Capítulo 27. Las chicas solo quieren divertirse

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—Azul ¿cómo estás? —pregunté sin aire al teléfono. Algo vibraba en la mochila que estaba en el piso.

—Bien —dubitó—. Nina, estuve tan preocupada por vos...—sonó angustiada.

Era el beeper lo que vibraba, constaté.

—Estoy bien, no fue nada importante. Me deshidraté, nada más que eso —dije urdida por ver el mensaje.

—¿Me podes decir qué esta pasando? —Me retó, con razón. —Lo de Ambar, lo tuyo, lo del campo de deportes —agregó. Tal vez ya lo habría deducido todo.

Leí ansiosa el mensaje de Ambar que decía "Vení, te espero en casa"

Salté de la cama y empecé a vestirme a las apuradas.

—Son muchas cosas las que tengo que contarte. A la tarde voy para tu casa y prometo contestar tus preguntas con detalle, ¿ok? —dije ansiosa. Estaba decidida a sincerizar mi vida. Con Azul, por empezar.

—Está bien —sonó aliviada.

Corté y en segundos ya estaba sobre la bicicleta pedaleando a ritmo acelerado.

Llegué a la casa de Ambar mientras vi irse al patrullero. Mi vida se estaba transformando en un gran thriller. Pero estaba decidida a transformarlo en una comedia y bien tonta, que tuviera un final para no atragantarse con pochoclos y que de fondo sonara "Girls wanna have fun" de Cindy Lauper.

Los chicos no estaban, una tía había pasado a buscarlos mientras la policía hacia su trabajo. Ambar abrió la puerta todavía convaleciente y me sorprendió con un beso largo que me llevó a otra dimensión. Esa en la que solo estábamos nosotras dos y eramos felices en un mundo suspendido, sin reglas ni pasado. La tensión se disipó por completo.

Me tomó la mano y me llevó hacia su cuarto. Otra vez, antes de entrar, me estampó un beso dulce, como solo ella era capaz de dar, en el que me perdí para aflojarme entera. Las ideas turbias se dispersaron.

—Es hora de que seamos felices ¿no? —dijo sonriendo a medias.

Me hizo sentar en la cama y caminó hacia la computadora. Un rayo de luz que entraba por la ventana la iluminó entera. A pesar de todo lo que había atravesado, su belleza seguía intacta, resplandeciente, mágica como siempre e inmune al horror.

—Venía pensando en eso justamente...

Me miró un instante.

—Encontraron su auto dentro del lago de las afueras de la ciudad. Se ahogó. No fue un accidente, lo hizo de manera deliverada. Se suicidó —dijo intempestivamente, sin inmutarse y se dió vuelta para buscar algo en las carpetas de la pantalla.

—Que horror.

Puso una canción.

—Está claro que tomó la decisión correcta —sentenció gélida y se acercó quitándose la remera hasta quedar delante mío.

La canción era "Girls only wanna have fun". Era parabólico, no podía ser semejante coincidencia.

Asentí con calor pero un frío me recorrió. Tomó mis manos y las puso en su diminuta cintura desnuda.

—¿Porqué ahora? —pregunté sin pensar, a pesar de que no quería indagar mas en la historia. Solo quería vivir este momento como si fuera esta canción. Como si ninguna otra historia estuviera detrás de esta novela. Como si nuestra historia estuviera acéfala para que una escritora vibrante, esperanzada y fantástica como Azul la escribiera de cero.

My father yells
What you gonna do with your life?

—Bueno, a veces el destino necesita de ayuda. —Me dijo al oído y sentí su respiración cálida, pero quedé unos instantes sin aliento haciendo malabares con el deseo y su sugestiva frase.

Me quitó delicadamente la remera. La dejaba hacer.

When you gonna live your life right?

—Solo te voy a decir eso —agregó y su nariz tocó la mía. Mi respiración tan estaba acelerada y solo podía observarla hipnótica, mansa ante sus movimientos. —¿Es suficiente para vos? —remató sin dejar de mirarme.

—Sí —afirmé besándola sin dudar un instante. De verdad, si había algo que no iba a volver a hacer era juzgarla.

Le tomé la cabeza y comencé a besarla con frenesí hundida en un impulso salvaje y desconocido en mí. Estaba decidida a llegar al final, dándolo todo.

Oh girls, they wanna have fun

Oh girls, they wanna have fun

Sonrió feliz con mi respuesta y me empujó delicadamente hacia atrás. Caí sobre el colchón como si lo hiciera sobre una nube. No estaba errada, sobre mí ahora sobrevolaba un ángel, no importaba si era un ángel puro o caído, la verdad estaba ante mis ojos y la aceptaba así con sus luces y sombras. 

Su piel blanca, tersa, angelina tocó la mía y un calor floral me recorrió con júbilo. También estaba desnuda. Nuestros cuerpos se entrelazaron como si fueran solo uno, en los movimientos, en sus humedades y en sus recovecos. Empezamos a reconocernos en mil versiones de besos. De los que despeinan, de los que alborotan los pensamientos, de los que siembran deseo para florecer en margaritas ardientes. Besos de amaneceres donde la luz aún no nos ve, pero nos moja sin parar para exudar solo éxtasis. Besos que descubren lugares invisibles en la piel para despojarlos de toda virgnidad. 

Besos que jamás voy a olvidar porque sé que solo yo te enseñé a besar, le dije al oído.

 Lo sé como no puedo dejar de creer que el destino es solo ese oscuro y ardiente itinerario labrado en la piel que se repite una y otra vez para ser redescubierto toda vez que alguien olvide una parte de la historia.

Y, así, sobre una gran nube, con Cindy coreando That's all we really want some fun, volaba mi primera vez en un gran himno matriarca.

Las Chicas solo quieren divertirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora