No había siquiera un mísero cuchillo que utilizar, ni un cristal roto. Nada siquiera medianamente útil, por extraordinario que pareciera, que se pudiera usar como arma blanca. Sin embargo, aunque requería más fuerza, aunque requería mayor empeño, la cadena que colgaba de sus pantalones militares parecía una buena opción en situaciones desesperadas.
Estar en peligro resultaba excitante y catártico en ocasiones, en ocasiones que excluían cuando a la excitación la consumía el miedo o, peor, la ira.
¿Había peor emoción que la ira? Chang Kyun nunca pensó que pudiera existir algo peor que sentir cómo la sangre hervía de la manera que le hervía cuando estaba enfadado. Esa olla a presión que notaba en el vientre cuando la rabia se apoderaba de sus sentidos.
Quizá por eso, porque la ira y él solían ser enemigos que compartían techo, quizá por eso Chang Kyun sabía qué significaban los ojos de la persona que tenía delante.
Solía parecer un gatito, dulce aunque serio, solitario pero necesitado de atención, con una ambivalencia que Chang Kyun había adorado siempre. Sin embargo, en ese momento, lo que Chang Kyun estaba viendo era al más feroz de los felinos. Esos ojos... esos ojos eran los de alguien que estaba muy enfadado.
No había siquiera un mísero cuchillo que utilizar, ni un cristal roto. Nada siquiera medianamente útil, por extraordinario que pareciera, que se pudiera usar como arma blanca. Estaba atrapado en una espiral, en una habitación roja que no había sido roja antes.
Un paso, dos pasos.
Una cadena que tintineaba y la sangre manchando las manos de uno de los dos.
Una cadena que tintineaba y las palabras que no paraban de retumbar en la cabeza de uno de ellos.
Porque eso nunca debió haber pasado.
Nunca debió haber sangre, nunca debió haber violencia. Solo sonrisas, solo una dulzura que se había desvanecido hasta no quedar más que un cúmulo de basura, de suciedad y dolor que nadie podía curar. Que no se podía curar.
"Sólo tenías que hacer una cosa" susurró Hyung Won "De todos, pensé que tú no me fallarías... Solo te pedí una sola cosa..."
Reproches, palabras hirientes. Chang Kyun no podía apartar la vista de las salpicaduras de sangre en el suelo. No podía dejar de pensar en Ki Hyun diciendo que había que limpiar semejante estropicio.
Pero Ki Hyun ya no estaba.
Por supuesto que no estaba.
Se había hartado de ellos como lo había hecho todo el mundo. Como lo había hecho primero Joo Heon, como lo había hecho Min Hyuk. Como lo había hecho Hyun Woo.
Si habían roto la confianza incluso de la persona más paciente del mundo...
La única persona que les quedaba después de haberlo perdido todo, lo único que se suponía que les importaba a los dos... toda su sangre estaba esparcida por el suelo del salón. Como un cuadro macabro que cualquiera querría olvidar.
"Sabes que las cosas no siempre salen como queremos..." respondió Chang Kyun "Siempre fue más listo de lo que pensábamos y..."
"¡Pero yo le quería!" chilló el más alto, interrumpiendo a Chang Kyun en el acto.
Sangre. Sangre que salpicaba por todos lados.
Ki Hyun no estaba. Min Hyuk no estaba. Joo Heon no estaba. Hyun Woo no estaba.
La sangre de lo único que les quedaba, adornando el salón. Las paredes, los muebles, el suelo.
Ho Seok con las muñecas cortadas sentado en el sofá.
Pero no había siquiera un mísero cuchillo que utilizar, ni un cristal roto. Nada siquiera medianamente útil, por extraordinario que pareciera, que se pudiera usar como arma blanca. Y Hyung Won se preguntaba por qué Chang Kyun había matado a la única persona que juraron no dejar escapar. A quien habían tratado de mantener con ellos a cualquier precio.
Por eso las marcas que habían dejado las esposas en las muñecas de Ho Seok, por eso las marcas de dientes en su cuello y en su pecho. Por eso aquellas paredes no podían olvidar lo mucho que había chillado y llorado Ho Seok estando en ese lugar que parecía el infierno.
No. Mucho peor que el infierno.
Porque resultaba gratuito, porque no había pecados de los que redimirse. Porque Ho Seok jamás hizo nada que requiriera un castigo.
Su único error había sido no saber en qué clase de monstruos se habían convertido los que habían sido sus mejores amigos en la infancia.
Debió suponerlo cuando todos se fueron, cuando desaparecieron sin dejar rastro y solo quedaron ellos dos. Debió suponer que no era el mundo dándoles la espalda, que eran ellos ahuyentándolos, que eran ellos apropiándose de lo que querían y como querían hasta hartarse, hasta que no quedaba sangre en sus venas ni aire que sus pulmones pudieran respirar.
Con Joo Heon fue sin querer y fue Ki Hyun.
Con Min Hyuk fue a propósito y fueron Chang Kyun y Ki Hyun.
Con Ki Hyun había sido en defensa propia y había sido Hyun Woo.
Hyung Won solo miraba hasta que Ho Seok reapareció.
Por eso mató a Hyun Woo mientras pensaba en quién limpiaría ese desastre si Ki Hyun no estaba. Por eso ató a Ho Seok a ese sofá y él y Chang Kyun hicieron todas esas cosas horribles con el cuerpo y la mente de la única persona a la que querían mantener con ellos hasta el final.
Pero ya estaba muerto.
Hyung Won sabía que Chang Kyun había matado a Ho Seok.
¿Era así como todo terminaba? ¿Ese era el final?
Un paso, dos pasos.
A cada zancada que daba uno hacia adelante, el otro daba dos hacia atrás.
El enfado y la rabia. La traición. Todo mezclado en un revoltijo de comida basura, condones y sangre salpicando por todos lados.
En un hogar que ya no era un hogar, siquiera para los que hicieron de ese infierno su casa, su lugar al que pertenecer.
No había hogar en el otro para ellos más.
Un paso. Dos pasos.
Pero las piernas de Hyung Won eran mucho más largas y la distancia desapareció en un parpadeo.
La cadena que colgaba de su pantalón entre sus manos y pronto apretando en el cuello de Chang Kyun.
Despacio, muy despacio hasta que no quedó aire que coger, hasta que no quedó más que forcejear.
Porque no había siquiera un mísero cuchillo que utilizar, nada siquiera medianamente útil, por extraordinario que pareciera, que se pudiera usar como arma blanca. Y tocaba improvisar.
Pero Hyung Won se equivocó.
Porque sí había un pedazo de cristal roto metido en las heridas autoinfligidas de Ho Seok.
Hyungkyun | 2019.06.02
ESTÁS LEYENDO
Gloomy April » MONSTA X. Short Stories.
HorrorTodos ellos sabían que el amor brotaba como las flores en abril, con paciencia y sin prisas. Pero su amor florecía rojo en el infierno porque era falso, porque ellos no amaban a las personas a las que amaban. Amaban mancillarlas y poseerlas. Solo qu...