Sueños Efímeros

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¡Al fin! Voy resurgiendo de la cripta. Y debería actualizar mis long fics, pero eso toma aún más tiempo. Me he dado tiempo entre mis intervalos de descanso de tanto estudio universitario para escribir este pequeño drabble (¿O one-shot?) para ustedes. Es la primera vez que escribo sobre Ray y Emma, así que no me maten please.

(La canción no es obligatorio reproducirla, fue una de las muchas que escuché mientras escribía esto).

Este fic se ubica en el manga, poco después de la destrucción de Goldy Pond y el regreso de Emma de su casi fatídico incidente tras cuatro semanas inconsciente.

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Kaiu Shirai y Demizu Posuka. Yo solo los uso para hacer canon el RayxEmma.

Al inicio solo eran 15 niños. 15 infantes que no dificultaban en lo más mínimo la distribución por aquel refugio oculto al que los había guiado la pista de William Minerva. No había problema en los espacios de cada habitación ni tampoco en la distribución de camas. Sin embargo, las cosas cambiaron radicalmente con la llegada de los habitantes sobrevivientes en Goldy Pond. El número de refugiados se había acrecentado considerablemente y eso tuvo, entre muchas consecuencias, la reducción del espacio. Eso nunca significó algo negativo, siquiera cuando hubo problemas para distribuir una vez más los lugares donde dormir. Se recurrió a utilizar las camas de la enfermería y en ocasiones los más pequeños se turnaban para dormir juntos. Con estas acciones, nunca hubo mayores conflictos al respecto. Siquiera cuando la enfermería aún seguía siendo ocupada por aquellos que habían sufrido las peores lesiones en su enfrentamiento en Goldy Pond.

O eso parecía hasta cierta noche...

- Oye – sintió que lo zarandeaban con cuidado – Ray. Abre los ojos.

Por costumbre y por su experiencia compartida de haber tenido que enfrentar durante días enteros a distintos demonios salvajes, su sueño era bastante ligero. Y ya bastante molesto por tener que soportar el peso del responsable de querer irrumpir su descanso, abrió los ojos con una expresión de fastidio. Supuso que tal vez Jemima o Chris habían tenido una pesadilla, pero toda hipótesis al respecto se esfumó al tener a solo centímetros de su nariz el rostro de Emma.

- ¡¿Qué dem...?! – la queja de Ray se interrumpió cuando Emma le tapó la boca con su mano derecha y con la izquierda le hizo una señal de silencio, recordándole que ya era de noche y que la habitación donde dormían no era personal; varios dormían allí. Ray bufó y le apartó las manos con brusquedad.

- No hagas ruido – murmuró ella.

- ¡¿Qué demonios haces aquí, tonta?! – imitó el mismo volumen de voz, mas no cambió lo que iba a decir. La miró con enfado.

- Lo siento – se disculpó ella de antemano – Iba a dormir en la enfermería, pero Sonya despertó hace unos minutos con fiebre y tuvo que quedarse allí. Anna la está cuidando.

- Pues vete a dormir con los más pequeños – le exigió él mirándola con cara de pocos amigos.

- Por favor, Ray – le rogó la chica de orbes esmeralda – Solo esta noche.

- Ni se te ocurra, Emma – intentó acribillarla con la mirada, pero la expresión suplicante de su amiga se lo dificultaba. ¡Maldita sea! Con razón en el pasado Norman nunca se había negado a sus caprichos.

- Por favor, por favor, por favor – insistió Emma con su carita de cachorrito suplicante.

- ¡Bien! – se rindió el azabache – Pero me fastidias una sola vez y te botaré de la cama.

Emma musitó un gracias de rasgo eufórico y sonrió con entusiasmo. Ray con actitud fastidiada, se recorrió un poco haciéndole un espacio para ella, pero como la cama no era tan espaciosa, habían acabado demasiado juntos para el disgusto extra del joven de ojos oscuros.

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