Capitulo único

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Desde muy pequeña se me llamo hipócrita, pero eso nunca me molestó pues conocía sus razones tan bien como sabía que estas eran válidas. Esas razones fueron mi carácter débil y, a lo que yo llamo, mi personalidad contaminable.

Debido a esos factores fui rechazada, la llamada rara e incluso loca. Una chica incapaz de mantener un estilo, siempre cambiando, siempre fingiendo. Una chica que, cual Nico de Nanbaka, se ve influenciada por todo y por todos a su alrededor. Una chica cuyo único rasgo inalienable era su ira.

¿No crees que es triste ser una chica tan llena de enojo, de furia que tuvo que recurrir a robar los rasgos de otros para ocultar el propio? Pero bueno así es la vida, además yo solo les estoy contando un poco de mí.

Verán todo inicio a mis, si no me equivoco, 7 años cuando mi querida tía me insulto más de lo habitual por ser incapaz de memorizar cosas tan simples como colores, números y animales en ingles y español. Recuerdo que después de su retahíla de insultos que duró una hora escuche lo que para mi sería mi salvación. Mi madre había llegado, recuerdo que corrí hacia ella entre y entre lagrimas le dije que mi tía me estaba gritando mucho y me estaba tratando mal. Mi madre, como toda buena madre soltera y cansada de trabajar me dio un kit de lápiz, goma y estuche y me dijo toma esto y regresa al cuarto, estoy cansada y no quiero saber de ti. Recuerdo que fue la primera vez que sentí tanta ira, bueno en ese momento solo era una sensación de quemazón dentro de mi aunado a un subidón de energía, aunque claro dicen que los niños no odian ni guardan rencor, por lo tanto para ese par de señoras que yo destrozara el cuarto y gritara como loca fue solo un berrinche más.

Tiempo después se dio otro incidente pero esta vez en una fiesta de cumpleaños, una niña quería el columpio que recién yo había ocupado y cuando me negué a prestárselo diciéndole lo acabo de ocupar, déjame un rato y te lo cedo la niña se fue por su hermano el cual me quito del columpio tirando de mi cabello. En ese momento lo volví a sentir, aquel fuego volvió a correr por mis venas dándome la suficiente fuerza para tomar el columpio con todo y niña y aventarlo hacia el hermano partiéndole de paso el labio. Ese día fue el primero en que mi tía se preocupo por semejante arranque de ira, aunque al conocer las circunstancias los adultos se vieron un poco más comprensivos.

Así paso el tiempo y descubrí que aquel fuego tenía un nombre según su intensidad. Cuando apenas es una brasa alojada en el pecho es enojo, una vez que estalla en flamas violentas que recorren cada parte del cuerpo se llama ira, cuando viaja por tus venas como si te recordara su existencia se llama rencor y cuando se instala en tu cabeza cual voz susurrante se llama odio. También descubrí que si acumulaba suficiente rencor la flama estalla pero puede hacerlo de diferentes formas y con diferentes colores. Así cuando me agreden físicamente mi flama estalla cual remolino de fuego rojo quemando, implacable y violento, todo lo que se cruce en su camino. Cuando me agreden de una manera a la que llamo chingaquedito la flama crece, poco a comparación de la otra, y de un tono azulado que quema gravemente todo aquello que se atreva a subestimarlo.

Sin embargo yo sabia que eso no era correcto, no debía dañar gente solo porque ellos lo hicieron primer, lamentablemente a esas alturas era difícil para mí controlar mi odio hacia todo y todos, pues este ya había echado raíz en mi conciencia, en mi esencia como persona. Así fue como acabe dejando mi esencia de lado y adoptando todo aquello que era bueno de los demás.

Empecé a expresarme como las personas con las que me juntaba, al principio para todos era normal pero notaron que había algo raro en el momento que me relacioné con personas que pertenecían a más de un grupo. Así como hablaba fresa con el grupo de la izquierda, al voltear y hablar con los rebeldes de la derecha me volvía despectiva. Eso no fue del agrado de ellos, era una hipócrita que haría lo que fuera por encajar, que no tenia chiste propio, que copiaba a los demás.

En que dilema me metieron, ¿ser yo estaba mal pero también ser como los demás? Aquella confusión regreso a mi aquella esencia que creía perdida, sin embargo esta ahora estaba corrupta, podrida. Fue en ese momento es que me volví la hipócrita que ellos tanto decían que era. Mientras sonreía y dócilmente hacia lo que me pedían en mi interior planeaba el modo perfecto de quemarlos, escuchar su llanto y posteriormente verlos marcados.

¿Tú qué opinas?, ¿soy hipócrita, o estoy podrida?, solo he de recordarte algo, piensa bien tu respuesta pues puede que te de la razón con una sonrisa pero en el fondo la hoguera ya estará prendida.

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⏰ Last updated: May 28, 2019 ⏰

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Hipócrita o podrida Where stories live. Discover now