𝒯𝑒 𝑒𝓈𝓅𝑒𝓇𝒶𝓇é 𝓉𝑜𝒹𝒶 𝓁𝒶 𝓋𝒾𝒹𝒶.

414 32 13
                                    



 Kirigaya Kazuto.

Era un día tan brillante como éste, me encontraba en el parque Koishikawa Korakuen sentado bajo la sombra de un enorme árbol de cerezo; sus pétalos caían tan delicadamente que parecían danzar con la fina brisa de primavera.

Estaba a punto de tomar una foto con la vieja cámara de mi tío cuándo apareció el ser más magnífico del cual mis ojos pudieron percatarse:

Su hermosa cabellera color dorado cual los finos destellos del sol al atardecer, piel pálida, labios cual color de una rosa, ojos tan deslumbrantes y una figura de ensueño, jamás pensé en ver una belleza tan irreal, tan magnífica y sumamente perfecta.

Luego de observarte durante un rato te fuiste con tus amigas, luego me puse a pensar si te encontraría de nuevo, tal vez, pero la probabilidad de que nuestros caminos se volvieran a juntar era casi nula; aquí hay más de un millón de personas viviendo justamente aquí.

Pasó el tiempo y en todo momento te tenía en mi mente, no te podía sacar de ahí, habías hipnotizado mi cabeza y conquistado mi corazón. Quizá nunca podría encontrarte de nuevo ni sacarte de mi cabeza, pero tenía que intentarlo si no te volvería a ver, o al menos, eso creía. Un día entraste a la librería dónde yo trabajaba, te dirigiste a mí, yo estaba demasiado nervioso y en pánico, no sabía cómo actuar. Tú me dedicaste una sonrisa tan amable y tan cálida provocando que se fueran aquellos absurdos nervios que sentía y después de un rato, ya nos veían conversando sobre los libros y las cosas que nos gustaba hacer, resultó que teníamos demasiadas cosas en común.

Empezamos siendo amigos, y poco a poco te fuiste enamorando de mí. Yo, desde el primer día en el que te vi, te clavaste en lo más profundo de mi corazón.

No solo fue tu belleza la que me cautivó de ti, sino también tú manera de pensar, tus argumentos, tú personalidad, tú manera de ser, fue todo lo que bastó para quedarme como tu prisionero.

La primera vez que toqué aquellos finos labios, suaves y dulces, fue en una fiesta de año nuevo, lo recuerdo demasiado bien: recuerdo que tú y yo salimos un momento de aquella casa para caminar a la orilla del mar, me distraje ante aquel espectáculo que veían mis ojos, y es que eras tú mirando fijamente al mar, pero los destellos de la luz de la luna te sentaban tan bien, que parecía un paisaje irreal sacado de un libro de fantasías; en ese momento no me percate que tú te acercabas lentamente a mí, cuando me di cuenta ya estabas a escasos centímetros de mí, te acercaste hasta que nuestras respiraciones se convirtieran en una sola y me susurraste un "te amo" para después decir: 

"ya no lo puedo ocultar más, talvez no sientas lo mismo por mí y yo sabré entender; pero debía decírtelo." Después de eso empezaste a retroceder lentamente, no sabía qué hacer, estaba en shock y por mero impulso te tome por la cintura y te acerque nuevamente a mí... para decirte: "también te amo." Y finalizar uniendo nuestros labios.

Pasaron los meses que luego se transformaron en años, cuando me armé de valor y te propuse matrimonio donde por primera vez te vi, en ese entonces éramos unos completos desconocidos, pero ahora nos conocíamos tan perfectamente bien, y aceptaste.

Al poco tiempo nos casamos, en otoño, fue una boda pequeña pero acogedora y todos nuestros seres queridos estuvieron ese día. Cuando llegó la noche de bodas nos sentíamos tan nerviosos e inexpertos, que fue algo tierno y dulce; en el primer encuentro de nuestros cuerpos completamente desnudos, eras como una obra de arte, tu figura era tan deslumbrante y entendí que no solo nuestros cuerpos se unían hoy sino también nuestras almas.

Pasaron los meses, nos mudamos a una casa realmente acogedora y empezamos a desarrollar nuestra primera fase como esposos; hasta ahora todo iba de maravilla, en el mes de diciembre te enteraste que habías quedado embarazada a lo cual yo entre en total pánico: tenía en mi mente que no sería buen padre, tú solo sonreíste y me aseguraste:

"Tranquilo amor, estoy segura de que serás un buen padre.", luego me besaste. Cuando me confirmaste que sería una hermosa niña, enloquecí por completo, sería todo un ángel al oído igual que tú, por supuesto dijiste que darías todo porque se pareciera a mí; al final llegamos a la conclusión de que no importaría a quién se pareciera, igual la íbamos a amar.

Los meses habían pasado tan rápido, que cuando menos nos dimos cuenta ya era el día que habíamos estado esperando con ansias. Ese día no dormí, estaba demasiado nervioso, pero a la vez me invadía una felicidad inmensa. Cuando llegamos al hospital, rápidamente te metieron a la sala de partos y luego yo entré; pasaron aproximadamente dos horas, pero a mí parecer sentí como si hubieran sido años, hasta que pudimos escuchar aquel llanto; enseguida la enfermera me dio a ese pequeño ser. Cuando la tomé entre mis brazos, sentí una gran felicidad y miedo juntos, era inmensamente frágil, tenía miedo de lastimarla. Me acerqué a ti para que la miraras, tú sonreíste cansada pero aun así hablaste:

"Mi pequeña Margot, eres tan preciosa como te imagine que serías, sin duda eres un ángel que siempre cuidaré y amare. No importa lo que pase siempre estaré ahí..."

Ese día te fuiste, te llevaste mi corazón. Tal vez el cielo sintió mi dolor, llovió por toda una semana, mi mundo era gris y triste, ya no me importaba nada, no quería seguir viviendo... pero al mirar a aquella pequeña persona que poseía los ojos más hermosos del mundo: una perfecta sintonía de aquel color ámbar brillante con mi color gris penetrante que parecía un ángel, de seguro te hubiera hipnotizado eternamente.

Cuando me sonrió, no pude evitar derramar una lágrima traviesa; ella se parecía tanto a ti, tenía tu sonrisa; la abracé ese día y me maldije por no estar con ella estas dos semanas, no pensé que también debió ser difícil para ella, claro era una bebé, pero necesitaba a su padre no a una persona llorona a su lado.

Cada día que pasaba se parecía cada vez más a ti, a excepción de aquellos hipnotizantes ojos de los cuáles todos se enamoraban. Como cada sábado sin falta, nos dirigíamos a dejarte flores; cuando, un día, ella me preguntó sobre nuestra historia, yo solo le sonreí, ella muy animada me dijo que se la contará una vez más; solo le respondí que lo haría la próxima vez que estuviéramos contigo, ella me sonrió accediendo. Llegamos a lo que ahora es tu lugar de descanso, nos sentamos a un lado y, mientras ella colocaba las flores en el florero, yo iba contando aquella historia de cuándo nos conocimos...

 Te Esperaré Toda La Vida. (One-shot) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora