Capítulo 1
En mi familia soy la única mujer nacida de la unión de mis padres y la menor de siete hermanos, ellos, todos hombres grandes, fuertes y musculosos, guerreros en potencia como lo ha querido siempre mi padre, uno de los más antiguos guerreros de nuestra familia, mi madre una sanadora como ninguna, todos siempre encargados de proteger a nuestro pueblo y sus habitantes. Y ustedes dirán y cuál es el problema entonces, pues les cuento el gran PROBLEMA es que nací con el poder de sanar con el toque de mis manos, lo cual es un don hermoso, pero también tengo el poder de acabar con la vida de cualquier ser solo con mirarlo, es este el motivo por el cual mis padres me tuvieron encerrada durante tantos años, porque no sabían cómo lidiar con esa parte de mi "don" o como ellos le llaman una maldicion, y han tratado de averiguar durante estos 18 años de qué parte de mi familia lo herede y cómo hacer para quitarlo de mi, pero ha resultado imposible.
Creo que mis padres sintieron más miedo de el que yo misma sentí cuando se dieron cuenta de ese "don" que tengo, la primera vez que supimos lo que podía hacer, fue por qué ocasione la muerte de un ciervo que estaba en el jardín posterior de la casa y yo apenas tenía 5 años, al mirarlo me asusté tanto que ocasione la muerte de ese pobre animal, yo no lo entendía en ese momento y solo corrí a ver que había pasado con el animal que cayo al piso de inmediato, solo después de mirarlo y al acariciarlo el ciervo volvió a la vida, en ese momento mis padres me miraban con horror en su rostros y desde allí vivo encerrada en las cuatro paredes de una habitación.
Mis hermanos, durante toda su vida han hecho lo que han querido, mientras yo estuve cautiva siempre en la casa, solo podía ver la luz del sol mediante las ventanas y a dónde miraba solo veía árboles, árboles árboles y más árboles, ya qué vivimos en una cabaña en el bosque, pero hace tres días ya mi paciencia se agoto y vi la oportunidad de escapar y heme aquí, deambulando por el pueblo buscando un lugar en donde refugiarme, estos últimos tres días he estado durmiendo aquí y allá en donde logro conseguir resguardarme del frío del bosque, luego de tanto caminar a lo lejos diviso varias casas una al lado del otro en ambos lados de una calle, es tarde en la noche pero sin embargo hay una donde las luces se ven encendidas, sin pensarlo dos veces corro hacia ella con la esperanza de que me ayuden.
En cuanto me encuentro frente al pórtico de la casa doy golpes en la puerta a ver si alguien acude a mi llamado, luego de tres toques insistentes, se abre la puerta, dejando a la vista al hombre más hermoso que he podido ver en mi vida, aunque podría decirse que no he visto muchos, de verdad los únicos hombres a los que visto han sido mi padre y mis hermanos, pero estoy segura que, el que está parado frente a mí tiene que ser la creación más hermosa que ha hecho Dios.
- Buenas noches en que puedo ayudarla señorita- dice el hombre desconocido
- Bu buenas noches caballero, disculpe solo quería saber si puedo refugiarme del frío en su casa por favor, no tengo a donde ir, escape de casa y desde entonces solo he caminado sin parar, por favor- las palabras salen atropelladamente de mi boca, suplicando la ayuda de este hombre. El me mira asombrado por la rapidez de mis palabras
- Escapaste de tu casa- me mira de arriba a abajo -vamos entra debes estar muerta de frío- y de inmediato me toma del brazo para hacerme entrar en el confort de su hogar
- Estas helada muchacha, pasa siéntate cerca del calor de la chimenea, iré a buscarte una manta- me acercó a un sofá grande que estaba frente al fuego para que entrara en calor. Cuando regresó con la manta me la colocó por encima de los hombros y luego frotó mis brazos de arriba a abajo, mi mirada quedo anclada en su hermoso rostro de finos rasgos y piel morena y ojos verdes impresionantes.
