalle íntimo para su comodidad, por sorprendente que parezca. Sentía la fuerza por dentro y sonrió de lado al verse al espejo roto de su cuarto, solo le faltaba la capa, la misma que se colocó con elegancia, frente al espejo, la ató mirando el reflejo y, después, procedió a ponerse la capucha. Bueno... El traje apretaba un poco, pero no iba a negar que eso marcaba más el cuerpo, los músculos y...

¿Para que mentirnos? También marcaba paquete, y eso, quieras que no, también influye en su personalidad de héroe al conquistar a las chicas por sus heroicos rescates o ataques.

Inspiró profundamente y abrió la ventana de su cuarto, permaneciendo sentado en la repisa de la misma durante unos segundos, pensando si era bueno idea hacer eso o la gente se iba a reír de él, aunque... Ahora no tendría que haber nadie en las calles más que los problemas, ¿No?

Perfecto, pregunta y vergüenza existencial, superada, ya podría salir.

La ciudad estaba tranquila, todos dormían placenteramente, ignorantes a que por encima de sus techos, la sombra pérdida volvía a hacerse visible, corriendo de tejado en tejado y saltando sigiloso para que nadie lo escuchase. Teniendo extremo cuidado en no captar la atención de nadie y asegurarse de que todos estuviesen a salvo. Al llegar al parque infantil, vio que el ambiente estaba tranquilo, no había adolescentes haciendo botellón, ni teniendo relaciones en un arbusto, ni botellas de alcohol tiradas, por parte de los árboles no había papel higiénico, ni huevos, ni pintura en spray, si, aquellas cosas que solían haber cuando era pequeño, también pudo ver una sombra saltar de árbol en árbol y camuflarse entre ellos con maestría, luego también, los baños tolerantes de género indefinido junto a los femeninos y masculinos y... Espera un momento...

Miró los árboles de nuevo, juraría haber visto una sombra, pero ahora mismo no estaba cien por cien seguro de lo que había visto, bien podría ser una ardilla o un pájaro, pero era demasiado grande para ello. Escaló uno de ellos con el ceño entrefuncido, buscó, buscó desesperadamente aquella sombra de nuevo, llegó a un edificio, buscando desde arriba a ver si veía de nuevo aquella cosa o persona, hasta que la vio de nuevo. Saltar de un árbol a otro y utilizar una rama de soporte para dar una vuelta completa y saltar sobre un tejado, aferrándose al filo con las manos, quedando así, boca abajo, haciendo el pino, después acabó de dar la vuelta para pisar sobre seguro y estirarse, se aseguró a ponerse la capucha para que no se viese su rostro. Después se giró hacia su persona.

119.- Recuerdos (Kenny x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora