Todo una mentira

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Ignacio llego a su casa, dejo su mochila en el sillón de la sala de estar, fue hacia el comedor para ir a almorzar, como todos los días, y allí estaba, solo, en esa mesa gigante, junto con esos adornos que combinaban, las paredes color azul marino, y el televisor gigante, puedes ver cualquier cosa en ese gran televisor, cualquiera puede ver y disfrutar lo que se ve, pero el no, el solo quiere ver ese televisor con su familia, con sus padres, contarles como le fue en el colegio, y reírse entre todos, y que su padre diga un chiste que nadie entienda y tenga que explicarlo y luego si se reirían todos juntos… pero no, eso no podía ocurrir, este no era ese tipo de familia, aquí no había tiempo para nada de eso. En esta familia solo se conocía el estudiar y trabajar, el les mentía a sus padres diciendo que iba a hacer trabajos prácticos y se escapaba a la casa de sus amigos, porque necesitaba estar con alguien que le preste atención.

Sus padres, fueron criados en una familia de adinerados y se juntaron para unir fortunas. Ninguno de los dos estaban enamorados, y su hijo fue un accidente realmente, ya que en una noche de borrachera no usaron protección y nació el pequeño Ignacio, en una familia donde nadie le prestaba atención, sus abuelos paternos y maternos estaban muertos y sus tíos solo lo veían cada 2 años porque vivían muy lejos. Su madre, Fernanda, rubia de pelo largo de ojos celestes con un gran atractivo físico, cuando tenía 24 años se había enamorado de un profesor de su universidad, su profesor, Lorenzo, él le enseño todo lo que ella no conocía, todo lo que para ella era  “la nada”, le enseño todo lo que para ella no existía, se habían encontrado varias veces, pero cuando estaban por hacer público su amor, el padre de Fernanda le obligo a casarse con el señor Fabricio, un señor grande de 34 años, con un gran futuro por delante y con más de millones de dólares que crecían cada día. Ella al verlo pensó que era un chico guapo, rubio, alto, de ojos verdes, se veía que era confiable pero todo empeoro una tarde de Abril cuando Fabrico se entero que Lorenzo mantenía un romance con su mujer y en ese momento fue a buscar dos pasajes para que el con su mujer se vallan lo más lejos posible de ese inmundo profesor. Cuando Fernanda se entero de esta decisión no pudo reaccionar pero su enojo fue profundo, juro que haría lo imposible para arruinarle la vida.  

Y lo logro, para ambos Ignacio les arruino la vida. A Fernanda le impidió poder destrozar su vida. Unos meses antes de quedar embaraza, luego de 15 años en ese nuevo y inmundo país lejos de su amor, había vuelto a su país de origen donde la esperaba lo peor, su verdadero amor se había casado con una solterona alta, con un cuerpo voluptuoso, castaña de ojos muy claros y tenían 4 hijos, eso la destrozo, al volver quiso vengarse de él aunque no se le ocurrió nada porque ella lo seguía amando, seguía queriendo tener millones de hijos junto a Lorenzo, pero esa zorra inmunda lo había estropeado todo, 2 meses después se entero que estaba embarazada. Ese niño la mantuvo 9 meses sin poder moverse, la mantuvo quita, la mantuvo pasiva, la mantuvo… mejor. Pero al nacer ese pobre niño sufrió todo lo que a nadie le gustaría sufrir. Sus padres nunca se hablaban, y lo único que le enseñaron (a través de lo que él podía ver) es que el dinero lo es todo, es lo que te va a sacar de cualquier crisis. Que el amor de verdad no existe, y que si existe siempre va a aparecer alguien para arruinarlo todo. El hizo todo lo que quiso con tal de molestar a sus padres porque ellos desde pequeño le dijeron “te vamos a dar todo lo que quieras pero no puedes molestarnos”. Y así siguió él, el único ejemplo de vida que tuvo fue a su abuelo paterno que murió cuando tenía 8 años, el se acordaba perfectamente como fue:

Estaban los dos juntos mirando tele en la cama grande donde todavía quedaba el olor de su abuela (según lo que decía su abuelo, porque él nunca la conoció), su abuelo le pregunto si tenía hambre y él como de costumbre le replico que si, luego de un rato de que su abuelo no volviera el salió a su encuentro y lo encontró, tirado, quemado por la pava de agua caliente, en la que su abuelo le estaba preparando unos ricos mates y al lado de él estaban las galletitas caseras que siempre cocinaba. Nacho nunca se pudo sacar esa imagen, de su abuelo todo quemado por el agua y la hornalla prendida, el único fuego que lo podía calentar se había apagado. Según lo que le escucho de los médicos es que a él le dio un ataque del corazón y murió en el instante sin sufrir, aunque a su padre no le importaba un comino lo que diga el doctor, a Nacho le alegro saber que no sufrió. Luego del día de su entierro donde vio a muchísima gente de la que su abuelo siempre comentaba empezó a tener pesadillas, veía a esa hornalla que se empezaba a apagar pero él nunca la pudo volver a prender, veía la cara de su abuelo en las llamaradas que de a poco se iban extinguiendo en la pequeña hornalla. El había llorado noches completas, no había dormido semanas enteras, se había vuelto loco de tristeza, estuvo casi a punto de morirse según lo que dijo el médico porque estaba demasiado alterado, demasiado deprimido, demasiado agotado, no podía hacer nada, se quedo acostado en cama mientras la mucama lo ayudaba a seguir en vida mientras le recitaba “La Biblia” completa todas las noches. Aunque él nunca pudo creer ni una sola palabra de lo que Elisabeth (su mucama) decía, le parecía agradable saber que existía alguien tan idéntico a su abuelo.

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