Capitulo Único.
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El despertador te saca de ese letargo al que tanto te costó llegar, suspiras profundamente y te incorporas sabiendo que no puedes darte el lujo de descansar un poco más, pidiendo a Dios fuerza para continuar adelante.
Te frotas el rostro en un intento de desperezarte un poco y sientes unos brazos rodearte con cariño.
-Buenos días, Princesa – le dices antes de darle un beso en la comisura de los labios. Ella te sonríe, tú le correspondes, y es suficiente para motivarte a comenzar este nuevo día.
Te das una rápida ducha helada, no tienes tiempo que perder, te vistes con tu pantalón y camisa de vestir y vas al pequeño comedor donde te esperaba una humeante taza de café.
-Ayer coci unas prendas y obtuve algo de dinero – comento la chica azabache mientras colocaba un trozo de pan frente a el – compre algo de pan, con el café no es mal desayuno – asientes antes de darle un beso en la frente y tomar por fin un poco de la bebida, casi atragantándote en el proceso – Lo lamento... ya no hay azúcar, no me alcanzo para comprar más – te miro sinceramente avergonzada, pero tú solo niegas con la cabeza, tomando un poco más.
-Comprare cuando venga de camino – avisaste pensativo. Ella asintió, sentándose a tu lado para comer su parte, sabiendo que no te irías hasta que no la vieras probar bocado.
Cuando sales de tu hogar, caminas con calma por las pintorescas calles, pues siempre sales con tiempo anticipado, y saludas a todos con una sonrisa, una que todos te corresponden; Así se sientan que se ahogan, que no pueden más, que están a punto desfallecer y solo quieren que todo se acabe, te regalan una sonrisa.
No has pasado siquiera un par de cuadras cuando ves una pequeña muchedumbre en medio de la calle. Te acercas con curiosidad, aunque ya sospechas la razón, te aproximas al lugar; Cuando llegas donde está el centro de atención, ves un cuerpo. Un hombre joven, tal vez incluso menor que tú, tirado boca abajo en medio de la acera, con dos disparos en el pecho.
-¿Por qué lo mataron? – preguntas a una mujer de tercera edad, que miraba también la desagradable escena.
-Dicen que este es uno de los que se la pasa robando por los alrededores – te respondió con una calma que no debería se natural, pero para ustedes lo es.
Miras al sujeto un poco más, sintiendo lastima por sus familiares, pero no por él, y no te sientes culpable por ello, puesto que esto significa que un parasito menos está rondando por las calles, y lamentablemente la única manera de deshacerse de ellos era esta.
También hay niños admirando la escena, es triste como su infancia es corrompida de a poco, y aunque sus padres no lo desearan, es lo mejor, ninguno debe ser inocente en este lugar, ni siquiera un infante puede darse ese lujo, o terminara muy mal.
Retomas tu camino, llegando al terminal de buses donde trabajas cobrando a los pasajeros, no es un lugar lujoso ni extravagante, tan solo es un techo para que la gente se proteja de la lluvia con un espacio para estacionar esos transportes.
-¡Nino! – saludas a uno de tus colegas, él te mira y te sonríe en respuesta.
-¡Que lo' qué (1), hermano! ¿Todo bien? - pregunta mientras chocan los puños.
-Fino (2) – respondes, aunque este muy lejos de la verdad.
-¿Y Marinette?
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¿Es acaso Justo? - Adrinette
Fanfiction¿Que tal si Adrien y Marinette fueran venezolanos? ¿Su amor seria igual de intenso? ¿Como sobrellavaran la enorme crisis del país? ¿realmente es tan fuerte como dicen?