LXXVII. Ojo De Cuervo

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Pyke
304 dC

El brujo de Qarth dejó escapar un maullido lamemtero, llevaba meses atado a los maderos del barco rojo. Las muñecas se le habían destrozado, y las veces que Euron se fijaba en él, siempre estaba lamiendo las heridas de sus brazos, como un verdadero gato, para evitar que las venas se le desangrasen.

Lo había capturado junto a tres de los suyos, mientras navegaban a las afueras del mar de Qarth en una galera mercante.
Los cuatro brujos se dedicaron a contarle curiosas historias a lo largo del viaje. Hasta que uno de ellos se atrevió a amenazarlo, así que lo mató y se lo sirvió a los otros tres. Al principio se negaron a comerse a su amigo, pero cuando tuvieron suficiente hambre cambiaron de parecer. Los que se quedaron fueron obedientes, hasta el punto de volverse aburridos. Por eso Euron fue deshaciéndose de ellos, hasta que sólo quedó uno. Que le enseñó las propiedades del color-del-Ocaso, un líquido espeso y azul, que los hechiceros usaban para poder «oír y ver las verdades».

Euron se sentó al lado de su prisionero, jaló una banqueta y se sirvió una copa de plata llena de la bebida. Estaba tan acostumbrado a ella que sus labios se habían tornado de un oscuro color azul.

—Mis sobrinos se han aliado con la Reina de dragones —dijo Euron.

—Daenerys Targaryen —masculló el brujo— Ella mató a los Eternos en Qarth. Nosotros nunca olvidamos una afrenta... Pagará, la están buscando...

Euron se encogió de hombros y le dio una bebida a su copa.

—Muéstrame —le ordenó— Muéstrame lo que será mío.

Dejó la copa a un lado, y de un tajo le liberó las manos del madero.
El brujo se pasó la lengua morada por las magulladuras, sus ojos pálidos no brillaban, ni siquiera con la luz de las velas.

—Quieres ver —le dijo— Pero eso tiene un costo.

—Te voy a dejar morir, ¿qué más quieres?

El brujo se relamio los labios y jaló varias hilachas de su túnica destruida.

—El precio por ver no es mi vida —siseó—  El precio por ver son tus ojos... O uno de ellos. Tendrás un ojo en este mundo, podrás ver la tierra y el mar. Y con el otro ojo podrás ver lo que desees, lo que más anhelas. Lo que el otro mundo quiera mostrarte.

Euron dejó escapar una risita.

—¿Eso quieres? —le preguntó— ¿Que me saque un ojo y te lo dé?

—No es para mí —se apresuró a decir el brujo— Es lo que piden a cambio de mostrarte.

Euron se lo pensó por pocos segundos. Un ojo era nada a cambio de conseguir lo que quería.
Aceptó el trato del brujo. Que con manos cuidadosas, acercó la copa de plata a una de las antorchas. Pero no era la plata lo que usaría, sino el color-del-Ocaso. El líquido echaba borbotenes cuando lo vació sobre el ojo izquierdo. El humo y el olor de su piel ardiendo sosegaron el dolor. Todo alrededor se volvió negro, pequeñas manchas doradas comenzaron a iluminar un camino rojo de rocas y hielo.

«Es esto... Ésto es lo que quería ver.» Se dijo.

Vio una colina cristalizada. En lo más alto, había un Trono que jamás había visto. No era el de Piedramar , y no parecía ser el de Hierro. Sentado sobre él había un hombre pequeño, con piernas cortas y cabeza de león.
Conforme se acercaba, se dio cuenta que las piernas delgadas y los brazos, no eran de un hombre, sino de un niño

De rey es su nombre, y de rey es su sangre —oyó decir al brujo.

Alrededor de ese Trono, enormes krakens estaban rindiendole honores al niño.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora