Capítulo 1

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[D e t r á s d e l h u m o]

—Hey. Ya sabes quién, te está esperando—el hombre de traje negro, fornido, y mirada seria le dió un manotazo al brazo del chico que esperaba afuera fumando un cigarrillo recargado en la pared, en el bar de mala muerte.

Alessandro sacó el humo lentamente mirando al frente, controlándose. Primero vió su brazo para después ver la mirada del hombre sin ninguna expresión.

—No vuelvas a tocarme, ¿entendido?—su voz petulante y demandante, hizo que el hombre se hiciera a un lado con su mandíbula apretada.

Mientras Alessandro daba su última calada sin mirarlo, dejó el cigarrillo clavado en el traje arrugado del hombre, causando que se quemara la tela.

Entro al bar ignorando el sonido de la música, la combinación de diferentes drogas, las chicas en los tubos con aquella desnudez que ya estaba acostumbrado a ver, y el sexo en cualquier mínima esquina de ese bar asqueroso.

Entro sin tocar la puerta y vió a Maximiliano Bovari con una de sus chicas doradas —especialmente para él–mientras la besaba voraz, tocándole los pechos sin pudor.

Maximiliano la separó de él bruscamente alejándola, mientras que ella entendía el mensaje se bajó de la mesa y se acomodó el vestido trasparente, daba media vuelta y Maximiliano aprovechó para darle una nalgada, esta rió y fue dirección a Alessandro.

Alessandro la vió de arriba abajo con aburrimiento, a lo que ella le guiñó el ojo y se fue, contorneándose.

Alessandro estaba acostumbrado a aquellas escenas, y el asqueroso de su Jefe no necesitaba a su mejor antonegra mirando siquiera por un segundo a otro lado, lo quería capaz de todo.

Necesitaba de su dinero, y el placer de la adrenalina, por que eso a él, lo hacía sentir la emoción, el deseo, era tan malo como bueno. No podía evitarlo, una vez entras, ninguna vez sales.

—¿Son maravillosas no lo crees?—preguntó Maximiliano acomodándose el horrible traje azul, y peinándose su cabello rubio con delicadeza.

—Quiero mi dinero—ignoró Alessandro.

—¡Como siempre! Que desesperado eres, joder, pero haces bien tu trabajo y eso no lo niego— sonrió satisfecho.

El jefe más buscado en Italia, excelente traficante de drogas, mafioso en línea, buscó en uno de sus cajones y le tendió un sobre a Alessandro Cavalier, con una sonrisa de lado, asegurando que volvería a verlo muy pronto.

Y con aquello en sus manos, Alessandro cerró la puerta bruscamente, guardando su dinero y despeinando su cabello. Camino por un corto pasillo y llegó de nuevo al vestíbulo completamente lleno de luces fosforescentes, que Alessandro siempre lo ponían de malhumor.

—¿Buscas algo en especia-al..?—le susurro una voz provocadora en el oído como si de seda se tratara, a lo que él se giró y vió a una chica rubia, con labial rojo, ojos color al sol; parecía tener más ropa que todas las demás, la miró por unos segundos más y ella estaba... nerviosa.

Ya sabía quien era ella aquí.

Alessandro tomó la parte de atrás de la cabeza de ella, y la estampó bruscamente en su boca, mientras él la besaba, ella torpemente le devolvió el beso. La condujo de nuevo al pasillo y abrió la puerta de un cuarto, un cuarto que todos tenían prohibido pasar, más que él. La empujó suavemente a la cama, separando sus bocas.

Él es más que un chico malo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora