Destructivo.

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Asqueroso. Repugnante. Desagradable. Fastidioso. Molesto. Incómodo. Irritante. Repulsivo.

Estas y mil palabras más venían a la cabeza del demonio de sombrero cada vez que estaba frente a Flug.

Sentía un enjambre de insectos en el estómago y unas repentinas ganas de vomitar con tan sólo pensar en él. Y eso era horrible.

Aquellas sensaciones le estrujaban un órgano en el pecho, le producían una fuerte puntada, le arrebataban el aire de un golpe; pero de igual manera brindaban cierta paz extraña, una retorcida e inexplicable comodidad cuando su científico dejaba de tensarse y se expresa con total libertad.

Una ola de orgullo lo azotaba cada vez que el doctor Flug despreciaba a los mediocres intentos de villano y hacia valer sus capacidades. Incluso alguna que otra vez se sintió excitado con sólo observar las torturas de su científico.

Ahora que se ponía a pensar, recostado en la silla de su despacho, nunca había visto el rostro del científico. ¿Tan horrendo era su subordinado? ¿Quizás protegía de esa mediocre manera su estúpida cara? ¿No consideraba a nadie digno de verlo?

"Ja. Qué tontería." Pensó.

Una explosión lo sacó de sus divagaciones.

-¡DEMENCIA! -Gritó el causante de sus revoltijos estomacales-. ¡VUELVE AQUÍ, MALDITA IGUANA!

-¡ATRÁPAME PRIMERO, NERD!

Gritos, crujidos, disparos, carcajadas, ¿gruñidos? ¡Qué tanto hacían esos inservibles!

Totalmente irritado salió de la oficina, y al dar seis pasos el cuerpo de Demencia impactó con el suyo.

-Hola amor, ¿qué tal tu día? -pregunta coqueta aspirando el aroma de su jefe y sintiéndose en la gloria por su cercanía. A pesar de todo el demonio no le prestaba ni un gramo de atención a la fémina, escuchaba los jadeos de su científico desde el otro corredor.

Cuando el joven apareció en su campo de visión tambaleando por la persecución las náuseas volvieron.

-¿Jefecito?

Frunció el ceño por esa dulce e irritante voz. El enjambre parecía volverse más salvaje, violento, incrustado sus mandíbulas y aguijones en lo que sea que retuviera su alimento. Respiró profundo y gritó con toda la molestia del mundo.

-Se puede saber qué hacen, ¡HOLGAZANES! -Ambos jóvenes se tensaron. Flug tembló como gelatina, y tartamudeando por los nervios trató de explicar la situación. Demencia simplemente se alejó de un salto de su amado jefe y corrió para usar al científico de escudo-. ¡DEJA DE BALBUCEAR, IDIOTA! ¡ME IRRITAS! -En un segundo ya estaba frente a él tomándolo de la bata y sacudiendolo. El de bolsa cierra los ojos del miedo y trata en vano cubrirse la cara con los brazos-. ¡¿POR QUÉ EN VEZ DE PERDER TIEMPO CON ESTA CHAMACA NO VAS A ARREGLAR TU DESASTRE?! ¡PARÁSITO INSERVIBLE!

Suelta al chico logrando que tambalée. Le responde un rápido y nervioso "Enseguida, jefe chulo." para salir corriendo al laboratorio. Cuando Black quiere centrar sus regaños en la peliverde ésta había desaparecido.

Chasquea la lengua, convirtiéndose en una masa viscosa negra que viaja hasta su baño privado. Los detalles de plata pulidos resaltan en la oscuridad del mármol. Todo estaba tan limpio y ordenado.

Observa su imagen en el espejo de cuerpo completo con el ceño fruncido. Una de sus manos le oprime el abdomen queriendo controlar un posible vómito sin éxito alguno, aumentando su mueca de desagrado.

-Maldito Flug... -murmura-. Qué carajos me hiciste.

Se gira dispuesto a irse, pero una puntada le atraviesa el pecho haciéndole detenerse y comenzar a toser. La tos no para, no lo deja respirar. Cae de rodillas e inútilmente trata de detener aquel estúpido reflejo llevando una mano a la boca.

Un minuto, que se le pareció eterno, duró el ataque. No entendía por qué sintió ahogarse. No recordaba tener pulmones ni la necesidad de respirar. Cerró los puños con ira, deteniéndose de forma instantánea al sentir una viscosidad.

Sus guantes se hallaban destrozados, pues en la desesperación de ahogarse sus dedos se hicieron garras, y entre ellos chorrea un líquido espeso unos tonos más oscuro que la sangre humana.

"Es la segunda vez en la semana", piensa.

Arroja el accesorio al cesto de basura y lava sus manos. Ese maldito doctor se estaba volviendo un tema serio. Resulta imposible suponer que se haya contagiado de una peste humana. Él, un demonio de pura maldad, superior a cualquier ser existente, ¿enfermo? Ja.

Sólo eran revoltijos estomacales, enjambres de bichos salvajes en sus entrañas, un golpeteo acelerado en el pecho, calidez al estar con el inútil de bolsa y una gran molestia al verlo con su atención en otro ser vivo. Aquella tos del averno y los coágulos de sangre no significan nada. Tampoco las puntadas de dolor en cada órgano. Ni el cansancio repentino. Ni la sensación de asfixia. Ni las noches en las que siente frío y aún así suda.

"¿El gran Lord Black Hat, enfermo? Pfffff, eso sí es patético."

Sonríe. Se siente para el culo pero sonríe.

Tóxico. [PaperHat].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora