El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]

XXIII: Shinigamis

Narrador Externo:

—Nye he he he~ —sonó un risa muy extraña en la mañana dentro de la habitación donde habían dormido los dos condes.

Los dos despertaron y vieron a un hombre muy bien vestido con un largo cabello rojo que sostenía una motosierra.

—Jim Macken —dijo apuntando con su sierra al mencionado—, es tu nombre original. Tu alma nos ha dado bastantes problemas a nosotros los shinigamis, ¿lo sabes?

—¿Ah? —dijo Samantha, quien estaba muy confundida—. ¿Quién eres tú?

El de anteojos volteó a verla.

—Ah... a ti no te conocía —dijo el shinigami—. Pero no importa mucho, en realidad. No apareces en la lista de próximos.

—¿De qué estás hablando? —preguntó la otra confundida.

—Son buenas noticias, aún te queda una larga vida. Sólo he venido a traer a tu amigo, o esposo, no sé, estaban durmiendo juntos y...

—¿Traerlo cómo? ¡No entiendo nada!

—Soy un shinigami —dijo haciendo su típica seña con la mano en frente de su cara mientras guiñaba su ojo—. Y el alma de ese niño nos ha dado bastantes problemas a nosotros los shinigamis —se acercó a Alois y le habló directamente—. Hace unos meses se supone que morirías, y desde ahí hubo muchos problemas. De algún modo sí moriste, pero luego reviviste. Te dejamos un tiempo y se supone que sí debiste morir hace unos días a manos de ella —señaló a Samantha—, y ahora resulta que no... ¡Creo que no ha habido nadie más problemático que tú!

—No... No dejaré que te lleves mi alma... ¡Es sólo de Claude! —dijo el rubio.

—Argh... los humanos que hacen contratos con demonios, siempre complicándonos el trabajo —dijo el pelirrojo y encendió su motosierra—. Hoy por fin te llevaré.

—Yo tampoco dejaré que te lo lleves —dijo Samantha—. ¡Sebastian! —llamó.

—¿A quién se supone que llamas, pequeña...?

De inmediato, el mayordomo Sebastian Michaelis entró a la habitación, encontrándose con la escena.

—¡Ah~! ¡Sebas-chan~♡! —gritó Grell al ver, después de mucho tiempo, a su querido amor platónico—. ¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Estás siempre tan hermoso!

—¡¿Grell?! —dijo el demonio confundido, esquivando sus abrazos.

—Sebastian... ¿lo conoces? —preguntó la condesa.

—Por desgracia, sí —contestó el mayordomo.

—¿Cómo no vamos a conocernos? —dijo Grell sin apartar sus ojos de Sebastian—. Si es el futuro padre de mis hijos, quien tiene atado a su meñique el hilo rojo del destino conmigo~♡.

—Sebastian, no sabía que tenías esos gustos —comentó burlona Samantha.

—¿A que diablos has venido, Grell? —preguntó fríamente Sebastian.

—Oh, lo siento, lo olvidé por la gran emoción que sentí al verte, Sebas-chan. Vengo a traer el alma de este mocoso que debí llevarme hace mucho.

《¿De Alois? Ni hablar... es mi única herramienta para cumplir mi contrato》 pensó el demonio.

—¡Sebastian! ¡No se lo permitas! —ordenó Samantha.

—No tiene que pedírmelo, Ojio-chan —contestó este ya con los cubiertos listos para atacar.

—Sebas-chan, ya vienes a atacarme —dijo fingiendo estar ofendido y preparó su motosierra—. Pero no me importa nada si es contigo. Death~☆! —hizo su típica pose.