Hasta que el "te amo" incorrecto nos separe

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Caminando y caminando por la calle me detuve frente a una iglesia.

Pero no para redimir mis pecados o las blasfemias que he cometido, no, de mis demonios y demás mierdas ya se haría cargo una bala.

Me detuve para ver los cientos de rosas blancas adornando la entrada del lugar. Bellas y radiantes rosas blancas, listones a juego, personas con ropas caras, zapatos con precio mayor a mi closet y corbatas tan incómodamente ajustadas como el sostén que elegí para hoy.

Escuchaba los gritos y exclamaciones de entusiasmo y nerviosismo a tope, desde las que creía eran amigas de la novia con agudos chillidos de alegría hasta la adolescente malcriada a la que se le rompió el tacón de la zapatilla. Un dulce grupo de pequeñas niñas con cestas de pétalos florales, una mujer con más cosméticos que cara, un hombre que no paraba de llorar por su "costalito" y un niño que se arreglaba la camisa con molestia.

Que hermosa escena.

Que sueño tan imposible.

Que jodido era llorar en una boda sin ser invitada.

−Gardenia

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