Esa noche ya no pudiste dormir más, solo observabas como Liam dormía tan plácidamente a tu lado sin darse cuenta que tu le estabas observando como una psicópata necesitada. En ese amplio dormitorio solo se podían llegar a escuchar el latido de el corazón leve y algunas respiraciones entre otras, pero lo que más ruido ocupaba la habitación aquella noche era el silencio, parecía que no hubiese nada, solo silencio entre silencio. Decidiste ir a buscar desayuno a algún take away que estuviera cerca, le dejaste una nota a Liam por si acaso se despertaba y se preocupaba al no saber donde estabas.
Mientras te peinabas, te diste cuenta de un pequeño detalle, no tenías ropa limpia, solo tenías el modelito de anoche y no ibas a salir con el a la calle, así que abriste el armario de Liam y le cogiste unos pantalones de deporte que mas o menos te iban bien. Te acabaste de preparar y saliste del apartamento con la intención de ir a comprar desayuno pero al llegar al portal habían un montón de paparazzis en la puerta, al principio te preocupaste pero luego pensaste que en ese bloque vivían muchas más personas y que no tenían porque saber quien eras tu, así que decidiste salir con toda la normalidad del mundo.
-Hola, conoces a Liam Payne, ¿Es verdad que ayer estuvo aquí con una chica?
-¿Quien es Liam?
-¿No lo conoces? Es de la banda de One Direction
-Ah, esos, no sé, no creo que un tío tan famoso como debe ser él, venga a estos apartamentos cutres, ¿No creen?
-Pero ayer...
-Conozco a todos los vecinos, no hay ninguno que sea famoso, así que, os debéis haber equivocado y cómo cuando vuelva os encuentre aquí tocando los cojones llamo a los policías ¿Entendido?
-Si señorita, disculpe las molestias.
-Adiós. -Te había quedado perfectamente la cuartada, pero tenías que avisar a Liam de eso así que en cuanto diste la vuelta a la esquina te decidiste a llamar a Liam, pero tenía el teléfono desconectado y no podías contactar con él, pero bueno, seguro que el ya sabía como reaccionar en estos casos así que no te preocupaste y te dirigiste a un Starbucks que estaba en frente de un pequeño parque de esos que abundaban en Nueva York con bancos de color blanco y miles de flores y de niños felices jugando a descuido de las niñeras cotillas que odiaban su vida, trabajo y todo lo que les rodeaba.
-¿Que desea?
-Ponme 2 frapuccinos de chocolate y caramelo y, a ver, un par de muffins de estas que tienen tan buena pinta.
-¿Lo desea para llevar o para tomar aquí?
-Para llevar porfavor.
-Bien, serán 15 $.
-Aquí los tienes. -Cuando estabas esperando a que te sirvieran el pedido el móvil te empezó a vibrar en el bolsillo, era tu madre, seguro que quería preguntarte a que hora volvías, en efecto, quería saber eso, pero tu no sabías a que hora volverías así que le dijiste que más tarde la llamarías para decírselo ya que la madre de Cloe se acababa de ir a por el desayuno y no le habías preguntado, tu madre dudo durante un momento, olía la mentira pero se hizo la tonta y aceptó el trato.
-Señorita, su pedido está listo, buen provecho.
-Gracias.
Te pusiste en camino hacia el apartamento, Nueva York empezaba a oler a Navidades, solo faltaban 2 semanas y ya estaban puestas todas las decoraciones alrededor de la ciudad, en Times Squere estaba colocado el inmenso árbol que tu de pequeña siempre habías pensado que era el árbol más alto del mundo que Santa Claus llevaba a Nueva York para que se contagiara el espíritu navideño de aquellas fechas. En cuanto en las calles más apartadas del centro algunos "Santa Claus" estaban delante de los pequeños negocios dando caramelos a los niños y dando las buenas navidades a todo el mundo con la campana que siempre les acompañaba.