El se alejó de la puerta y se posicionó directamente en frente mío. - ¿Quería mostrarle lo que le pasa a las chicas como ella cuando no mantienen sus bocas cerradas? ¿Cree usted que ella se merecía unos cuantos moretones? Yo conocía chicas como Mariana cuando estaba en la escuela. Ellas se lo merecen, ¿no es así?. ¿Que se merecía Mariana,_______?
Alguien la golpeó bastante fuerte el miércoles en la noche y yo pienso que usted sabe más de lo que admite.
Yo estaba esforzándome bastante por suprimir mis pensamientos. Asustada de que de alguna forma estos se reflejaran en mi cara. Tal vez era una coincidencia que en la misma noche en la que me quejé con Liam a cerca de Mariana, ella resultara golpeada. Pero de la misma forma, tal vez no era así.
― Vamos a tener que hablar con su novio -dijo el Detective Hostigue.
― El no es mi novio. Es mi compañero de Biología.
― ¿Está viniendo hacia aquí ahora?”
Yo sabía que debía ser directa. Pero pensándolo mejor, no podía aceptar que Liam pudiera herir a Mariana.
Mariana no era el mejor tipo de persona y se había ganado una buena cantidad de enemigos. Algunos de esos enemigos eran capaces de ese tipo de brutalidad. Pero
Liam no era uno de ellos. La brutalidad sin sentido no era su estilo.
― No-dije.
El detective Basso me dirigió una sonrisa forzada.- ¿Vestida y arreglada para una noche en casa?
― Algo así - dije, con el tono más frio con el que me atreví a responder.
El detective Hostigue sacó una pequeña libreta de uno de los bolsillos de su abrigo. Lo abrió y tomó su lapicero.
― Vamos a necesitar su nombre y su número.
Diez minutos después de que salieron los detectives, un Jeep Comando negro llegó a mi casa. Liam corrió en medio de la lluvia hasta el porche, usando jeans oscuros botas y una camisa térmica gris.
― Auto nuevo? - Pregunté después de que abrí la puerta.
El me sonrió misteriosamente. - Lo gané hace un par de noches en un juego de billar.
― ¿Alguien apostó su auto?
― El no estaba muy feliz al respecto. Estoy tratando de mantenerme alejado de los callejones oscuros por los próximos días.
― ¿Escuchaste lo de Mariana Gonzalez? - Lo solté ahí mismo, esperando que la pregunta lo tomara por sorpresa.
― No. ¿Qué pasó? - Su respuesta salió fácilmente y yo decidí que eso, probablemente significaba que él estaba diciendo la verdad.
Desafortunadamente, cuando de decir mentiras se trataba, Liam no parecía ningún aficionado.
― Alguien la golpeó.
― Oh. Una pena.
― ¿Alguna idea de quién pudo haberlo hecho?
Si Liam escuchó la preocupación en mi voz, no lo demostró.
El se recostó contra su asiento y se pasó una mano por su mandíbula pensativamente.
― Nop.
Me pregunté a mi misma si pensaba que él estaba escondiéndome algo.
Pero descubrir mentiras nunca fue mi fuerte. Yo nunca tuve mucha experiencia haciéndolo. Normalmente me rodeaba de personas en las que confiaba… normalmente.
Liam parqueó el Jeep detrás del Arcade de Bo. Cuando llegamos al frente de la fila, el cajero puso sus ojos primero sobre Liam y después sobre mí, una y otra vez, como tratando de encontrar la conexión.
― ¿Qué pasa? -dijo Liam, y puso tres billetes sobre la mesa.
El portero puso sobre mí su mirada penetrante. El se dio cuenta que yo no podía dejar de mirar los tatuajes verde moho que cubrían cada pulgada de sus brazos.
Entonces movió una bolita de chicle? Tabaco? de un lado al otro de su labio inferior y dijo
― ¿Se te perdió algo?”
― Me gusta tu tatu ― comencé a decir. El me mostró unos dientes afilados como de perro.
― Creo que no le gusté mucho ― Le susurré a Liam cuando estábamos a una distancia prudente.
― A Bo no le gusta nadie.
― ¿Ese es Bo? ¿El del Arcade de Bo?”
― Ese, es Bo Junior del Arcade de Bo. Bo padre murió hace unos años.
― ¿Cómo? - Pregunté.
― Pelea de bar. Abajo.
Sentí un desconcertante deseo de correr hacia el Jeep y salir rápidamente del parqueadero.
― ¿Esto es seguro? - Le pregunté.
Liam me miró de medio lado – Ángel -
― Sólo preguntaba.
Abajo, el salón de billar se veía exactamente como la primera noche que vine.
