4. Te propongo un juego

126 11 0
                                    

Para cargar con un gusto culposo por casi una década, tienes que tener una gran fuerza de voluntad pero de igual manera habrá momentos en que la misma tentación te gane y te lleve a pecar en lo que tanto quieres negar. Ahí estaba Alexander observando a Chase bailar.

Admiraba la silueta de su cuerpo, la tela ajustada por el sudor y la forma en que mostraba su piel. Chase en cambio, se sentía seducido por la música, el ambiente y las demás personas que lo arrastraban a querer bailar y olvidar todo o, relativamente todo. Lo que no alcanza a omitir era cuando chocaba contra Alex y este lo tomaba de su cadera para evitar que cayera.

Voltea a mirar a Alexander y como de costumbre están algunas chicas, ellas arrimando su cuerpo hacia aquel idiota. No sabe bien porqué pero solo le hace sentirse ofendido, se gira de nuevo e intenta retomar su baile.

— ¿Te estás divirtiendo? —pregunta Alexander por detrás de Chase, en su mente rondaba ideas peligrosas pero también le hacían cuestionar  ¿Hasta qué punto es normal el contacto físico entre amigos? Y antes de quererlo saber, decidió colocarse un límite.

Chase trago en seco, esa cercanía de los dos, ¿Acaso le afectaba? Descartó la idea enseguida.

— ¿No lo puedes ver? De todas formas, creo que no logramos coincidir en las definiciones de diversión —dijo con desdén.

— ¿Eso crees? A mi me basta con tenerte… con tenerlos a los dos —corrige de inmediato y suelta una risa nerviosa—. Con mis amigos siempre me la paso genial.

A Chase por alguna razón, eso no le gustó para nada. Sonaba tan falso que le molestó.

— ¡Eres un mentiroso! —espetó— Dices aquello pero te vi bastante cómodo con esas chicas de ahí, y todavía tienes el descaro de jurar amor hacia Hannah, ¿Qué es lo que en verdad quieres? —Quería salir de esa duda.

Alexander tiene una loca idea, producto de sus celos y temores, él cree que si mantiene a Hannah para él podría seguir cerca de Chase y al mismo tiempo, evitar que esos dos terminen en una relación amorosa. Simplemente no lo diría.

— Mis sentimientos solo se los diré a quien me gusta, el resto puede suponer lo que quiera —responde de manera evasiva— y contrario a lo que piensas, no estaba coqueteando con esas chicas sino alejando tanto a hombres y mujeres que te miraban lascivamente.

Aquello lo tomó desprevenido, no supo y sólo improvisó — ¡A mi me gustas! —señala con el dedo índice a Alexander, tocando su pecho. Ambos se miraron confundidos.

— ¿Yo te gusto? —pregunta al sujetar la mano de Chase, este se coloca rojo en un instante y niega enseguida.

— ¡Claro que no! —chista— Me confundí, a mi me gusta Hannah y no tengo problemas con decírselo a cualquiera. Sabes que, no necesito que me cuides así que me devuelvo —se da media vuelta y justo cuando estaba por empezar a caminar, la mano de Alexander lo hace  retroceder mientras otra cubre sus ojos— ¿¡Qué diablos!?

Se mueve intentando salir de sus brazos, pero no puede. Lo sujeta con fuerza y lo hace sentir ese sudor impregnarse en su espalda, el calor quemar todo.

— Dejame ir —exige Chase, logrando lo que quería pero enseguida, al frente de él, entiende porque Alexander le había tapado los ojos. Hannah a los pocos metros de distancia se estaba besando con un desconocido, alguien que ni Chase sabía quien es.

Alex lo toma de la mano antes que vaya hacer una locura, el chico gira su cuerpo para ver a Alex y sonreír, no estaba llorando ni tampoco sentía una tristeza extrema como se supone que debería.

— ¿Qué hago, Alex? —le preguntó confundido— No siento nada —señala a su corazón, no es ese vacío o aquel apretón que siempre le da cada vez que Alex está cerca de Hannah. Ahora no siente nada.

Su amigo lo rodea con sus brazos y atrae el cuerpo de Chase junto a él, solo le podía demostrar ese cariño. Chase correspondió el gesto, pasando sus brazos por la cintura del pelinegro, ignorando por completo el lugar, las personas y la música.

