- 12 de Septiembre de 1975 -
Severus abrió sus ojos con suavidad, correspondiendo el ardiente beso que Sirius le estaba reclamando; la túnica del Gryffindor había resbalado por sus trabajados hombros que eran apenas rozados por sus ondas color chocolate que hasta hacía un momento se encontraban prolijamente contenidas en una colita, su camisa blanca estaba totalmente desabrochada, revelando su torso, donde su firme pecho y sus cincelados abdominales resultaban un espectáculo para los ojos de Snape. La corbata colgaba floja del cuello de Sirius ocultando de vez en cuando alguno de sus erguidos pezones oscuros.
El pelinegro cerró sus ojos y no pudo evitar sonreír mientras hacía el beso más salvaje, provocando que Sirius lo apretara aún más contra sí, aprisionándolo contra el desvencijado escritorio del aula desierta.
- Ah... ¿me harás todo lo que dijiste por carta? – susurró la serpiente sobre la boca del león, quien se encontraba con su respiración totalmente agitada.
Sirius sonrió de costado y se alejó unos pocos centímetros, para poder enfocar las suplicantes orbes negras de aquel chico; allí estaba, cargado de deseo, en parte muerto de miedo, en parte muy decidido... y eso no hizo otra cosa que ponerlo a mil.
De verdad iba a ser el primero... después de haberle roto los huesos, después de todas las provocaciones y bromas, algunas no tan graciosas; se follaría bien duro al novio de Dolohov y posiblemente lo pregonaría a los cuatro vientos con tal de quebrar el orgullo de ese Slytherin y provocar que todo se fuera al mismísimo demonio entre las dos serpientes.
El ojigris abrió sus ojos y dejó escapar un jadeo al sentir las suaves y frías manos de Severus deslizándose por sus abdominales hacia el sur, donde unas finas falanges apenas franquearon los límites de su pantalón, jugando con algunos vellos rizados que escalaban hasta su ombligo.
La hebilla del cinturón de Sirius continuaba abrochada, complicándole el acceso a ese objeto con el que Severus había tenido sus fantasías más fuertes y sus corridas más potentes. Mientras le comía la polla a Toni no podía dejar de preguntarse si la de Sirius le entraría en la boca; por alguna razón tenía la extraña fantasía de que el miembro de aquel que había sido su amigo debía ser descomunal, no es que nunca se hubiesen visto desnudos, pero la magia de la adolescencia de verdad podía ser demasiado sorprendente... y a juzgar por el bulto que se encontraba en los pantalones del ojigris, no sólo había sido sorprendente si no más que generosa.
El ruido del metal desprendiéndose provocó que Severus tragara en seco y sintiera, por un instante, un poco de temor; pero no era la hebilla del ojigris la que había cedido, si no la propia.
Sirius pudo notar el repentino nerviosismo del menor y volvió a besarlo esta vez con suavidad, acariciando su nuca, para luego juntar su frente con la del ojinegro.
- Haré todo lo que me dejes hacerte... - susurró el ojigris mientras las puntas de sus narices apenas se rozaban.
Severus mordió su labio inferior y echó su cabeza hacia atrás cuando pudo sentir la cálida respiración de Black descendiendo por su cuello y pecho, acariciando con sus ardientes labios la pálida piel que recubría el fuerte tendón de su cuello, para descender lentamente delineando sus empinadas clavículas, siguiendo por su esternón, teniendo particular cuidado de no ejercer demasiada presión en sus recientemente sanadas costillas, para trazar con la punta de su lengua finos rastros húmedos hasta sus rosados pezones donde se detuvo un buen rato para lamerlos y succionarlos.- Ah... Sirius... - gimió al sentir la forma en la que el muchacho apresaba uno de ellos entre sus incisivos con extremo cuidado pero aún así siendo bastante rudo; la situación se había salido totalmente de control y lo que fuera a suceder a esas alturas era totalmente inevitable.
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Nacido en el año del Cerdo
Romance⚡⚡ Una fuerte tormenta y un alumbramiento. Un antiguo e inconfeso amor... y el destino, siempre el destino. ⚡⚡ ⭕SIRIUS/SEVERUS⭕ ⭕DOLOHOV/SEVERUS⭕