Bitácora de Celeste IX

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A veces (últimamente siempre) me veo rodeada de emociones y pensamientos negativos que no me dejan.

Me siento asfixiada. Indiferente a lo que me rodea. Me siento insignificante.

Sé que si nos abrimos y abarcamos la palabra, la definición es tan real que suena aún más dolorosa, cruel inclusive. Al final no solo yo sino todos somos insignificantes, un trozo de masa, peso y volumen ocupando una aún más infinita cantidad de nada.

Yo por ejemplo nunca fui una excepción, no fui la chica bonita que recibía miradas al caminar ni la joven de gran pensamiento crítico y analítico que lograba atraer la curiosidad de todos. Al final, no fui ni seré nada.

Aun así, es bastante increíble lo que un trozo de nada logra descubrir.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de conocer a alguien verdaderamente increíble. Era todo lo que siempre creí odiar de una persona y a la vez la más inimaginable existencia.

« Ella era el punto 0 de la ecuación perfecta. »

Poseía una simpleza que alejaba cualquier inquietud que la pudiese aparejar a lo relevante, elegía su vestuario por horas para al final solo usar la parte inferior y coger alguna prenda más del baúl de su abuela, su madre me contó que a los 8 años se negó a que le cortaran el cabello, cuando sentía un mechón más largo lo cortaba ella misma, cada inicio de semana la veía bajo las escaleras del colegio con el mismo libro en las manos, nunca la vi leer otro libro en el tiempo que estuvimos juntas. Siempre me repetía "pequeño trocito de todo siendo yo nada" cuando me veía bajar la cabeza o abrazarme a mí misma, sabía leer a la perfección cada una de mis expresiones, quizás ello influye en que hasta la más mínima expresión por mi parte ahora sea totalmente premeditada.

« Aprendió a ser yo, así como yo aprendí a ser ella. »

Estando con ella me hizo aprender a sentirme cómoda conmigo misma, jamás dejó que usara maquillaje y adoraba que cada día no supiera si me vería con uno de mis extravagantes y continuos cambios de imagen, acariciaba mi cabello cada que le exigía fresas con crema, me tomaba de la cintura cuando notaba que mi pie izquierdo me hacía tambalear.

Nunca había sentido la verdadera gratitud como cuando el universo me cruzó con luna.

Ahora. Vagando entre pensamientos confusos y dolorosas imágenes sentimentales me he alejado de la realidad en la que me encuentro. Una realidad donde luna ya no estaba.

Si creen que el cerebro es el encargado del llanto, es porque jamás se han dicho con la garganta rota "deja de llorar" y no ha funcionado.

Cuando la perdí... me dije eso muchas veces. Más de la que alguna vez pude imaginar repetiría una oración.

« A los ojos del tiempo tu ausencia era momentánea. A los ojos de quien te extraña tu ausencia es eterna. »

Ausencia. Y pensar que mi egoísmo y miedo a terminar sola causó tu ausencia. Irónicamente me dejó sola.

Luna era la única persona cien por ciento consciente de lo que me hacía la soledad. Me consumía rápido, conciso, me destruía en un solo segundo sin darme tiempo a enfrentarla, o a ir en busca de la azabache para sostener mi escudo. La soledad y toda la infinita cantidad de razonamientos negativos que conlleva me ha hecho llegar a la conclusión que siempre fui débil, la diferencia ahora era que luna no estaría aquí para ayudarme a debatir ello ni ningún otro mentalismo de auto desprecio que me llegase a acoger.

Luna, sabes que no me he valorado lo suficiente pero ¿hasta qué punto te he dejado verlo?

Contigo aprendí que toda esa mierda de amarse así mismo para poder amar a otra persona es mucho más importante de lo que parece , y sé que nadie vendrá a mí a decirme "¡Hey hola, eres hermosa!" si estuvieras aquí tu tampoco la harías, tenías la alta expectativa en que yo misma podría lidiar con ello. Sé también que no tienes clara la idea de lo que me repudia ser yo, así que me permito ser más clara a redimirme en ridículos textos de ficción.

Dependo de la crítica en masa, así de simple. Soy alguien que se formó de citicas ajenas, alguien que a pesar de todo necesita de la aceptación colectiva para sentirse "especial", para sentirse bien.

« Pero contigo no necesitaba más. »

Y era, es y será cierto, nunca más volveré a necesitar de la aceptación si tan solo me ayudas una última vez a terminar de entenderlo. Ayúdame a entender quién soy, ayúdame a amar lo que soy.

Ah, sabes luna jamás tuve la oportunidad de charlar un poco sobre ello, si bien tuvimos tantas conversaciones respecto a tanto, no sobre cierto tema del que necesito ayuda y que tú tanto pareces entender. Aunque no era de esperarse.

Propiamente supiste adaptarte a una nueva versión de ti, el miedo nunca te detuvo, no tuviste dudas en aceptar algo tan maravilloso que nació contigo. A comparación de la pequeña niña que se sentía extraña al ver bonitas a otras niñas, la siempre dudosa niña que tenía miedo a una palabra tan ya conocida y expresada con acidez y repudio de la boca de su propia madre. Te seré honesta, muchas veces aun con la información y conocimiento suficiente me sentí asqueada de esto, de lo que era, lo que sentía, yo solo veía lindas a las chicas ¿eso esta tan mal? Si no es así, ¿Por qué mamá ya no me abraza? ¿Por qué papá se ríe de ello? ¿Por qué todos me miran mal cuando menciono tu nombre? ¿En serio estoy enferma? Porque muchas veces me sentí enferma.

Y por todas las cosas que aún están mal en mi mente después de tanto contigo es que no puedo dejar de pensar lo mucho que vales, incluso si no estás aquí para leerlo.

La soledad, la tristeza, el dolor, la agonía en la que me vi envuelta desde que te fuiste también me ha servido de algo ¿y porque sincerarme ahora que no estás? Porque luna, mi niña. Te he encontrado.

Después de tanto y tanto te he encontrado. Y necesito purgar mi alma para ser merecedora de ir contigo nuevamente.

« Y si alguno de ustedes la ve.

Dígale que falta poco. »

−Celeste

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