Capítulo único.

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Era de noche, había empezado a llover desde la tarde, parecía quitarse y después volvía a intensificarse pero ese no era problema para Tony quien había llevado un pequeño paraguas negro consigo, salió a dar una vuelta por las calles de Nueva York, cuando suele llover y sobre todo de noche la gente prefiere verlo desde casa, recostados en el sillón con una mantita encima y un chocolate caliente, pero ese no era el caso de Tony Stark, quien después de un día bastante estresado trabajando en industrias Stark decidió salir a despejar su mente, algo cliché, es cierto, pero a decir verdad el sonido de la lluvia es bastante relajante cuando solo te enfocas en el.

Quería despejarse de todo por un momento, tenía mucho que no podía tener un momento de paz consigo mismo y lo había logrado, por fin estaba tranquilo, hasta que alguien se topó en su camino.

-¡Lo siento tanto! No era mi intención, de verdad, discúlpeme- dijo un hombre de tez blanca, con una voz sumamente angelical y algo familiar para Tony, no sabía de quien se trataba, pero sabía que había escuchado esa voz en algún momento de su vida.

-Fíjate por donde caminas.- Le respondió el castaño un tanto molesto y con una voz en demasía seca dado que le había cortado su momento de relajación.

-De verdad lo siento, ¿Podría ayudarme?- El rubio parecía tiritar levemente de frío, no llevaba puesto más que un suéter gris el cual se veía delgado y el hombre estaba empapado a decir verdad -La noche es demasiado fría, estoy perdido, he caminado demasiado, estoy muy cansado, ¿Sabes de algún lugar donde pueda quedarme?

-Lo siento, pero no puedo, ahora con tu permiso seguiré adelante- Tony no volteó, apenas le presto atención por el rabillo del ojo y siguió en su camino.

El ojiazul solo vio como Stark se alejaba, quedándose solo bajo la lluvia, completamente solo, la voz de aquel hombre que se alejaba le pareció conocida, pero quizá entre tanto cansancio estaba empezando a alucinar.

-¿Quién se pierde en Nueva York? ¿Es una broma?- Tony bufó, estaba molesto, ese era un cuento que no se creía, camino unos minutos un tanto molesto por lo que había pasado, pero al cruzar a la siguiente calle su mente se llenó de un recuerdo, algo que parecía haber olvidado que había vivido.

FLASHBACK.

Verano, podría estar de vacaciones pero no era así, había tenido que viajar hacía Sandy Hook para checar sobre unas mejoras que el gobierno federal le había pedido a industrias Stark para la Academia Marina de Ciencia y Tecnología, así que Tony decidió ir en persona para ver con que mejoras les podría ayudar dado que la paga por venir del gobierno era bastante obvio que era una suma muy bien recibida.

Cuando llegó, lo recibieron los militares, uno de ellos había llamado su atención, era alto, de buen cuerpo, rubio y de ojos azules, y para la suerte de Tony, él sería quien lo llevaría por el lugar; ¿Su nombre? Steve Rogers.

-Tony Stark, un placer- Dijo Tony extendiendo su mano y sonriendo un tanto coqueto, pero el soldado no lo recibió de esa manera, no solía fijarse en esos detalles.

-Steve Rogers señor Stark, el placer es mío- Le contesto el rubio tomando su mano para estrecharla, devolviendo el saludo.

-Bien Steve, muéstrame el lugar, ¿Qué falta? ¿Qué te gustaría que hubiera aquí?-

Ese día Steve se encargó de enseñarle el lugar a Tony, sugerirle mejoras, hablar un poco gracias a que Tony sacaba temas de conversación preguntándole al rubio sobre su vida, al final, Steve se abrió con Tony, le llevó a conocer el lugar que por supuesto, era bastante grande, Tony se quedaría durante una semana allí, días durante los cuales Tony creyó haber vuelto a sentir ese sentimiento que nadie le había causado en años, esos días pasaron tantas cosas, sí, Stark conoció, checó y revisó todo lo que cambiaría en el lugar, pero aparte, conoció al capitán Rogers y él conoció a Tony, el sentimiento fue mutuo, sabían que no era solo una simple simpatía.

Another day in paradise [Stony O.S.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora