Capítulo 9

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A pesar de ser una de sus asignaturas favoritas, las dos horas de Transfiguración con McGonagall le resultaron realmente arduas a Hermione. La profesora parecía sorprendida de que su alumna estrella no levantase la mano a cada pregunta que lanzaba a la clase. Incluso sus amigos la miraron extrañados mientras ella tomaba notas para distraerse e intentar calmar los nervios que tenía por su cita nocturna con Bellatrix. De camino a Pociones, la última clase del día, Harry y Ron decidieron preguntarle si todo iba bien. Ella le quitó importancia al asunto, se justificó diciendo que estaba muy centrada en los estudios y en derrotar a Voldemort y que le costaba centrarse. También añadió que seguía preocupada por el bienestar de sus padres, lo que no era mentira. Sus amigos parecieron aceptar la explicación y no quisieron presionarla, pero a ninguno de los dos se les escapaba que sus preocupaciones no parecían de carácter tan negro. A menudo la pillaban sonriendo sin motivo o iban a buscarla a la biblioteca y no daban con ella.

Hermione quería contarles la verdad: que había encontrado a alguien con quien se reía, se sentía segura y que la hacía feliz. Pero no podía arriesgarse a que descubrieran que era su profesora de Defensa contra las Artes Oscuras... Ron se pondría hecho un basilisco por los celos y Harry se la tenía jurada a todos los Black por cortesía de su padrino. La chica quería pensar que el motivo de su mentira era ese, pero en el fondo, sentía el negro augurio de que algo saldría mal y no podrían estar juntas. Para qué levantar tantas ampollas y arriesgarse a que alguien más se enterara si ni siquiera estaba segura de las intenciones de Bella. La quería, evidentemente, e imaginaba por sus actos que ella también, pero nunca había conocido a nadie con un lado oscuro tan presente y tan difícil de controlar. Su mayor miedo era perderla por Voldemort.

No obstante, cualquier pensamiento de este cariz pasó a un segundo plano cuando la clase de Snape que daban junto a Slytherin requirió más atención de la que cualquiera de los tres estaba dispuesto a prestar. Hermione evitó in extremis la explosión del caldero en el que trabajaban. El profesor hizo un comentario sarcástico respecto a las habilidades del trío de oro. Por suerte, el resto de la clase -entre ellos Draco- tampoco parecían muy centrados. Si ya de por si la última hora del día era la más dura, aún resultaba peor cuando estaban en las mazmorras con aquel hombre del que tanto desconfiaban.

Hermione decidió acudir a la cena en el Gran Comedor para no aumentar las sospechas de sus amigos. Se dedicó a remover la comida por su plato y a charlar con sus compañeros alegremente para intentar camuflar el nerviosismo. La profesora de Defensa no asistió, pero no era raro en ella: solía saltarse las comidas por su rechazo a cualquier tipo de interacción social. En cuanto pudo, la joven se disculpó y volvió a su habitación.

Aún eran las ocho y media, faltaban horas para su cita, pero ya se arrepentía de su proposición. No sabía cómo actuar, ni de qué hablar, ni cómo evitar que la pillaran por los pasillos, ni qué ponerse. Apenas tenía vestidos ni ropa elegante. Se planteó incluso en acudir en vaqueros para vengarse por la crueldad de Bella con los elfos domésticos, pero su intención era que la bruja la desnudara y veía difícil que lo hiciera con la prenda muggle. Porque tenía claro que esa era la noche. Quería perder su virginidad con Bellatrix, quería que fuesen las expertas manos de la bruja las que recorrieran su cuerpo por primera vez, quería hacer realidad las salvajes fantasías que le impedían dormir por las noches, quería arañar el cuerpo desnudo de su profesora... Así que nada de vaqueros.

Mientras vaciaba su armario en busca de alguna opción decente, alguien llamó a su puerta.

-¡Hola, Harry! -saludó a su amigo saliendo con él a la sala común para que no viese su crisis de moda- ¿Necesitas ayuda con algo?

-Pues si no te importa ayudarme con el ensayo de Transfiguración, es que...

-¡Claro que no! -le cortó ella feliz de tener un motivo para distraerse- Enséñame lo que llevas.

Alguien que cuide de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora