Capítulo 29: "♫Lo que veo en tus ojos♫

13 5 1
                                    

El mal nuevamente había tomado la interesante decisión de darse la vuelta para volver a toparse con su contra parte, quien ahora era abrazado por una situación realmente inaceptable que él mismo le entregaba. No obstante, la única persona que no parecía afectada por tal acontecimiento, era la dulce y pequeña catalizadora Iris Lux, quien se mostraba firme ante su enemigo en común y, que no parecía para nada convencida de retroceder.

—¡Princesa, no sabes de lo que es capaz este sujeto, así que abstente de cualquier cosa! —le rogó el rubio, quien le dijo eso después de ver su acto tan temerario.

—¡No! Si somos capaces de retroceder cuando el mal se nos planta, entonces no podríamos salvar nuestro mundo —anunció con convicción la chiquilla a su allegado; la valentía de la joven muchacha, atrajo la atención del maleante que le estaba preparando cada vez más y más terribles pruebas, pero su indiscutible atrevimiento, le hizo expulsar una insospechada risa que salió desde lo más profundo de sus entrañas.

—Eres interesante, heredera de la familia Lux, tal y como lo dicen los rumores —manifestó Hakim, quien dejó su posición para ir a donde se encontraba esta mujer, por quien fue atraído como miel a las abejas—. Déjeme presentarme, soy el rey de la capital de los zorros, el gobernante de Legizamon: Hakim Vitali.

—Sé perfectamente quién eres, y que también puede que hasta seas culpable del estado de Zaid —le reprochó ella con audacia.

—Me temo que estás equivocada en ese aspecto —aseguró el rey de los zorros con una elegante sonrisa, y al mismo tiempo, se llevó una mano a su cintura en lo que cerraba los ojos un momento—. Pero admiro tu perspicacia, la cual no está demasiado lejos de la realidad. No obstante, eso no significa que yo sea la pieza faltante para disipar tus sospechas —aseguró él.

—Suficiente —intervino Zaid poniéndose en medio de los dos.

—Oh, por un momento había olvidado que estabas aquí —mencionó Hakim con una expresión enternecedora.

—¡Zaid, no me dejas hablar con él! —aseveró la pequeña catalizadora mientras intentaba asomarse por los lados del joven zorro.

—Créeme que no traerá nada bueno intercambiar diálogos con un personaje así —le afirmó su amigo.

—Me disculparas entonces, Zaid —mencionó el chico de cremosos cabellos, y enseguida, apuntó con su dedo a la catalizadora formando con su mano una pistola simulada, rayo de luz salió de la punta para luego entrar en medio de la frente de la muchacha, obteniendo como resultado que la compañera de aquel rubio perdiera toda capacidad de hablar, de moverse o de percibir sus alrededores.

—¡Princesa! —gritó el joven que amaba a Iris, e intentó de inmediato hacerla reaccionar cuando la tomó de sus hombros para agitarla—. ¡Iris!, mi dulce Iris, ¡despierta! —al ver que no tenía ningún éxito en su accionar, él se volvió hacia Hakim y le reclamó con gran desesperación—. ¡Qué fue lo que le hiciste a mi princesa!

—Por el momento no está consciente —le explicó—. Pero no temas, no corre peligro alguno en ese estado. Ahora... mi verdadero objetivo es hablar contigo Zaid, ya que no me queda mucho tiempo.

—¿A qué te refieres con eso? —bajó su tono un poco más calmado ante la noticia, sin embargo, no soltó a su amada.

—Pronto la oscuridad me consumirá, y me temo que ésta será la última buena acción que vaya a realizar —le aseguró el chico.

—¿Entonces vas a contarme tus planes? —preguntó con cierta esperanza el que compartía sus mismos ojos cielo.

—Me temo que eso es imposible, ya que mi infierno me lo impide —sonriendo de una forma oscura, Hakim anunció lo siguiente—. Sin embargo, voy a advertirte. Si sigues empecinado en ayudarles, puede que todos pierdan sus vidas por tu causa, así que... ¿acaso no es más sabio retirarte antes de que ese acontecimiento sea una realidad? —el vínculo que unía a ambos, iba más allá del simple hecho de vivir en la misma capital, es decir, aunque fuera algo que los demás desconocían, Zaid sabía a la perfección que era lo que los mantenía aún estrechados, y eso mismo, le provocaba un conflicto interno que lo obligaba tanto a dudar como a creer, por lo tanto, no tardó en llegar una triste sonata de piano al ambiente, la cual adornó el silencio que se posó momentos antes de que llegara la respuesta del chico rubio.

Note Max ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora