Parte 1

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—Jared, ¡nos vamos! —gritan desde el piso de abajo.

—Vale, mamá...

Mi familia y yo hemos venido a pasar una semana de verano al apartamento de mis tíos. Durante mi adolescencia, al llegar el buen tiempo, siempre teníamos la costumbre de abandonar durante unos días la capital y bajar a la playa a visitarlos. Al vivir tan lejos y con los horarios de trabajo tanto de mis padres como de mis tíos, prácticamente esta es la única vez al año que podemos reunirnos.

Aun así mi madre y su hermana nunca han perdido el contacto. Ya sea por WhatsApp o por Skype, cada cierto tiempo se llaman y se mandan fotos de sus respectivas vidas.

—¿Seguro que no quieres venir? —me pregunta a lo lejos mi tía.

¿Quién querría ir a comprar ahora y con el calor que hace? A veces pienso que ya tienen por costumbre elegir el peor momento para hacerlo. Es cierto que faltan cosas, pero obligar a los tres niños a salir con ellos y a andar cerca de un kilómetro hasta el supermercado bajo el sol no lo veo del todo necesario.

Aunque tampoco me molesta su ausencia, para ser sincero.

—¡Prefiero deshacer mi mochila! —grito para que se me escuche.

—Vale, cariño. Si tu primo viene antes que nosotros ábrele, que dudo que haya cogido las llaves —me dice una vez se ha acercado a las escaleras.

—Tranquila, yo le abro.

Y volviendo a lo de perder el contacto, los primos, en cambio, sí que hemos tomado distancia. Yo, por ejemplo, llevo dos años sin saber de ellos... Por lo menos de los pequeños; hace un año no vine porque preferí quedar con mis amigos. El anterior no se organizó nada porque estuvieron todo el verano de reformas. Por lo que sé, ni ellos pisaron el apartamento casi.

De mi primo mayor, en cambio, no sé nada desde hace tres; durante ese año estuvo estudiando fuera del país y no le cuadraron las fechas para llegar a tiempo. Aunque tampoco se perdió nada.

Así es, estas vacaciones acostumbran a ser un tanto aburridas, o por lo menos así las recuerdo yo. Es cierto que la última vez que vine tenía 16 años y estaba en esa edad en que estar con la familia es lo más tedioso que puedes echarte en cara, pero aun así siento que no tengo ningún lugar en todo esto: Mis padres están con mis tíos todo el tiempo. Es cierto que se preocupan por nosotros de todas formas, pero están mucho más en su salsa y todos los planes los deciden ellos cuatro; Mi hermana pequeña, Selena, suele pasarse los días con mis primos Carol y Sam. Están en la edad de tener la capacidad de entretenerse con tan solo una piedra.

Y yo aquí estoy, colocando en la habitación de cada año todos los métodos de entretenimiento que se me han ocurrido rescatar de mi casa justo antes de irme: Tres libros de fantasía, a cada cual más grueso que el anterior. Me encanta leer, y aunque no me los voy a devorar a los tres en siete días, he visto necesario tomarlos, pues seguramente los vaya alternando; Dos palas y una pelota. Esto, aunque pueda parecer que tan solo me vaya a servir cuando vaya a la playa, se trata justo de lo contrario. Disfruto más dando toques yo solo que jugando con mis primos fuera de casa.

Sigo metiendo la mano a ciegas en mi mochila. Saco la ropa, el bañador, el neceser con las cosas para mi higiene bucal...

—¿Y esto?

Y es que he notado algo que no logro reconocer al tacto, aunque al sacarlo me sorprende no haberlo hecho: Mi juguete "personal". No recordaba haberlo puesto en la mochila, pero tampoco me arrepiento. Desde que lo tengo no he dejado de usarlo ni una sola semana, y soy de los que piensan que un buen orgasmo es lo mejor para conciliar el sueño.

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⏰ Last updated: Jun 04, 2019 ⏰

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