Miras a tu alrededor y todo es oscuridad, y todo en realidad no tiene mayor importancia. Todos están en sus asuntos, en sus cosas, charlando quizás, acompañados al fin de cuentas y quizás tu deberías estar charlando también, charlar de cosas importantes. No de cosas triviales que normalmente habla la gente de nuestro alrededor. Deberíamos hablar de la extinción de la raza humana, hablar del mono que llevamos dentro y la necesidad de luchar por nuestro territorio aplicando violencia alguna vez. No me digas que color es tu favorito, eso cualquiera lo podría saber, a mi cuéntame y háblame sobre los ventrículos y paredes del corazón, háblame de toda la anatomía humana si quieres. Dime que piensas cuando estas en soledad en tu cuarto, cuando no estas en Facebook, Instagram o cualquier red social que utilices, a mi dime, platícame si confías en los visionarios que vende la sed cuando sobra agua.
Si miras por tu ventana esperando a que algún milagro pase. Pero tu eres el milagro esperando ser visto detrás de la ventana. Observas y piensas, pensamientos ahogados en soledad y esperanza, esperanza de ser visto. Con caballos galopeando en sus mirar, con pasión y ternura de la pasión. Intentas reflexionar acerca de tu vida, de tus actos y solo encuentras vasos sucios y soledad. Piensas en Hemingway volviéndose loco en un cuarto sucio y poéticamente bello. Tambien recuerdas a bukowski caminando con locura en las calles de Nueva Orleans buscando lo que todo hombre y mujer busca; inspiración.
Crees que estamos perdidos, pero no es así, no todos nos perdemos en las lecturas, a unos no les quita el sueño. A otros les deja un dilema mental, y te quedas en tu cuarto evacuando una diarrea de pensamiento acerca de la vida y acerca de charlas que podrías haber tenido si no te hubieras quedado detrás de la ventana esperando un milagro. Pero tu eres el milagro esperando ser visto detrás de aquella ventana.
Hablar de cosas importantes, de los poetas que saben que si tiene un lápiz en el bolsillo llevan en el un paraíso. O no hablemos, nos quedemos callados, podemos solo ver a la gente pasar, podemos hacer eso. Sentarnos en una banqueta, quedarnos en silencio, y escuchar, solo sentarnos y escuchar. Escuchar las pisadas de las otras personas y por que no, escuchar hablar a esa gente también. Tal vez lo nuestro no sea hablar, pero si escuchar. Toleraría tu presencia silenciosamente milagrosa. Hay personas que tal vez no tengan sus palabras amontonadas y el habla sea un arte para ellas. Y entonces hablarían de los orígenes, de nuestro génesis. Nuestro origen no solo humano o terrestre si no cósmico.
Pero no sucede cosa alguna, solo estas tu y tu imaginaria charla con alguien, no importa quien, pelo largo, pelo corto y nada de pelo, no importa si es un vagabundo o si no es nadie, si es mujer u hombre, no por sexo, no por conquista, si no, por conquistar las literaturas perdidas en las mentes lejanas de otras. Pero solo miras por tu ventana y esperas un milagro mientras hablas con nadie de cosas importantes.