Él está sentado solo en el banco del parque, mirando el paquete de cigarros en su mano, aunque él no fuma. Apenas tiene dos decadas viviendo, pero ya ha visto y experimentado demasiado. Con 15 años, en la edad de su despertar rebelde abandonó su casa en busca de un sueño, con nada más que un manuscrito y una mirada inocente que no cedía ante la apatía de sus padres. Viendo hacia atrás se pregunta si de verdad ha valido la pena.
Lo logró, se hizo famoso, la gente lo aclama, lo llaman genio y visionario. Ahora la privacidad es un privilegio que tiene que robar, y su esfuerzo queda a un lado, después de todo: "Es un genio, es esperado que haga cosas grandes.". La verdad es que está cansado y molesto.
Molesto con el mundo por no apreciarlo y desechar su esfuerzo llamandolo "genio", molesto consigo mismo por dejarse llevar. Tratos con editoriales, cambios a su primer manuscrito, vio torcer su inocencia en las calles y luego vendió su esencia a los editores. Lloró, sudó, sangró por sus escritos.
Todo para terminar siendo un genio.
Se levanta del banco, la conversación consigo mismo va a un lugar al que él no quiere volver ahora mismo.
Ella solo paseaba su perro, quien diría que el animal tendría tantas ganas de correr hoy. Tantas como para obligar a su dueña de 16 años a correr detrás de él. No se dió cuenta de sus alrededores, e impactó contra él.
El la atrapó con un brazo y con el otro tomó la correa del perro, evitando que este siguiera su curso y deteniendolo efectivamente.
Ella solo pudo separarse apenadamente. Y trató de formular una disculpa.
-Yo... lo siento, no se que le pasa a Charlie hoy. Gracias por detenerlo se-
Apenada apenas pudo ver la cara de la persona con la que se había estrellado, pero solo un vistazo fue suficiente. Su boca se secó, sus piernas perdían la fuerza.
-Ray Hill. Tú eres Ray Hill, escritor de "Lex Divina." Oh Dios mío.
Pero algo estaba mal. El hombre que había escalado con sus manos desde abajo era una inspiración para los jovenes, un estandarte que les demostraba que podían cumplir sus sueños si trabajaban lo suficiente. Para ellos su historia era la de un héroe
Pero el hombre frente a ella tenía una mirada cínica y perdida. Este no podía ser el mismo sujeto que sobrevivió durmiendo en las calles de Bangkok con una sonrisa, que desafió los estandares de literatura actual.
-El que viste y calza. -Le responde sarcásticamente, y al observar la mirada incrédula de la chica el sabe lonque está pensando. -Las historias son ciertas, todas.
-Pero tú...
-Soy muy diferente de lo que les pintan, ¿no es así, niña?
Ella asiente. Su presencia es fuerte y ella siente un aire de peligro, y eso es encantador para su subconsciente adolescente, así que no puede hacer nada más que asentir. Ella nota la caja de cigarros en su mano, pero opta por no preguntar.
-Es porque he cambiado, escribí esa historia hace mucho tiempo, y la verdad, apenas me importa.
Ella quiere decirle que solo fue hace 2 años y que importa más de lo que el le da crédito, pero se calla. La manera en que lo dice hace parecer como si fuera un anciano arrepintiendose de las cosas que nunca hizo, o de las que sí hizo.
Y ella lo acepta, porque, ¿quién es ella para contradecir al gran Ray Hill?
-Mi nombres Crystal. Un amigo mío es escritor también. -Es lo único que atina a decir. El asiente con desinterés, y le entrega la correa de su perro.
Ella intenta usar los trucos que usa con sus amigos para conseguir lo que quiere, parpadea con sus ojos azules y sus pestañas largas, de la manera más femenina que puede.
Pero el no es un adolescente. Así que solo se va, dejandola ahí parada. El desaparece después de ese encuentro, nadie lo encuentra. Pero hay rumores de que sigue viviendo en esa ciudad.
Ella se había encontrado con un Dios.
Este encuentro es suficiente para cambiar el comportamiento de ella, Se obsesiona con él, con encontrarlo, porque no entiende como su héroe se había transformado en un cínico hijo de perra. Sus amigos notan el cambio en Crystal, esta comiendo y durmiendo menos, es irritable, se ve cada vez más triste.
Y ellos intentan persuadirla de que deje de buscarlo, porque eso esta carcomiendola por dentro. Y es doloroso observarla. Pero ella los ignora y continua persiguiendo la sombra del escritor.
Hasta que un día conoce a una mujer, una mujer que se le hace conocida. Hasta que por fín se da cuenta. Ella tiene la misma presencia de Ray. Cínica y rota. La mujer la mira desde el otro lado de la calle, mientras un cigarrillo adorna sus labios pintados en rojo brillante. La mujer camina hasta hacia ella y Crystal la mira extrañada. Sus ojos son dos pozos de azul celeste y su cabello salvaje esta atado en una cola de caballo.
Y la mujer se ríe, una risa desagradable que deja confundida a Crystal.
-Así que tu eres esa chica... Es gracioso, no eres nada como el te describió. -Dice, mientras deja caer el cigarrillo y lo aplasta con sus botas.
-¿Disculpe?
-Ray. Habló un poco sobre tí.
Y una epifanía golpea a Crystal, está era Diana Moon. La editora estrella encargada de Ray.
-¡¿En serio, sabes donde está?! -Sus palabras suenan esperanzadas y casi felices.
Y Diana suprime un gruñidonde frustración.
En vez de eso se ríe, de esa manera tan desagradable y perdida que sale tan natural como si fuera el resultado de años de práctica. Tal vez lo sea. Y mira a Crystal a los ojos.
-Déjalo ir, cariño. El no es el tipo de hombre que deberías estar persiguiendo, no es tu tipo, y tú no eres su tipo.
Y con esa cruel sonrisa se burla de la existencia de Crystal. Y ella no puede hacer nada más que contemplar a la Diosa despeinada cuando se va.
Después de unos meses Crystal al fin lo encuentra. El se ve más molesto y ella corre directo hacia el. No le importa si parece desesperada, porque está desesperada.
Y la reunión que ella deliraba al fin estaba pasando.
No era una reunión feliz.
La sonrisa de el es sútil, casi imperceptible.
-¡Hola Ray! ¿Me recuerdas? -Dice con una gran y alegre sonrisa.
Y el quiere burlarse. Patético, es lo que piensa. ¿Como es pósible que alguien pueda seguir siendo tan inocente. El está casi celoso, pero, el ha visto los horrores y errores del mundo, ella no. Así que no sabe ser otra cosa más que inocente.
La risa desagradable que deja escapar le provoca escalofríos.
-Se lo que quieres. -El le dice, y su semblante cambia a uno más serio.
Y en ese instante Ray captura los labios de Crystal con los suyos, dejandola sorprendida, sonriente y sonrojada. Pero los ojos de él tienen un brillo malicioso.
Solo cuando el se da vuelta y empieza a caminar en dirección opuesta, ella siente algo en sus labios. Labial rojo brillante.
Y todas las piezas empezaron a caer en su lugar. En su obsesión delirante, ella tenía esperanzas de que el sintiera algo por ella. Y ese beso las había inflado aún más.
Los ojos de Crystal lo siguieron, y su esperanza, su obsesión, toda ella se quebró, cuando vio a Diana salir detrás de la figura de Ray. El la tomo de la cintura y volteó hacia Crystal.
-Vete a casa niña. Los Héroes(Dioses) no existen.