Paredes negro-ceniza pintadas de negro. Mesas de fieltro rojo en medio del salón. Mesas de póker regadas alrededor del borde.
Lámparas de baja iluminación curvándose a través del techo. El olor congestionado de cigarrillos obstruyendo el aire.
Liam escogió la mesa más alejada de las escaleras. Pidió dos 7up del bar y las destapó con el borde de la mesa.
― Nunca he jugado billar ― confesé.
―Escoge un taco -El señaló hacia el aparador de palos empotrado a la pared.
Levanté uno y lo llevé hasta nuestra mesa.
Liam se pasó una mano sobre su boca para borrarse una sonrisa.
― ¿Qué? - dije yo.
― No puedes marcar un Home Run en el billar.
― Sin Home Runes. Entendido.
Su sonrisa se agrandó. -“Estás sosteniendo tu taco como un bate.
Miré mis manos. El tenía razón. Estaba sosteniéndolo como un bate.
― Así se siente más cómodo.
El se movió detrás de mí, puso sus manos sobre mi cadera y me posicionó en frente de la mesa. Deslizo sus manos a mí alrededor y tomó el palo de billar.
― Así -dijo él, reacomodando mi mano derecha hacia arriba unos cuantos centímetros.
― Y… así - continuó el, tomando mi mano izquierda y formando un círculo con mi pulgar y mi dedo índice. Entonces puso mi mano izquierda en la mesa. Como un trípode.
Él empujó la punta del palo de billar a través del círculo y sobre el nudillo de mi dedo del medio.
― Dobla tu cintura.
Yo me incliné hacia la mesa de billar, con el aliento de Liam calentando mi cuello. Él haló hacia atrás el palo de billar y lo guío a través del círculo.
― ¿Qué bola quieres golpear? - preguntó el, refiriéndose al triangulo de bolas acomodado al final de la mesa.
― La amarilla del frente parece una buena elección.
― El rojo es mi color favorito.
― Bien.
Liam dirigió el palo hacia atrás y hacia delante a través del círculo, apuntando a la bola, practicando su golpe.
Yo bizqueé mirando la bola blanca, después hacia el triangulo de bolas más allá de la mesa.
― Estás un poquito desviado - le dije.
Lo sentí sonreír. - ¿Cuanto quieres apostar?.
― Cinco dólares.
Lo sentí sacudir su cabeza suavemente.
― Tu chaqueta.
― ¿Tu quieres mi chaqueta?
― Quiero que te la quites.
Mi brazo se desplazo hacia atrás y el palo de billar se disparó entre mis dedos, golpeando la bola blanca.
Entonces, la bola blanca se disparó hacia delante, impactando la bola roja, destruyendo el triangulo, dejando las bolas desordenadas en todas las direcciones.
― Está bien -dije, quitándome mi chaqueta de Jean. - Tal vez esté un poco impresionada.
Liam examinó mi bufanda de seda/camisa Halter. Sus ojos estaban tan negros como el mar a media noche, su expresión contemplativa.- Muy bonito -dijo.
Entonces se movió alrededor de la mesa, observando la posición en la que quedaron las bolas.
― Cinco dólares a que no puedes meter la azul― dije, seleccionándola a propósito, estaba separada de la bola blanca por un montón de bolas de otros colores.
― No quiero tu dinero - dijo Liam. Nuestros ojos se encontraron y el más pequeño de los hoyuelos apareció en su cara.
Mi temperatura interna subió otro grado.
― Entonces, ¿que quieres? - Pregunté.
Liam bajó su palo de billar hacia la mesa. Tomó impulso y golpeó fuertemente la bola blanca.
En el instante en que la bola blanca golpeó la verde, esta golpeó a su vez la bola ocho y con el impulso metió la azul limpiamente.
Dejé escapar una risita nerviosa y traté de cubrirla sonando mis nudillos. Un mal hábito del que no me puedo deshacer.
― Está bien, tal vez estoy más que un poco impresionada.
Liam aún estaba inclinado sobre la mesa y entonces me miró. Su mirada calentó mi piel.
― Nunca llegamos a apostar nada - dije yo.
Resistiéndome a la urgencia de cambiar de posición. Sentía el palo de billar deslizarse entre mis manos y discretamente me limpié mi mano en mis piernas. Como si no estuviera sudando lo suficiente.
― Me lo debes. Algún día te lo voy a cobrar.-dijo él.__________________________________________________________
-A
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Ángeles Caídos.. {Liam & Tú}
Fanfiction¿Estarían dispuestos a saber la verdad sobre los ángeles? Será demasiado arriesgado para todos ustedes. ¿Qué harías si un día te enteras que la persona que conoces, es un ángel? ¿Un ángel caído? ¿Raro, verdad? Arrancan sus alas y son arrojados a la...