Capítulo 6: Fantasías

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    Aquella señora mencionó que una mujer algo mayor estaba rentando un cuarto a unas cuadras del establecimiento. Así que ambas se dirigieron hacia allá, caminando y jugando por las calles del pueblo.

    —Peri.

    —¿Qué?

    —¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí?

    —¿Por qué preguntas?

    —Bueno... no sé, solo... no quiero permanecer tanto tiempo —se encogió de hombros.

    —Pues... tal vez tres días.

    —Bien.

    —Podemos pasear un poco, recuerda que la señora dijo que este es un lindo lugar.

    —Eso es cierto —sonrió.

    Cuando llegaron a la dirección que les dio la señora observaron bien la casa. Era grande, de dos plantas y de color rosa palo. Tenía un lindo jardín, aunque se veía que era una casa algo antigua.

    Como no había ningún timbre, Lapis Lazuli tocó el barandal con una moneda. Esperaron a que alguien saliera. Una mujer no tan alta y de cabellos canosos salió y las saludó.

    —Buenas tardes —habló la ojiazul—. Nos dijeron que usted renta un cuarto y queremos quedarnos unos tres días más o menos, ¿podríamos?

    —¿Tan poco tiempo?

    —Sí... es que mi amiga y yo estamos viajando, ya sabe, conociendo el mundo y... eso. Prácticamente somos mochileras —rió.

    —Oh, ya entiendo —sonrió—. Pasen, las invito a tomar algo mientras hablamos un poco de las reglas y la renta.

    Lapis y Peridot se vieron sonriendo.


🔸🔸🔸


    Ya era de noche, las chicas y la mujer habían cenado algo temprano, así que ya todas estaban en sus habitaciones.

    El cuarto que rentaron era bastante amplio, contaba con varios muebles, un baño y dos camas. Abundaban los colores claros, lo que daba cierta tranquilidad.

    Lo único que la rubia lamentaba era que hubiesen dos camas y no una.

    Ambas habían tomado un baño largo, después de tanto tiempo por fin se ducharían de manera decente.

    Después de eso se sentaron sobre las camas para platicar un rato. Lapis Lazuli cepillaba su cabello mientras que la rubia veía hacia el techo.

    Cuando casi era media noche decidieron ir a dormir. Pero solo Lapis lo hizo, había caído rendida.

    Peridot estaba recostada sobre su cama, miraba hacia la otra.

     Lazuli lucía tan bella y tranquila.

    Al menos las camas estaban muy cercanas una de la otra.

    Admiraba sus rostro. Veía sus labios, suspiraba; su imaginación estaba funcionando muy bien en ese momento.

    «No exagero al pensar que es hermosa.»

    Sonrió y se acomodó nuevamente sobre el colchón.

    «Quiero besarte.»

    Cerró los ojos y mordió sus labios.

    «Realmente quiero hacerlo.»

     Eres dueña de mis fantasías.



Sin hogar | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora