Last Hurrah

22 2 0
                                    


No supo si fue el brillo de la luz entrando a la habitación o el punzante dolor de cabeza que se clavaba en su sien, o si la luz era la causa de su dolor de cabeza, o si era el dolor de cabeza lo que hacía tan molesta la luz de la que normalmente ni se percataba. No sabía si tenia algún tipo de relación entre sí. Dios, por no saber no sabia ni cómo había logrado llegar a su cama, o qué había hecho una vez allí. Bueno, se podía hacer una idea, pero recordarlo, precisamente recordarlo, no lo hacía, dudaba ser capaz de hacerlo realmente en algún momento. No en un futuro cercano al menos. Tampoco podría importarle menos. Abrió los ojos despacio , tras varios intentos fallidos, la sabana blanca le cubría los ojos y todo se veía de un tono azulado por el destello que emitía su reactor ARC, interrumpida por un brazo que descansaba apoyado sobre él. Fue entonces cuando se dio cuenta del calor cercano a su cuerpo, un calor más intenso que el de la propia sabana. Al parecer no había dormido solo, uno de sus brazos descansaba entorno a la cintura de alguien que de nuevo no lograba recordar, por no poder recordar no recordaba ni si era un hombre o una mujer. Y, de nuevo, tampoco le importaba demasiado. A decir verdad, poco le importaba nada a parte de quitarse aquel dolor punzante que le impedía pensar con claridad. Se revolvió entre las sabanas, apartando a su anónimo invitado de él para poder levantarse. Sentado en el costado de la cama se frotó los ojos con pesadez.

—JARVIS.— Murmuró en lo que lograba ponerse de pie, comprobando que el suelo no se movía bajo sus pies. No demasiado al menos.

—Buenos días, señor Stark.— La respuesta de la IA fue casi inmediata. Tony miró unos segundos a través de la ventana antes de volver a frotarse los ojos. El simple hecho de mantenerlos abiertos dolía. ¿Qué tanto había bebido? Mas de la cuenta, seguro, como siempre.

—¿En que mes estamos? —Preguntó, por qué que era medio día lo podía ver, pero había perdido la cuenta de los días que había pasado encerrado en el taller y después de aquella fiesta, o de lo poco que recordaba de la misma, no descartaba haber dormido más de un día completo.

—Abril, señor.— Las palabras de la inteligencia artificial cortaron el hilo de sus pensamientos, de haber estado bebiendo algo habría escupido.

—¿Abril? ¿Desde hace cuánto?— Habría alzado la voz de haber podido hacerlo sin sentir que la cabeza le estallaba.

—Desde hace 12 días, señor.— Y Tony bufó, porque estaba bastante seguro de que la ultima vez que miró un calendario apenas estaban en la primera semana de marzo. Por unos segundos se sintió desorientado y perdido. Aunque eso quizá tenia más que ver con la borrachera que con el hecho de llevar más de un mes desconectado del mundo. Abrió la boca para preguntar algo más, pero no llegó a hacerlo. Necesitaba salir a por algo para el dolor igualmente, fuera cual fuera la respuesta.

Se pasó la primera camiseta que encontró y salió a tientas, intentando andar sin tener qué sostenerse de la pared. Todo marchaba bien, parecia estar ganándole la batalla a su poco colaborador equilibrio, hasta que tuvo a la vista su destino, la cocina, donde guardaba las pastillas y el coctel de cosas que podían ayudar a hacer un poco mas llevadera la resaca. Sin embargo su estomago decidió que tenia otros planes para él, oblogandole a pasar por el baño antes que nada. Se enjuagó la boca cómo pudo antes de retomar su rumbo a la cocina. Apenas había logrado llegar a la isla de la cocina cuando escuchó unos pasos acercarse por el mismo pasillo que él acababa de recorrer. Al parecer su pelea con su estomago había despertado a su, aun anónimo, acompañante. Estaba preparado para decirle a quien quiera que apareciera por esa puerta que estaba demasiado cansado y de demasiado mal humor como para aguantar cualquier tipo de conversación incomoda post-borrachera. Lo que no se esperaba era que quién apareciera fuera Steve donperfecto Rogers y no a un ligue de una noche. Porque la sola idea de pensar en qué Steve hubiera sido su ligue de aquella noche hacía que su cerebro colapsara. Steve se paró a unos metros de él, alzando una ceja y Tony juraba que podía escuchar las replicas agolparse en la garganta del rubio. No estaba listo para tener aquella conversación. No ahora. Intentó cortar el reclamo antes siquiera de que empezara.

Last HurrahWhere stories live. Discover now