- Estás bien ahora, de esta forma la temperatura de tu cuerpo irá en aumento y te sentirás mejor- dijo con seguridad en su voz.
- Gracias, de verdad no sabes lo que esto significa para mí, pensé que nunca encontraría un lugar al que llegar, donde sentirme segura- el extraño me miró con confusión en sus ojos y yo aparté la mirada de su rostro que me tenía cautivada.
- Que ocurrió para que escaparas de tu casa- pregunto con interés.
- Mis padres me han tenido encerrada por 18 años, pero ya era hora de revelarme y vivir mi vida y a la primera oportunidad que tuve me escapé sin importarme nada- el hombre frente a mí me miraba con duda en sus ojos.
- Que tipo de padres tienen a su hija encerrada por 18 años? no lo entiendo, me estás diciendo la verdad, porque me cuesta creerlo- claro que le cuesta creerlo supongo que no es algo que ocurra normalmente.
- Sí, te estoy diciendo la verdad, es por mis dones, ellos no supieron cómo controlarlos y su mejor solución fue encerrarme para que no pudiera dañar a nadie. -nuevamente había hablado muy de prisa y el desconocido me miraba extraño.- Nuevamente hablaste muy rápido, qué es todo eso de tus dones y qué no supieron controlarlos- preguntó mirándome con algo extraño en sus ojos que no logré descifrar.
- Mis dones de nacimiento, supongo que tú debes tener los tuyos también, mis padres dicen sin embargo que una parte de los míos son una maldicion.
- Una maldicion- preguntó con tono contrariado -a ver por favor con más calma, cuéntame las cosas desde el principio y pausadamente para poder entenderte. -Me dijo y se acomodó en el sofá para escucharme atentamente.
- Cuando tenía 5 años de edad mis padres se dieron cuenta de que tengo el don de la sanacion en mis manos y eso los hizo muy felices, pero también fueron testigos de la otra parte de mis dones o mi maldicion como ellos la llaman, porque puedo acabar con una vida fácilmente también, y en el momento en que fueron testigos de eso me encerraron y no me dejaron salir de la casa nunca más, por miedo al daño que pudiera ocasionar. - concluí con un suspiro que dejaba ver lo triste que eso me hacía.
- Me estás tomando el pelo verdad- dijo el desconocido riendo mientras hablaba -tienes del don de sanar y de matar, si claro y yo soy superman. Dijo riéndose aún más fuerte que antes.
- Por qué te ríes de mí, no lo entiendo y quién es superman. Le pregunté sin entender aún su risa.
- Es que lo que estás diciendo es imposible, o me mientes o estás loca, una persona no puede tener esos poderes, eso sólo ocurre en las películas.- Me dijo el desconocido en tono serio.
- Yo no estoy loca, te estoy diciendo la verdad y puedo demostrarlo, es que acaso tú naciste sin dones. -pregunté aún sin entender su reacción.
- Yo soy una persona ordinaria como cualquier otra, soy doctor pero no considero que ayudar a las personas a sanar sea un don es simplemente mi labor y una que amo hacer, cabe decir. -cómo puede no creer en mis dones si me acaba de decir que es un sanador, no entiendo nada y está empezando a dolerme la cabeza.
- Si eres un sanador, por qué no crees en lo que estoy diciéndote.
- Soy un doctor no un sanador, creo que lo que tienes es conmoción aún por el tiempo que estuviste expuesta al frío del bosque, lo mejor será que descanses un poco, puedes pasar aquí la noche, pero si mañana no me cuentas la verdad lamentablemente no podré tenerte por más tiempo aquí, por ahora trata de dormir, yo haré lo mismo, hoy tuve un largo día. - el desconocido me condujo hasta una pequeña habitación en la cual al principio dudé en entrar, supongo que el lo noto porque de inmediato dijo.
- Si quieres, la puerta puede quedarse abierta no hay ningún problema, buenas noches descansa.. - y se fue para dejarme sola con mis pensamientos, luego de un rato de estar preguntándome por qué no me cree, me quede dormida sin darme cuenta en cuanto coloque mi cabeza en la pequeña almohada.