Miedo a caer.

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La cabeza de Elizabeth aún estaba hecho un lío y el haberse encontrado con Erick, su ex esposo, no había servido de mucho. Desde que todo había acabado con el rubio se había desmoronado, había imaginado una vida con él, una vida que jamás llegó a ser.

Todo cambio cuando Karolina llegó a su vida, esta chica extrovertido volteó su mundo de cabeza, le hizo olvidar sus problemas y le generó nuevas sensaciones que jamás esperó sentir pero “no era correcto” aún podía escuchar a su abuela repetir. El miedo la llenaba y a pesar que la joven chica le mostraba gran paciencia sabía que no era correcto abusar de eso y que tarde o temprano se aburriría de esperarla.

Karolina la miró y tomó su mano por sobre la mesa sin importarle que sus amigos estuvieran ahí, ni los diez años de diferencia, ni la mirada de los curiosos que estaban en el ValpoBar. Ella solo necesitaba sentirla y lo hacía.

—Cariño —Murmuró Karolina acercándose a su oído sintiendo su cálido aliento contra este y un escalofrío recorrer su espalda— ¿Quieres ver qué otras habilidades tiene mi boca?

Sintió el calor subir hasta sus orejas y casi escupe el Whisky que había sorbido poco atrás, miró a Karolina que se reía entre dientes y quiso decirle lo inadecuado de su comentario pero sus palabras fueron detenidas por un beso en su mejilla.

—Quiero que le veas Eli y no te pierdas palabra alguna —Una nueva y aún más coqueta sonrisa cruzó sus labios antes de salir de la mesa y dirigirse a la barra

—Que monada —Comentó George llamando su atención— No sabemos que hiciste pero jamás la hemos visto más pendeja

Nuevamente se quedó sin hablar solo que esta vez era nuevamente por sus inseguridades ¡Dios! Estaba con una niña de 22 años que recién estaba conociendo el mundo, deseaba tanto huir y dejar que encontrará la verdadera felicidad pero su lado más egoísta la quería siempre a su lado, que solo a ella le sonriera y que la necesitará tanto como ella lo estaba haciendo.

—¡Ejem! Bueno esta canción es para una persona muy especial —Karolina se encontraba en el mismo escenario con un micrófono en mano y muy segura hablando a un público que la miraba expectante, aunque sus miradas conectaron está tan solo le sonrío— Cariño, mi muñeca, sé qué tienes miedo y de ser necesario te ayudaré a combatir todo tus demonios y pues esta canción se llama Tigthrope

La música comenzó a sonar y poco después empezó a cantar, su dulce voz era simplemente mágica y cada palabra que decía me llegaba en lo más profundo de mi ser.

»Nunca se sabe cuánto va a durar«

Aquello le temía, a la caída. Pero aquella chica, diez años menor, que recién estaba aprendiendo ser adulta le estaba ofreciendo no solo el cielo, sino volar juntas en aquel viaje.

Y pensaba aceptar.

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