20. Reímos hasta que nos duelan las costillas, pero eso nunca será suficiente

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A Yuri le gustaba ver películas. En su infancia recordaba haber visto películas en ruso, en inglés, en español y algunas en francés. Acostumbrado a ver solo aquellas que transmitían por algún canal local en el televisor de su casa, tenía que conformarse con las que estuviesen disponibles, sin oportunidad de elegirlas por género, trama o audiencia.

Por la misma razón, al ver a sus compañeros que llevaban un par de minutos tratando de decidir acerca de una película de súper héroes y otra película de súper héroes —al parecer la diferencia era la cadena de producción—, no podía evitar rodar los ojos.

—Sara, hemos visto Mujer Maravilla al menos tres veces.

Sara volteó a ver a su hermano con el ceño fruncido, y su cara parecía preguntarse que tenía que ver eso con cualquier cosa.

—Nunca. Repito, nunca son demasiadas veces para ver Mujer Maravilla.

En realidad, los que peleaban de nuevo eran los dos hermanos, porque de resto, Leo casi se quedaba dormido, Guang-Hong miraba ocasionalmente de un lado a otro, demasiado tímido como para opinar en medio de una discusión, Mila utilizaba el teléfono y Otabek no parecía querer decir nada.

El juego que había propuesto Leo murió de manera rápida, porque el único que parecía haber hecho las cosas que mencionaban los demás era Otabek. Así que lo último que habían decidido era ver una película en una de las habitaciones del segundo piso.

—Esto es ridículo —dijo Michele.

—Otabek, dinos, ¿crees que era necesaria una nueva película de Spiderman?

Esa vez fue el turno de Yuri de fruncir el ceño, porque no podía creer que hubiesen cambiado de tema desde qué película ver, a conversaciones relacionadas con líneas de tiempo y personajes.

Otabek se encogió de hombros.

—No me gustan mucho las películas de súper héroes —dijo.

Michele actuó como si le hubiesen dado una puñalada, por un momento Yuri pensó que Sara lloraría y Mila, quien hasta ese entonces ni siquiera les había prestado atención, volteó a verlo.

—No puede ser.

Leo se movió.

—A Otabebé solo le gustan las películas indie donde los personajes encuentran el significado de la vida y hay finales tristes —dijo—. Todo un chico de artes.

—Pues hoy veremos una película de súper héroes —dijo Michele.

Guang-Hong se arrastró de manera diligente al otro lado de la habitación, donde se encontraba Leo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

Leo se agarró a sus brazos y se restregó contra él, de la manera en la que solo una persona que está borracha puede hacerlo.

—Estoy mejor ahora, gracias.

Yuri se quedó mirándolos. No entendía en absoluto la relación entre esos dos y si esa clase de demostraciones ocurrían a menudo o no, pero como nadie actuaba como si eso era algo fuera de lo común, lo dejó pasar.

—¿Ustedes de donde se conocen? —preguntó Sara.

Guang-Hong volteó a mirarla.

—Somos vecinos —dijo, y le pasó un vaso de agua a Leo con cuidado, enderezándolo en el suelo para que no se ahogara—. No estudio en el internado.

—Bien —interrumpió Michele, algo receloso de que su hermana mantuviera una conversación con cualquier otro chico que no fuese él—. Veremos esta película.

Handsome Devil [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora