⌗ SOMNIA ♡̷̷%՞˖

IV

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El cielo, de un azul oscuro pero brillante, mezclado con más colores, como el verde y el anaranjado por el polvo estelar, combinado con el morado de las nubes y los blanquecinos astros que allí se podían apreciar, como estrellas y varias de las lunas que orbitaban.
Así era el cielo nocturno de Somnia, el mundo de los sueños.

Dongpyo no recordaba semejante espectáculo, pero no se extrañó. Sabía que todo era posible en aquel lugar.
Sin embargo, Yohan no estaba tan tranquilo como su enemigo.

Habían aparecido cerca de Draumur, la ciudad principal ─y única─ de Somnia.
Dongpyo comenzó a caminar hacia allí, rumbo al norte, sin ni siquiera percatarse de la presencia de Yohan.
El asesino podría haberlo aniquilado perfectamente en aquel momento, después se iría a casa y nadie sabría qué había pasado.
Pero decidió ser más precavido. No sabía dónde estaba y no tenía aliados allí todavía.
Decidió tomar el camino contrario a Dongpyo e ir hacia el sur, donde solo se podía ver una gran cordillera de montañas nevadas.
Pensó que, cuando el rey se hubiese alejado un poco, tomaría también el camino a la ciudad.

En cuanto a Dongpyo, estar de nuevo en Somnia era como un sueño para él, nunca mejor dicho.
El paseo hasta Draumur se hizo más corto de lo esperado, aunque la distancia no fue mucha.
En la entrada de la ciudad, la cual estaba bordeada por una gran muralla, se podía apreciar dos centinelas custodiando la entrada.

Nada más acercarse allí le permitieron el paso por ser el guardián de la puerta a Somnia. Agradeció eso, ya que si no le hubiesen dejado pasar, tendría que esperar bastante tiempo a que abrieran las puertas.
Aquello, simplemente era un sistema de seguridad. Los habitantes de ese lugar eran demasiado frágiles y cualquier ataque externo a la ciudad podría ser mortal de necesidad.

En aquel mundo, al ser eternamente de noche ─o eso parecía al estar aquel cielo nocturno siempre─, no tenía claro si estaban todos durmiendo o no, por lo que decidió pasear por las calles en busca de alguna persona caritativa que le ayudase a buscar alojamiento.

Tras una búsqueda intensiva por la parte sur de la ciudad, que no era pequeña que digamos, se dio por vencido al darse cuenta de que todo el mundo estaría en sus casas, durmiendo.

Dirigióse hacia una plaza cercana, se sentó en un banco de madera blanquecina con adornos rúnicos y algunos remaches de lo que parecía un metal precioso dorado.

Se quedó mirando fijamente la fuente de agua que tenía delante y después de un rato de la misma forma, casi hipnotizado por el movimiento del agua, comenzó a percatarse de que ya había más movimiento en las calles.

En cuanto a Yohan, pasó todo aquel tiempo caminando hacia las montañas del sur, parecía que no lograba alcanzar su objetivo nunca, pues cada vez le daba la sensación de que estaban más lejos, pero después de horas andando sin descanso, logró llegar hasta el pie de la montaña.

El frío era intenso, mas era reconfortante. Una sensación muy extraña que le gustó, la cual le recordó a un lugar en el mundo terrenal que le encantaba.
En ese momento, un raro impulso le hizo querer subir aquel monte nevado, a pesar de no ir suficientemente equipado ni preparado para ello. Aún así, tenía la sensación de que podría subir sin problemas.

Al principio, pensó que sería imposible, pues aquella montaña era casi vertical, sin un mínimo de cuesta en el pie; sin embargo, luego parecía haber menos pendiente.

Curiosamente, pudo escalar sin problema, sin guantes ni zapatos preparados para ello, sentía como si alguien le estuviese ayudando, o más bien, conduciendo hasta una trampa.