❝hilos❞

2.7K 301 42
                                    

Dicen que todos nacemos con un hilo atado a nuestro meñique.

—¿Algún día nos sentiremos libres?

El joven suspiró, pasando su mano por los rizados cabellos del chico que estaba acostado en sus piernas; desde esa vista se notaba el hermoso perfil que su pareja tenía. Recibió un resoplido y un movimiento de cabeza en respuesta. Su amante apretó los labios y habló, vagando en sus propios pensamientos—, quisiera poder prometerte eso.

Era así siempre, pensó el rizado. Era un tema que nunca terminaba, ¿y como podía hacerlo? si a ojos del mundo ni siquiera tenían derecho de respirar, mucho menos de amar. Vivir con una cinta en la boca, en la oscuridad, temiendo por su integridad cada segundo ¿realmente eso era vida? Se sentía como un castigo ¿Los estaban castigando por no seguir las mismas normas que el resto del mundo? Nunca iba a entenderlo, si él solamente se había enamorado de un chico con pestañas grandes y la sonrisa más angelical del universo ¿por qué eso estaba mal? No lo entendía y nunca lo iba a entender. Pero ahí estaban ellos, jugándose todo por una delgada burbuja donde solo existían ambos.

Y debían aprovecharla antes de que explotara.

Dicen que nuestra alma vaga de cuerpo en cuerpo por la eternidad, vida tras vida.

—No quiero que te vayas.

El de rizos largos se levantó y buscó la mirada de su amado. Aquellos ojos rebosantes de brillo escondían una profunda tristeza, y gotas saladas buscaban escaparse por los bordes. Acarició esas mejillas llenas de lunares, deseando besarlas. Y así lo hizo, brindándole un cálido alivio al chiquillo dueño de su corazón, aunque fuera por unos momentos. La realidad es que ambos se iban a ir, cada quien por su lado, luchando en medio de un campo de batalla. Moviéndose como piezas de ajedrez que a sus superiores no les importaba tirar en cualquier momento. Era por su patria, decían.

Puede que sí.

—Que bonitos ojos tienes —habló con suavidad, dejando un beso más, justo en su comisura—, escúchame. No importa, siempre voy a estar cerca de ti, porque te amo hasta el infinito.

Escondió a su amante entre sus brazos, como si eso fuera suficiente para protegerlo de todo. Quería aprovechar cada segundo que pudiera antes de verse obligado a usar un uniforme y un arma. Le dolía pensar que el pequeño oculto en su abrazo tendría que hacer lo mismo; era tan puro.

Separados al ser demasiado perfectos, un alma está condenada a vagar en busca de la mitad que le fue arrancada.

Jaló su cabello ondulado con ira, con desesperación, no le importaba quedarse calvo. Ya había tenido que cortarlo para la guerra, que más daba que lo volviera a hacer. Se encontraba llorando, sin poder encontrar un consuelo a su pesar. Ojalá hubiera sido él. ¿Por qué no fue él? ¿Por qué tuvo que ser la persona que más amaba? ¿Por qué tuvieron que quitarle la luz de los ojos y el aliento del pecho?

Le dolía en demasía, pero no se había podido sentar a sufrir su pérdida. Los hombres no lloran, después de todo. Los soldados, mucho menos. No quería que lo catalogaran como débil.

Que tontería.

Si su amado estuviera presente lo hubiera regañado por pensar así. Sabía que se lo merecía, aquel joven siempre se había esforzado por enseñarle que llorar era humano, y no tenía nada que ver con el género, con la edad, con el color. Solo son lágrimas, decía, y si que tenía razón. En su presencia ni siquiera hubiera dudado en dejar caer las lágrimas como cascadas, sintiéndose mejor luego de sacar esa opresión en su pecho y recibir caricias y besos como consuelo.

Pero ahora él no estaba. Y esa opresión nunca se iría.

Hay distintos tipos de almas gemelas. Las que solo están para cumplir una misión en tu vida. Las que se vuelven un soporte.

hilos. // emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora