—Entonces, ¿estás segura de querer ir?
—Claro, es una cena gratis.
Peridot rió.
—Nunca rechazas la comida gratis.
—Así es.
—Pero, ¿qué hay de él? ¿cómo es?
—¿Físicamente?
—Y su comportamiento también.
—Pues solo platicamos por unos minutos, no sé muy bien —se encogió de hombros—. Aunque físicamente es lindo —dijo apenada.
—¿Lindo?
Lapis asintió y la miró, aún seguían sentadas en la playa. Peridot estaba incómoda.
—Vamos, ¿sí?
—Oh, ¿quieres que también vaya?
—Claro, no te dejaría sola, además él aún no me da tanta confianza, me sentiré mejor si me acompañas.
«Servirá para conocerlo de una vez.»
—Okay —sonrió.
Cuando estaba anocheciendo se dirigieron a un lugar cerca de la playa que ofrecía el servicio de baños y regaderas. Después de tomar una ducha comenzaron a arreglarse.
—A veces extraño mis otros vestidos —dijo Lapis mientras cepillaba su cabello—. Solo pude tomar muy poca ropa.
—Yo nunca tuve buenas prendas —rió la rubia—. Me vestía con cualquier cosa.
—Ey, yo te compré ese conjunto —la miró—. Y te ves muy linda.
—¿Eso crees?
—Te ves femenina —rió.
Peridot rió avergonzada.
—Vaya, gracias.
Cuando se encontraron afuera del establecimiento, Lapis le sonrió y por fin entraron. Era un lugar bastante lindo, con colores cálidos e iluminación tenue, había música para ambientar. No había tantas personas esa noche.
—Allá está —dijo Lapis.
Peridot de inmediato rodeó su cintura y la abrazó, Lazuli se extrañó, se sintió avergonzada.
El joven caminó hacia ellas y ambas lo miraron, Peridot mantenía un semblante serio y abrazaba a la chica.
Sabía lo que quería demostrar.
—Buenas noches —miró hacia donde la mano de la rubia tomaba la cintura de la pelinegra—. Vienes acompañada —vio a Lapis a los ojos.
—Sí, ella es Peridot —sonrió.
—¿Es tu...?
