Cap. 32 Después de su marcha (sin editar)

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Ethan

Cuando el sacerdote terminó de hablar, fueron pocos los que se acercaron a mí a dar el pésame, cosa que agradezco internamente ya que los pocos que si lo hicieron, se notaba que solo lo hacían o por quedar bien o para analizar cada uno de nuestros movimientos.
Los de Mare y los míos. Cosa que le era sumamente incómodo a mi chica y a mí solo hacía empeorar cada vez mi mal humor.

Saco de ahí a mi chica bajo mi ala en una posición protectora, con la que trato que la persona que siempre me ha apoyado desde que la conozco, no se sienta sola. Mare ha sido tratada injustamente y reconozco que ha sido mi culpa por dejar, en su momento, que Jimena hiciese lo que le venía en gana y dejar la situación de nuestro compromiso desatendido y en sus manos, sin embargo, no pienso tolerar que toda esta situación continúe.

Mare no será el saco de boxeo particular de nadie y menos si yo tengo voz en todo este asunto.

La llevo hasta el lugar en dónde aparcamos mi coche al llegar y nada más entrar en el, dejo salir de un suspiro todo el aire que estaba conteniendo. Paso ambas manos por mi rostro con cansancio y desvío mi atención al asiento del copiloto, a ella. La hermosa castaña que me ha robado el corazón, mi mente y cualquier otra parte de mi ser y no parece tener deseos de devolver, aunque si ese fuera el caso yo mismo me negaría. Me mira con una extraña emoción en sus ojos oscuros que no logro identificar.

Me siento un verdadero asco por volver a ponerla en esta tesitura, pero ya no puedo volver atrás, no puedo volver a perderla. No me imagino la vida sin Mare a mi lado.

- Lo siento- me disculpo por vez número... ya ni sé las veces que le he pedido perdón la ultima semana -. Todo irá bien a partir de hoy. Lo prometo - no sé por qué lo hago, pero se lo prometo, ya que no sé que más hacer para quitarme esta maldita sensación que me abrasa por dentro. Algo me dice que nada va a ir bien. Algo me dice que la acabaré perdiendo.

- Lo sé - dice simplemente mientras se recuesta sobre mi hombro.

(...)

Cruzamos el umbral del apartamento que Mare y yo compartimos tomados de la mano. El camino a casa ha sido silencioso, demasiado silencioso diría yo. Pero, ¿quién puede culpar a Mare por no querer hablar? Desde luego yo no.

Ya que ni yo mismo sabía qué decir. He estado pensando en todo el barullo que ha sido nuestras vidas últimamente y tras darle muchas vueltas, he pensado que lo mejor sería contratar seguridad. Mare no iba a verse envuelta en más caos por mi culpa. Eso era un hecho.

Mare

Las últimas dos horas habían sido algo caóticas. Demasiado para mi gusto.

El último, mes la prensa se había cebado conmigo de manera desmedida. Me colocaban en el centro de todo, como la persona que había separado a una pareja. Incluso me habían llamada rompe hogares. ¡Por dios!

Si no vivían juntos. ¿Se puede saber qué hogar he roto?

Pero de igual manera, yo sentía que mi lugar era estar junto a Ethan y aunque él, en ningún momento verbalizó su necesidad de tenerme a su lado, sabía que era así.

Por eso no me arrepiento de estar ahí para él, pero nunca imaginé lo duro que todo esto sería.

Ver a la prensa tan deseosa por obtener material para ir a por mí y en un momento así, me dejó desconcertada.

Me encontraba tan perdida en mis propios pensamientos que no sabría decir el momento exacto en el que volvimos a casa. Es por eso que cuando alzo la vista y me encuentro de pie, en medio del salón de nuestra casa, me sobresalto un poco. O tal vez es el sonido que sale del interior de mi palma.

El idiota que ha regresado #2 (+18)Terminada #Disponible en Amazon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora