Gracias por esperarme.
El odioso sonido del despertador resonó por la habitación de Luciano. Para el chileno, no existía peor tortura que levantarse en plena madrugada, y sobretodo, un día sábado. La grandiosa idea fue del soviético y su afán por la puntualidad, sin embargo, podría decirse que la culpa también recaía en Luciano por no ser capaz de responderle un: No.
No se levantó de inmediato, aún tenía mucho sueño y no quería abrir sus ojos, por lo que solo estiró su brazo e intentó adivinar en dónde estaba ese horrible aparato. Comenzó con una búsqueda cuidadosa, pero a medida que el tiempo pasó y no obtuvo resultado, dio golpes aleatorios por toda la mesa.
Finalmente lo encontró, aunque para su mala suerte terminó por botarlo al suelo. Ahora el sonido parecía estar intensificándose cada vez más, y eso le ponía de nervios.
—...conchetumare, que mala cuea —susurró antes de levantarse de la cama. Aún estaba oscuro, por lo que no logró observar con claridad hasta que encendió una pequeña lámpara que yacía en la cómoda. Entrecerró sus ojos un momento y luego apagó el maldito despertador de una vez por todas. Se sintió aliviado, no obstante, su tranquilidad duró poco. Muy poco.
Observó la hora, e inconscientemente llevó ambas manos a su boca. Madrugar no era lo suyo, él lo sabía muy bien, pero ¿en serio?, ¿realmente se equivocó al poner la alarma?
—Una hora tarde —mencionó en voz alta, sin saber si estaba temblando por frío, o tal vez por miedo —. Urss me va a matar... —aceleró el paso y comenzó a vestirse, rogando porque aquel ruso no se haya cansado de esperarle.
Arregló su cabello una última vez y salió de su hogar, teniendo la diminuta esperanza de encontrar a Urss en el lugar citado. Caminar parecía ser la manera más lenta y tediosa de avanzar, por lo que empezó a trotar lo suficientemente rápido, aunque sin necesidad de correr. Una vez que llegó al parque se detuvo inmediatamente, se inclinó hacia adelante y apoyó ambas manos en sus rodillas, con la intención de recobrar el aliento.
—Demonios —maldijo entre jadeos, sintiendo que su respiración ya no daba más —, definitivamente... n-no estoy... hecho para h-hacer...ejercicio —suspiró agotado.
Luciano se recuperó a los minutos después. Lo primero que hizo fue levantar la mirada e inspeccionar el lugar, deseoso de ver al hombre alto y de expresión seria. Como creyó desde un principio, Urss no estaba allí, y aunque no quisiese admitirlo, eso le dolió en lo más profundo de su ser.
El chileno sintió la necesidad de llorar, de desahogar sus penas y reflexionar en lo torpe que fue. Se dejó caer en una banca cualquiera, en la más desolada para su gusto, y allí, comenzó a derramar incontables lágrimas.
—Luciano, finalmente te encontré —se oyó la voz prepotente del mayor, asustándole al aparecer por detrás. Urss dejó escapar una sonrisa al verle de esa forma, sonrisa la cual borró al percatarse de las visibles lágrimas en los ojos del contrario —. ¿Luciano? —El soviético se sentó a su lado, dispuesto a escuchar el porqué estaba llorando.
El de cabello trenzado secó las lágrimas con su polerón, miró directamente a Urss, intercambiando miradas con él, y sonriente dijo: —No es nada, señor Urss. Estoy muy feliz porque me esperó —entrelazó sus manos con el más alto, sintiendo sus mejillas arder —. Estoy... muy feliz —volvió a decir, sin dejar de sonreír.
Desde el punto de vista de Urss, Luciano se veía como un lindo retoño en plena primavera. Un pequeño y delicado retoño que necesitaría de su protección, y que por supuesto, él estaba dispuesto a brindarle. Le devolvió la sonrisa, y sin romper el contacto entre ellos dos, acarició la mejilla del menor, creyendo fielmente en sus palabras.
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Doble personalidad. 【URSS x C.C】
FanfictionLuciano está envuelto en un profundo amor por Urss, y a pesar de ser correspondido por el soviético, no se siente del todo satisfecho. Él desea mucho más. (. . .) ❥ Countryhumans. ❥ Los personajes no me pertenecen, créditos a @chrystalrojas. ❥ Parej...