dieciséis

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Dos hombres completamente vestidos de negro bajaron de la camioneta y caminaron hasta quedar a pocos metros de la horrible escena.

Uno sintió sus entrañas revolverse por el asco que le causó dicha imagen, y el otro sólo sonrió satisfecho al ver el desastre que había dejado.

– Ya está hecho. –dijo el menor de los dos mirando en todas direcciones menos hacia el cadáver.– Ya, vamonos antes de que alguien nos vea aquí.

– Jungkook, espera. –dijo el mayor acercándose más al cuerpo.– Quiero grabar esta imagen en mi mente.

– ¡Por Dios, está hecho puré! –tomó su mano deteniéndolo.

– ¿Y qué?

– ¡Vamonos! –gritó en voz baja jalando al mayor al interior de la camioneta.

– Salió mejor que lo planeado. –comentó viendo a través del retrovisor como el cuerpo comenzaba a quedar atrás.

– ¿Mejor? –preguntó algo incrédulo Jungkook.– Yo lo encuentro igual o incluso peor.

– Me refiero a la satisfacción, verlo arrastrarse por su vida fue algo gracioso. –aclaró sonriendo para sí mismo.

Jungkook, le miró de soslayo pensando en lo enfermo que estaba su amigo. Había trabajado con gente loca pero al parecer Taehyung estaba sobrepasando a todos sus antigüos clientes.

– Lo mejor de todo es que ahora Jimin no tendrá a nadie más que a mí. –volvió a hablar.– Ya quiero sentirlo en mis brazos, limpiarle las lágrimas y besar sus labios, su cuerpo, su...

– Sabes muy bien que no será así de fácil. –lo cortó el azabache.

– Sip –asintió elevando los hombros restándole importancia.–, pero ya dimos el paso más importante que era deshacernos de esa basura.

Jungkook negó lentamente y en silencio sin despegar la vista del frente.

El mayor de los dos disimuladamente sonrió pensando en que el segundo paso del plan era deshacerse de todas las pruebas que pudieran inculparlo... Nada le aseguraba que Jungkook no hablaría, así que prefería prevenir que lamentar.

Además, se necesitaba a alguien a quien culpar, ¿no?

Dear Jimin |›Yoonmin‹|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora