Capítulo 11

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Poco a poco la respiración de Bill se fue normalizando. Tras escuchar el primer disparo gritó sin poder evitarlo y rodando por la mesa cayó al suelo desde donde vio como Tom recuperaba su pistola y disparaba a Peter hiriéndole en una pierna.

Le vio caer al suelo gritando de dolor al tiempo que soltaba su arma, que alejó Tom de una patada sin dejar de apuntarle directamente a la cabeza con su pistola mientras que la habitación se llenaba de más agentes de policía que habían acudido a la llamada de Andreas.

— ¡Policía, que nadie se mueva!—gritó Andreas.

Klaus se quedó dónde estaba con las manos en alto, mientras que Peter gritaba de dolor en el suelo sujetándose con ambas manos la pierna herida. Dos agentes de policía se hicieron cargo de él, y solo entonces Tom bajó su arma y soltando en un profundo suspiro el aire que había retenido dio dos pasos y se arrodilló en el suelo donde Bill jadeaba con la respiración agitada.

—Tranquilo, es normal—le trató de calmar Tom—Coge aire con la nariz y expúlsalo por la boca. Lo has hecho muy bien Bill, confiaba en ti.

Bill solo pudo asentir con la cabeza al tiempo que trataba de respirar como le había dicho. Pasados 2 minutos volvía a respirar con normalidad y se levantó con ayuda de Tom.

—Salgamos de aquí—murmuró Tom pasándole un brazo por la cintura.

Echaron a andar y dejaron que los demás agentes se encargaran de los detenidos y de registrar el lugar. Para ellos ya se había terminado su turno de trabajo. Aunque aún les faltaba prestar declaración en comisaría.

Salieron al exterior del almacén y Bill se sentó sobre una caja, sentía que le temblaban las piernas por las emociones vividas.

—Yo vomité en mi primera misión—dijo Tom sonriendo tratando de quitarle importancia a lo que acababa de suceder—Es normal que te sientas así, han sido muchas emociones.

—Han estado a punto de matarnos—recordó Bill en un susurro.

Tom suspiró, podía haber acabado de otra manera pero no había sido así. No había que darle más vueltas al asunto. Pero...quedaba otra cosa que quería hablar cuanto antes con Bill y a solas.

—Bill...Peter... ¿te llegó a tocar?—preguntó en voz baja.

Bill negó al momento con la cabeza, no quería que Tom supiera que le habían tocado de una cruel manera. Se moriría de la vergüenza.

—Siento mucho que haya pasado—dijo Tom suspirando—No me lo voy a perdonar nunca.

—Te he dicho...que él no...—tartamudeó Bill.

—No hay más que verte—cortó Tom—Te tiembla hasta la voz, no es la primera vez que veo estos síntomas.

Bill no dijo nada más, no podía engañar a Tom. Era un buen policía y sabía interpretar las señales. Su cuerpo le delataba, no dejaba de abrazarse y mecerse.

Permanecieron en silencio hasta que Georg se reunió con ellos. El registro había sido todo un éxito, junto con el cargamento de armas había otro de drogas. Oliver iba a estar contento.

Regresaron a comisaría donde Oliver les recibió en su despacho para que les explicara como una simple misión se había torcido tanto acabando con un valioso cargamento requisado a uno de los mayores traficantes de Berlín.

Entre Tom y Andreas le dieron las explicaciones necesarias, a Bill le costaba aun hablar de lo sucedido. Estaba muy cansado y era ya de madrugada, solo deseaba irse a su cama y taparse hasta la cabeza.

Rookie BillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora