Bitácora de Celeste I

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A lo largo de mi corta y efímera existencia, pude comprender lo vacío que era realmente todo lo que me rodeaba, desde las parejas que se juraban "amor eterno" cuando solamente se conocían desde hacía menos de tres meses y dicho "amor" se extendía a la semana siguiente, hasta lo vacío que era realmente el matrimonio de mis padres.

De ahí comprendí que si bien el matrimonio es considerado un compromiso de "amor y lealtad", era más que un contrato de "no separación". Aunque recientemente he cambiado de parecer gracias a la influencia de los libros que me hicieron inclusive soñar con un vestido blanco ¡bendita literatura!

Y puede que todo sea debido a que encontré a una persona que me hizo darme cuenta sin siquiera decírmelo como tal, que todo lo que pensé no era malo. Pensar de más no estaba mal.

Dicha persona a la cual me referiré como luna, me ayudó a comprender que a pesar de mi infantil comportamiento, tenía una mentalidad más madura que algunos adultos. Lo más fascinante de luna fue que compartía pensamientos y preocupaciones mías que otros habrían pasado por alto, desde la basura en las calles hasta los futuros posibles que se nos vendrían encima. Teníamos nuestros desacuerdos, por supuesto, pero ello solamente nos mantenía más aferradas la una a la otra en miles de intentos por entender dicho pensamiento incompatible.

Luna y yo compartimos más que pensamientos, tuvimos la desdicha de crecer en un entorno donde madurar era la única opción si no querías terminar por ser destruido por tu propia familia.

A veces me pregunto qué pasó con luna, y si ahora estará bien.

Sea donde sea que estés... te deseo lo mejor.

« Y si alguno de ustedes la ve.

Dígale que la amo. »

−Celeste 

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