→born to die;;
Que mis pies no me fallen, que me lleven a la tierra prometida. Mi corazón se rompe con cada paso, pero no me detengo. Ya no me detendré, no por ellos. Me entristecieron, me hicieron llorar, me hicieron sangrar. Y ahora cada palabra que escribo, la escribo con lágrimas, con mala sangre, con amarga bilis, bien mezclado todo ello con vergüenza y culpabilidad. Y entre todo ese dolor, se encuentra la semilla del odio lacerante bien sembrada en el fondo, brotando. Se lo merecen, me repito, se merecen mi sangre espesa y el cierre de mi piedad, de mis escrúpulos faltos que dan lugar a mi deseo siniestro. ¡Ellos convirtieron mi dulce leche materna en la hiel que puebla mis entrañas! ¡Le pido a la maldad que me llena, que me desborde de la más profunda crueldad! Que cuando la hora llegue, la sangre que corra de su herida me muestre a mí, que vean mi rostro y sepan que fui yo el que les dio la muerte.
¡Bastardos! ¡Canallas! ¡Monstruos! No escaparán de mi dolor y amargura, de mis lágrimas rojas, del castigo de una madre sin hijo. De la tempestad de ira que estalló y estalla en mi interior.
Los veo pasar ante mí, riendo. En especial Black, con su brillante cabello negro y su metro noventa de estatura. Hermoso, y con las manos manchadas de la sangre de mi bebé. Pero él no se detuvo y miró sus manos, no lloró en remordimiento y dolor, no vio la mancha carmesí descender de mis piernas hasta el sucio suelo del bosque, él no sabe nada.
Tampoco lo sabe Potter, con su rostro galante y copete bien peinado. Con sus dos centímetros más alto que Black y sus feos lentes redondos. Me salvó a mí, pero no a mi hijo. Y me salvó, para salvarlos a ellos. Yo no le importo, soy un daño colateral; su objetivo siempre fue evitar la sucia condena a sus fatídicos amigos. Sus compañeros del terror, de la muerte. Y él se planta ante mí, y me mira a los ojos. Quiero sacar el puñal que he usado contra mí anteriormente y enterrarlo en el venoso y fuerte cuello de un solo golpe. Quiero apuñalarlo hasta cansarme, hasta bañarme de rojo.
Pero entonces Lupin, culpable de todo, lo tira del brazo. Se miran, y bajan la cabeza.
— No me sirve tu culpa, Lupin. Nada me devolverá. — Le digo con coraje, con la frente baja y los ojos furiosos. Lupin hace una mueca, las cicatrices de su cara se arrugan y las venas de su mano se muestran y me pregunto si ya lo sabe. Si sabe lo que hizo.
— Escucha, yo lo siento.
— No me importan tus sentimientos, ya nada me importa. — Mis voz tiembla, y siento la quema de mis párpados que traen consigo las lágrimas rebeldes. Black me interrumpe.
— No fue para tanto. — Con sus dos huevos, con toda su hombría, osa decirme eso.
Entonces me rompo, y pego en un salto un manotazo a su tan lejana cara perfecta. Le araño la mejilla, y la sangre brota de la herida furiosa, como gotitas de rubíes.
— ¡Cierra tu puta boca, monstruo! — Potter me sostiene de la cintura, mientras yo, ensañado, intento atacar de nuevo. — ¡Tú y tu bestia! ¡Monstruos! ¡No saben, no se imaginan lo que hicieron! ¡Me arruinaron, me mataron! ¡Dios sabe lo que me hicieron, lo que lloré! — Para este momento, sólo grito balbuceos entre lágrimas y saliva. No es entendible, sólo mi dolor y mi odio.
Potter me aprieta entre sus brazos, e inconscientemente yo me reclino en su cálido pecho de hombre. Los odio, los odio.
— Pagarán... ustedes, ustedes pagarán. ¡Con sus vidas, con sus carne y sangre, pagarán!
— Estás loco. — Me dice Black, con Lupin curando las heridas de su rostro. Temo no haber podido arrancarle el ojo gris con mis uñas de madre dolida. — Estás loco, enfermo.
— Sí, ¿qué carajos, Snape? — Escucho a una chica decir, no figuro quién. No me importa tampoco, quién habla con tanta ignorancia y orgullo. Sólo me revuelco en mi dolor y la calidez del cuerpo de mi enemigo.
Estoy cansado. Quiero a mi bebé de vuelta. ¿Por qué no puedo tenerlo de vuelta? ¿Por qué me lo quitaron? ¿Por qué?
— ¿Por... por qué? Mío... era mío... ¿por qué? Ahora... ahora ya no verá el Sol. — Y es verdad, las mañanas de cielos azules, rojos y amarillos jamás tocarán su piel con rayos de Sol. Jamás jugará con trenes, jamás vestirá la ropa que le tejeré, jamás me acompañará a la tumba de mamá y le dejará flores a su abuela. Jamás recogerá esas flores conmigo en el jardín, jamás escucharé su risa, sus berrinches por un juguete nuevo, sus pucheros cuando no le guste la papilla, jamás jugaré a las escondidas con él, jamás verá a su padre, jamás dormirá conmigo, jamás...
Grito de dolor entre mi llanto, y Potter no deja de abrazarme.
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g o d k n o w s i l o s t / / james ✗ severus
Fanfiction→ La noche en la que Sirius Black mandó a Severus Snape a las garras de Remus Lupin se perdieron más cosas de las que él se habría imaginado jamás. Ahora el vientre de Severus estaba vacío de vida, así como su corazón. ¿Podrá James hacer algo al r...