Autobiografía

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Ron entró al departamento cargando una pesada caja con su mejor sonrisa y los ojos muy abiertos y llenos de curiosidad. Draco lo ayudó a poner la caja en la mesa de centro y ambos levantaron la cabeza cuando escucharon los pasos apresurados de Harry que bajaba las escaleras descalzo y casi matándose por la prisa.

—Ya están aquí Harry —dijo Ron contento—. Hermione dice que de todo se encargarán ellos, pero que podía traerte ésta caja para que decidas qué hacer con ellos.

Harry posó la mirada en la caja sellada con una mezcla de emociones, no podía creer que lo había hecho, que lo habían hecho, entre todos en realidad porque Harry nunca habría sido capaz de llegar hasta ahí sin Draco y sin sus amigos.

—¡Por Merlín, Harry! Ábrelo ya o te juro que te cruciaré el culo —dijo Draco sonando ansioso, lo que provocó la risa de Ron.

—Si, si ya voy —contestó Harry y abrió la caja con un movimiento de su varita.

Tan pronto como estuvo abierta tres pares de manos se lanzaron sobre ella para sacar su contenido.

Harry tomó un ejemplar con delicadeza y se sentó a observarlo, recorrió con sus dedos la elegante pasta del libro en un bonito color gris con letras escarlata se leía: "El Chico de la Cicatriz de Rayo – Autobiografía de Harry Potter". Había pasado meses decidiendo cuál sería título que usaría, Ron era quién les había dado más sugerencias, cada una más descabellada que la otra por lo que "Yo, el Héroe", "Soy El elegido" y "El Mago que Mató a Quién Ustedes Saben" habían sido opciones que descartó ni bien las había escuchado. No quería auto llamarse héroe, no quería sonar egocéntrico porque no había tomado la decisión de escribir un libro para alimentar su ego, sino por todo lo contrario.

Draco lo observaba con ojos llenos de amor y orgullo mientras Harry tocaba el libro casi ceremoniosamente, como si estuviese abstraído en su propio mundo, lo que era algo que Harry hacía mucho en los últimos años, lo ayudaba a enfocarse, a mantener aquel equilibrio que le había costado tanto encontrar. Él no podía sentirse más orgulloso de su esposo, de lo fuerte que había demostrado ser para salir adelante.

—Hermione no debe tardar en llegar —dijo Ron ojeando el libro y rompiendo el silencio—. Alístense porque iremos a festejar a ese lugar elegante que te gusta Malfoy.

—Pero estoy tan cómodo en pijama —protestó Harry haciendo un puchero.

—Vamos Harry, la pobre mujer ha trabajado como demente desde que tuvieron esta brillante idea —dijo Draco divertido poniendo el libro a un lado—. Dale el gusto.

Y así ambos se dirigieron a su habitación para alistarse mientras esperaban la llegada de Hermione que seguramente estaba volviendo locos a todos los trabajadores de la editorial. El libro saldría a la venta en pocos días y su amiga había dejado de lado todas sus demás actividades para coordinar todos los detalles.

*

Harry había comenzado a escribir por recomendación de su terapeuta en aquellos oscuros días en que tuvo que bajar los brazos y rendirse para poder salir adelante. Al principio había sido un dolor de cabeza para todos, siempre estaba de mal humor, frustrado y con su magia desbordada al punto que parecía tener vida propia, pero cuando las semanas se habían convertido en meses Harry había podido volver a empuñar su varita sin que las luces del departamento estallaran y finalmente las cosas habían comenzado a mejorar.

Su magia había sanado, pero no sucedió lo mismo con su mente. Las sesiones de terapia habían sido abrumadoras para él y también para Draco; Harry volvía a tener pesadillas y los episodios de miedo, todo agravado por la ausencia de medicinas muggles que en el pasado habían controlado sus emociones. Si bien Harry había estado decidido a sanar, no había sido fácil para él abrir su mente y su corazón en esas sesiones, a pesar de saberse amado y protegido, habían sido demasiados años de silencio, de sonrisas que ocultaban su real sentir.

AutobiografíaWhere stories live. Discover now