Capítulo 10

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Islas Camarón

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Islas Camarón.

A medida que el sol cambiaba de posición en el alto cielo y el día avanzaba, un par de agotados aventureros pronto fueron azotados por el calor de la tarde mientras se recostaban en aquella endeble embarcación comiendo y bebiendo de aquellos cocos que se habían llevado junto a la canasta de mimbre que ahora albergaba una docena de esferas completamente finas y blanquecinas que pronto se convertirían en su boleto de viaje que les otorgaría todo lo necesario para partir.

El día transcurría en calma y sin preámbulos, la mañana se convirtió en mediodía, el mediodía en tarde y la tarde en una noche estrellada mientras los navegantes de turnaban para impulsar suavemente la embarcación con ayuda de aquellos maltratados pero funcionales remos.

Hasta que finalmente.

-¡Poll despierta, puedo verlo!- Vio rompió súbitamente el silencio al soltar los remos.

-¿Qué pasa?,¿llegamos?- Comentó un sonmoliento joven.

-Hemos llegado al fin.- Prosiguió ella.

Y en ese momento ambos consiguieron ver más de cerca aquella isla que parecía brillar con la ayuda de candeleros y antorchas en los límites, el duro viaje de un solo día se había encargado de llevarse las energías de ambos, sin embargo el mero hecho de ver al fin su destino se había encargado de devolvérselas de manera súbita como quien se emociona en demasía.

Y no tardaron mucho tiempo para que la silueta de la isla se hiciese mas cercana, al poco tiempo ambos chicos alcanzaron a oír el bullicio del pueblo, las ofertas de la gente del mercado, el sonido y el olor de la madera al cortarse y alguna que otra música instrumental, todo parecía una especie de fiesta a altas horas de la noche.

Si bien no habían llegado en el tiempo que esperaban, aquello no podía ser mejor porque podrían al fin, pasar la noche en un lugar cálido y cómodo.

Cuando la pequeña embarcación de madera finalmente tocó tierra, Poll bajó de ella mientras amarraba la cuerda a la proa y a una estaca de madera para que el agua no se la llevase con el oleaje, pronto ambos se desperezaron al fin en tierra mientras arreglaban sus ropas y tomaban aquél canasto para luego dirigirse sutilmente hacia lo que pensaban sería el mercado pues el bullicio de venta venía desde aquél lugar.

Y pronto ambos se adentraron más en la primera porción de tierra en islas Camarón, el mercado se alzaba justo al frente adornado con pequeñas chozas de madera con techo de paja en algunos y en otros, ostentosas casas decoradas y pintadas seguidas por el suelo de tierra y piedras a los cuales el desgaste con el tiempo les había dado brillo.

-¡Compren sus verduras y carne aquí, hacemos buena oferta!- Una voz se alzó sobre las demás y provenía de un hombre mayor, encorvado, con el rostro demacrado y una cabellera completamente blanca.

-¡Pieles, lo mejor de las pieles del bosque!- Resonó una voz, ésta parecía ser de una mujer.

-Señor, ¿me da unas manzanas?- Mencionó otra voz, ésta vez la de un niño rubio con las ropas completamente sucias por la tierra, parado frente a la choza de aquél viejo mientras enseñana un par de monedas en las manos.

Almas del mar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora