Interrogatorio, tres años después:
-¿Qué es para ti el amor?- Me preguntó. Ella sabía la respuesta a su pregunta. Era obvio, estaba metido en este caso por esa misma pregunta.
-Terra.- Respondí, pero creo que ella quería escuchar algo diferente y no lo iba a lograr.
-Te preguntaré una vez más, ¿qué es para ti el amor?- Me preguntó otra vez con esa voz de esperanza, de esperar a que yo dijera algo diferente.
-Terra, y no esperes que te diga lo contrario.- Le dije mientras me ponía a empapar mis pupilas. Mis pestañas se llenaban de líquido, mi mente se moría por volver a recordar y mi corazón se odiaba. Cuando miré entre lágrimas hacia arriba, vi en ella esa mirada de pena. ¡Maldita pena! La odio. Yo tengo derecho a llorar cuando a mí se me pegue la regalada gana. No es para causar pena, solo es porque lo siento y lo odio.
-Tranquilo Elial.- me dijo a pesar de no saber nada de lo que estaba pensando en ese momento y continuó vociferando entre sus palabras de labial y pena amarga.
-Estoy harto de ti.- Y la miré entre lágrimas otra vez, utilicé mi poder de olvido sobre ella. Este poder me hace hacer dos cosas: le hace a la persona olvidar todo sobre mí, y la otra es que yo puedo decidir si olvido lo que pasó entre esa persona y yo.
Mientras, ella se quedó plasmada viendo una pared con sus aborrecibles títulos, fotos de su aborrecible familia, sus aborrecibles amigas y su aborrecible trabajo. Tomé la llave de la habitación y salí. No sentí pena por ella, pues las personas que se meten en tu vida sin avisar es por preocupación o porque no tienen vida. En este caso ella se preocupaba tanto que la misma preocupación la llevo a morir entre ideas y decisiones que hacen que le borre la memoria de mi vida y no me importe en lo absoluto su preocupación. No le pedí que se involucrara. Ve por el bien de los demás, pero eso la hace muy vulnerable a ser impulsiva a pesar de su avanzada edad; y después de realizar tal acto de impulsividad, mi confianza se derrocó, y con ella, mi cariño por la señora del atuendo azul.
Caminando hacia la azotea con la mirada entre baja y alta, conté trece tablones rotos y cuarenta y siete manchas en las paredes. Me saltó una mancha al rostro, me saltó como un pelo de mujer en mi pupila. Cuando miré hacia arriba, mí mentón rozó suavemente la pared, mis manos se dirigieron de manera brusca a mi cabeza y salí corriendo para adelantar mi rumbo. Comencé a golpear las paredes con mi puño cerrado, haciendo que mis nudillos sangren para generar nuevas manchas en la pared. Así olvidaría lo que ví y la sangre solo correría para que mi mente se concentrara en otra cosa.
Al llegar a la azotea del cuarto piso del Instituto Cázal, volví a recordar la primera vez que hablé con la señora del atuendo azul.
Volviendo a recordar la maléfica entrevista de entrada al instituto Cázal.
Me acuerdo de la lluvia de ese día. Era muy tranquila, las gotas caían casi acariciando las ventanas, el retrovisor y la cubierta del auto que conducía desesperadamente mi cabelloroso y grandioso padre mientras le hablaba con la mirada a una magnifica mujer sentada en el asiento del copiloto, mi hermana. Íbamos en dirección al instituto, era la primera vez que había utilizado mis poderes para algo magnífico, hacer que alguien se enamore de mí.
No me arrepiento ni un segundo, me encantó ver a esa persona caer ante mí, saber que ella iba a estar para mí en cualquier momento. Pero, al igual que un soplido se fue, me la quitaron, y ahora estoy aquí, muriendo en un auto que por más que le dé disparos para salir, su tan fuerte blindaje no me deja.
Durante el trayecto de la casa hasta el instituto no se cruzaron ni un segundo las palabras entre mi papá, mi hermana y yo. Se cruzaron miradas de agonía y tristeza. Sabían que cuando llegara al instituto iba a quedarme ahí hasta el día que tenga que escribir mí epitafio sobre un papel.
Al fin llegamos al lugar, estaba metido en medio de un bosque, con las puertas oxidadas, grandes, con un corazón roto en la mitad de ambas y gritando chillidos de sufrimiento cada vez que se la abría. El instituto tenía 3 edificios, cada uno ampliamente separado y cada uno con una dirección y bar y zona de recreación separada por un alambre eléctrico como si cada edificio fuera un nuevo instituto unidos únicamente por el auditorio.
Dejamos el carro afuera y fuimos directamente al edificio número 1, donde se encuentran los Niveles del 2 al 1. Al entrar nos encontramos con la señora de atuendo azul, esa aborrecible señora, que nos recibió en la entrada del edificio.
Esta estaba compuesta por 3 puertas, cada puerta una tras de otra con huella digital para poder hacer que se abra y con 4 cámaras con micrófono, 2 a un lado y las otras 2 al otro. La señora de atuendo azul con su adusta postura llegó al último escalón y cruzó una mano con mi padre y después con mi hermana, repitiendo la estúpida frase de siempre:
-Bienvenidos al Instituto Cázal, muchas gracias por elegirnos, soy la tutora del edificio 1.-Y mi padre mediocremente le devolvió el saludo a la aborrecible señora.
De la nada un grito perturbó mis pensamientos, era un grito de una estudiante, era de Llusarawi que repetía ilarantemente en dirección a la azotea:
-Terra está con...
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Conociendo a la soledad
Storie d'amoreSé que estás pasando por la misma estúpida hipótesis adolescente, te enamoraste, te enamoraste de sus defectos. Sientes que nadie ama como tú, y te volviste egoísta. Estas desesperado porque estás muriendo en vida, no logras encontrar la solución a...