— ¡Quinta! —grita al golpear la barra con la quinta botella de cerveza, según Chase, sino no lloraba o se colocaba rabioso, se iba a embriagar.

— ¡Chase! ¿No crees que te estas pasando? —inquiere Alexander, cansado del despecho de su amigo, prefirió sentarse a su lado y ver cómo se empina cada botella sin el menor remordimiento.

De pronto, el chico rubio va hasta donde él y se coloca al frente, acercándose sigilosamente hasta el rostro de Alex. Este traga en seco, siempre le ha afectado esto y Chase nunca se ha dado cuenta.

— Si ella se besa con otro, yo también lo haré igual —demanda, Alex enarca una ceja, ¿Que pretendía hacer ahora este chico?

— Sabes, estas demasiado borracho así que, lo único harás es llegar a casa, tomar un baño e ir a la cama —Alex agarra por la mano a Chase, tirando de su cuerpo hasta la salida, buscando el carro que había estacionado al llegar. Primero llevaría a Chase a casa, después llamaría a Hannah para recogerla y luego él iría a dormir.

Chase al tomar, se convierte en el borracho infantil y Alexander lastimosamente no poseía la paciencia como cualidad innata. Al lograr llegar al auto, después de haber arrastrado a regaña dientes a su amigo, este ser infantil y molesto se niega por completo a entrar.

Aseguraba no estar del todo borracho, todavía no podía irse sin haber besado a cualquier desconocido delante de Hannah, esa era su nueva tarea.

— No estoy borracho, creeme —dice en un puchero, tomando la mano de su amigo. Alex sabiendo que su resistencia estaba colgando de un hilo, negó enseguida antes que las súplicas del chico que tenía enfrente, le ganarán.

— Vamos, Chase —dice amablemente, colocando su mano en el hombro de Chase. Este vaciló un poco pero recobró su determinación nuevamente.

— Alexander Clarck, no me dejas otra opción —dijo seriamente tomando la mano de Alex, haciendo contacto visual y seguro de algo, distraer a Alexander y salir corriendo de nuevo a la discoteca para perderse entre la gente—. Lo siento.

Chase tomó la mano del chico, sin mucho tiempo que desperdiciar, llevó a su boca el dedo pulgar de Alex. Este sintió un corrientazo en su piernas hasta la parte de atrás, por su espada.

— ¡¿Qué estás haciendo?! —indaga desorientado, la sensación caliente y húmeda que permanecía en su dedo, lo alteraban.

— Mi… dis.. cio.. —balbucea con el dedo aun en su boca, dejando que su lengua jugará con la punta pero chocando con sus dientes. Ahora bien, Chase no calculó cuando se suponía que debía de parar y sin darse cuenta quedó atrapado cuando Alexander giró su dedo para alcanzar a tocar el paladar de Chase produciendo una experiencia totalmente nueva para el chico.

— Tienes que aprender a hablar —dice Alexander, obligando a Chase a retroceder hasta dar con el carro—, vamos, repite lo que me decías— antes que el chico pudiera volver hablar, Alexander aprisiono  la lengua de Chase.

Múltiples sensaciones viajaban por la espalda del joven, sentía un hormigueo en su boca y como su saliva se alcanza a resbalar— Alee —intentó hablar pero su lengua seguía retenida.

— Así no se hace, es más lento y sin hacer un desastre —sacó su dedo, Chase exhalo pese a eso no tuvo tiempo de quejarse, antes de tener el dedo medio e índice de Alex dentro de su boca—. Hazlo bien.

Casi como una orden, empezó a lamer los dedos y succionar un poco torpe y  nervioso, para Alexander el toque de la lengua eran como punzadas, la mirada que Chase le daba y el desastre inminente que estaba haciendo en Chase, lo estaban prendiendo.

Asustado se separa de Chase, este quedó atónito pero logró reponerse rápidamente. — ¿A qué juegas, Chase? —vuelve a preguntar, está confundido, asustado y con un atisbo de dolor, seguramente para Chase era algún juego.

Tose un poco y sonríe arrogante— ¡Se supone que te iba a distraer y salir corriendo, maldito pervertido! —grita ofendido Chase. Estaba alterado, sentía los dedos de Alexander en su boca, una parte de él quería que llegarán más lejos, más grande y más caliente pero ¡maldición, eso era asqueroso!

Gusto Culposo ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora